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«De pequeña, pasaba los veranos en Estados Unidos y, como Pilar tiene una erre y es complicado de pronunciar para los americanos, con Pils me quedé», cuenta la arquitecta e ilustradora Pilar García Ferrer (Madrid, 1991), que escogió el apellido de su abuela paterna, Ferrer, fruto de la admiración que sentía por ella, para presentarse en Instagram con sus collages, creaciones entre lo onírico y lo pop que pronto comenzaron a sumar likes.
«Cuando estudiaba la carrera, empezaban los programas de 3D. Se me daban fatal y lo hacía todo con alzados y fotomontajes, a los que añadía elementos divertidos, como si fueran collages. Los que más me gustaban los iba mostrando», comparte García Ferrer, quien, con más de 130.000 seguidores, se mueve como pez en el agua en redes y se ha convertido en la «niña bonita» de numerosas marcas de estilo de vida.
Las ilustraciones siguen dándole alegrías, pero el nuevo capítulo en la vida de la artista la devuelve a la casilla de salida, que en realidad nunca abandonó. Tras pasar por Studio Gronda y Galán Sobrini, hace poco más de dos años decidió abrir su propio estudio de arquitectura, con ocho personas a su cargo y alma de boutique: «No me gustaría tener un estudio de 50 personas y no enterarme de lo que está pasando. Quiero dedicar a cada proyecto el cariño que se merece».
El pasado otoño plasmaba su imaginario en Pilsferrer Casa, donde encontrar desde mobiliario hasta textil (almohadones, cojines, cabeceros, pufs...) o papeles pintados con los que recrear en cada domicilio particular su singular estética. «En la mezcla de elementos es donde encuentro mi estilo. Me definiría como ecléctica», dice la arquitecta, que nos regala las claves para lograr combinaciones imbatibles.
En la «cáscara», según ella misma asegura, que envuelve los proyectos de Pilsferrer, los materiales nobles como la piedra o la madera [sus casas incluyen mucha carpintería] son protagonistas. A partir de ahí, llega la hora de mezclar.
«Incluimos nuestros propios muebles y buscamos otros a los que poder dar una segunda vida. Puedo combinar una consola Napoleón III con una mesa de piedra superminimalista», describe García Ferrer, para quien el valor que aportan las antigüedades no tiene precio. «Hay muebles que cuentan una historia y que son parte de nuestro legado. Estos tesoros me parecen imprescindibles en todas las viviendas».
En la suya, sin ir más lejos, un clavicordio antiguo que sus suegros adquirieron en un viaje a Francia hace las veces de mueble para la televisión. Otras piezas llegan directamente de tiendas poco conocidas del Rastro, de casas de subastas o de Wallapop, como la pareja de sillas Tulip que preside uno de los salones que llevan su firma: «Encuentras antigüedades preciosas que en una tienda de moda te pueden costar 3.000 € y aquí, 50 €. Cuando me preguntan que cómo descubro cosas en Wallapop respondo que no tiene ningún misterio. Es echarle horas. ¡Soy una adicta!», bromea. La pasión de la arquitecta e ilustradora por lo vintage se extiende a las butacas: «Buscamos chollazos que podamos retapizar. Si no te lo cuento, ni te das cuenta. Cambian totalmente y parecen nuevas».
¿Alguna recomendación para conseguir mezclas equilibradas? «Empieza siempre por las piezas grandes –un sofá, una buena mesa de comedor, una alfombra...– y, en función de eso, selecciona las medianas y pequeñas. Haz un poco de yin y yang. ¿Que la alfombra es muy potente? Pues hazte con un sofá más relajado. ¿Que este tiene una locura de estampado? Pues igual la alfombra tiene que ser de sisal para rebajar». El arte, siempre al final.
La experta aconseja confiar en el instinto: «No compro obras porque en 10 años las vaya a vender por una millonada. Lo hago porque me gustan estéticamente». Y un último consejo: «No te hagas con toda la decoración de tu vivienda de una sola vez y ve adquiriendo las piezas poco a poco. Puede ser una ganga que has encontrado en una casa de subastas o una lámina en un viaje. Todo suma».
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.