PROTOCOLO DIFERENTE
PROTOCOLO DIFERENTE
El primer encuentro de doña Letizia con un Papa se produjo el 28 de junio de 2004, cuando los entonces príncipes de Asturias regresaron de su luna de miel. El papa entonces era Juan Pablo II y don Felipe y doña Letizia cumplían con la tradición de la Casa Real española de acudir a Roma, en su primera visita oficial, para ser bendecidos como nuevo matrimonio por el Santo Padre. En aquella audiencia, doña Letizia cumplió a rajatabla el protocolo como princesa española y vistió de largo y de negro y lució mantilla española con peina.
La nueva princesa de Asturias no quiso separarse ni un milímetro de la tradición. Llevó un vestido largo y recto negro de escote cuadrado, diseño de Lorenzo Caprile, con la banda celeste y el broche con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, y se tocó con una peina discreta y una mantilla también negra que le cubría los hombros, como es la costumbre.
A su lado, el príncipe Felipe vestía frac y en la solapa lucía la condecoración del Toisón de Oro, además de la banda color celeste de la Orden de Carlos III. El Pontífice les deseo que formaran «un hogar feliz», que fuera «punto de referencia ejemplar para tantas familias» españolas.
El primer encuentro de los reyes con Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, tuvo lugar en Roma, en marzo de 2013, coincidiendo con la misa de entronización del nuevo Papa y el inicio de su pontificado. Fue un encuentro breve mientras el Papa saludaba a las autoridades y jefes de Estado que habían asistido a la ceremonia.
Don Felipe y Doña Letizia, todavía príncipes de Asturias, asistieron a los actos junto al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y coincidieron allí con otros 'royals' como Alberto y Charlène de Mónaco o los grandes duques de Luxemburgo. Fue un encuentro cordial y cariñoso.
La relación de los reyes con el Papa Francisco siempre estuvo marcada por la cercanía y una complicidad especial, ya que pudieron charlar en español –y hacer bromas–, idioma del pontífice argentino. En ese primer encuentro con Bergoglio, doña Letizia volvió a vestir de negro, pero de corto, como mandaba el protocolo, y se cubrió con una discreta mantilla del mismo color, pero sin peina. No llevaba ninguna joya, salvo unos discretos pendientes de brillantes.
Fue en su audiencia privada con el Papa Francisco, en 2014, ya convertida en reina –en el primer viaje de los reyes como soberanos–, cuando doña Letizia hizo uso del llamado «privilegio del blanco» del que gozan las reinas católicas en sus encuentros con el Pontífice, y vistió un sencillo traje de chaqueta blanco de Felipe Varela, sobrio y elegante, en crêpe bordado en hilo y cristal blanco, sin más complementos o joyas, salvo un bolso «baguette» y sus pendientes de brillantes y perlas.
Hubo quien criticó su atuendo excesivamente «profesional» y sin mantilla –que debía ser blanca en ese caso por el «privilegio del blanco»–, pero doña Letizia seguía la línea marcada por su suegra, la reina Sofía, que, dos meses antes, había acudido a una audiencia privada también con traje de chaqueta blanco y sin mantilla. Doña Sofía ha utilizado este accesorio en numerosas ocasiones a lo largo de su reinado, pero lo ha eliminado de su vestuario con el paso del tiempo y la modernización de la Corona.
Doña Letizia no lo ha vuelto a utilizar tras sus primeras visitas al Vaticano. A diferencia de Doña Sofía y Doña Letizia, otras consortes católicas que se acogen al «privilegio del blanco» sí se cubren en las audiencias, como han hecho en numerosas ocasiones la Reina Paola de Bélgica, la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo o Charlène de Mónaco.
Aquel encuentro de los reyes y el Papa duró casi una hora, durante la que hablaron de forma distendida, y, como manda la tradición, intercambiaron algunos regalos. La relación de la reina Letizia con los usos vaticanos recibió también críticas cuatro años antes, en esta ocasión por escoger el blanco, siendo todavía princesa, en la visita que Benedicto XVI realizó a Santiago de Compostela, con motivo del año jacobeo. Doña Letizia escogió un gran abrigo con cinturón y una amplia bufanda, en un elegante color blanco, y fue interpretado como una ruptura del protocolo.
Fue en noviembre de 2014 cuando doña Letizia volvió a coincidir con el Papa Francisco en Roma durante una conferencia de la ONU sobre nutrición, a la que ambos acudieron. La reina Letizia pronunció un reivindicativo discurso. «Es inaceptable que más de 850 millones de personas padezcan hambre crónica y más de 1.400, sobrepeso y obesidad», dijo en su intervención.
Fue uno de sus compromisos en solitario como Reina más relevantes hasta ese momento. En esta ocasión, doña Letizia vestía de rojo, con un ajustado vestido de Felipe Varela en tweed y crepe, zapatos del mismo color y unos pendientes de piedras semipreciosas de Tous.
Su bolso era de color rosa palo en charol. Doña Letizia vestía como suele hacerlo cuando acude a una reunión internacional. Fue un cariñoso encuentro, breve, tras la intervención de doña Letizia, pero que volvió a mostrar la complicidad de la reina con el Santo Padre.