La postura del ciervo te ofrece una oportunidad perfecta para recuperarte y revitalizar cuerpo y mente al llegar a casa después de un día duro en la oficina o, también, si has tenido una sesión exigente de entrenamiento. Es una asana de yoga perfecta para hacer a los 50 porque permite relajar cadera, glúteos, cuello y espalda.
En las 24 horas que dura el día, hay tiempo y espacio para todo. A veces, simplemente necesitas relajarte. Y ahí es donde entra la postura del ciervo. Esta asana proviene de la modalidad de Yin Yoga y se presenta como una alternativa más suave a la postura de la paloma o la postura del cisne. Es perfecta para principiantes y mujeres de cualquier edad.
Tendrás la pierna de atrás flexionada, lo que reduce la rigidez de la cadera. La postura también libera la tensión y mejora la flexibilidad. Pero lo más importante es que te dará un momento para detenerte y respirar. La idea es, físicamente, relajarse completamente para apuntar a los tejidos más profundos del cuerpo, y mentalmente aprender a estar quieta, pasiva y entregarte.
En este mundo acelerado, lograr un poco de paz y tranquilidad a todos los niveles se hace cada vez más difícil y en ocasiones cada jornada se presenta como una dura montaña que escalar. Pero eso no significa que no debas trabajar por lograr esa serenidad. La postura del ciervo ofrece a todas la oportunidad de encontrar ese remanso, tanto a principiantes como a practicantes avanzadas.
Para llegar a la postura del ciervo, comienza en la postura de la mariposa (postura del ángulo atado). Estás sentada en el suelo con las rodillas flexionadas y los talones tocándose frente a ti. Deja una pierna como está y balancea la otra hacia atrás, manteniéndola en posición vertical. Idealmente, ambas piernas formarán un ángulo de 90 grados mientras los pies apuntarán a lados opuestos del cuerpo.
Sin embargo, esto último a menudo no es posible debido a la falta de flexibilidad o anatomía, así que adapta la postura a tu cuerpo. Si quieres practicar con un estilo Yin, mantén la postura de 3 a 5 minutos. Para un estiramiento y relajación rápidos, aguanta la postura durante un minuto. Regresa lentamente a la postura del ángulo atado y repite con la otra pierna durante el mismo tiempo.
Esta postura a veces causa molestias en las rodillas. Si es tu caso, puedes colocar una manta doblada o un cojín debajo. Si esto no te ayuda, quizás no tengas la estructura ósea adecuada para la postura. No la fuerces, simplemente elige una asana diferente. Si no puedes apoyar ambas caderas en el suelo, coloca un cojín debajo para apoyarte.
Mantén las caderas firmes. Puede que sea necesario acercar los pies al cuerpo para lograrlo. Puedes girar hacia el pie de atrás para profundizar la torsión. Gira hacia el lado opuesto del pie. Puedes permanecer levantada o combinar la torsión con una flexión. Una vez que encuentres la profundidad adecuada de la postura y hayas hecho todos los ajustes, intenta mantenerla lo más quieta posible durante un tiempo.
Hacer la postura del ciervo ofrece muchos beneficios, y más a los 50. Para empezar, estira y alarga los flexores de la cadera, los glúteos, los cuádriceps, el psoas, las rodillas, la zona lumbar y el cuello. Puede ser especialmente útil para quienes permanecen sentadas durante largas horas, tanto por el estiramiento de la cadera como por la suave torsión.
Es una asana que te permite practicar la rotación interna y externa de las caderas simultáneamente, perfecta para una rutina más corta. Si aún quieres realizar ejercicios de apertura profunda de cadera, la postura del ciervo es una excelente asana preparatoria. Abre el pecho suavemente y fomenta una respiración más profunda.
Hacer esta postura de yoga tiene un efecto relajante tanto en el cuerpo como en la mente. Así, puedes usarla para desconectar después de un largo día y prepararte para dormir. Además, trabaja los tejidos más profundos del cuerpo, lo que mantiene la flexibilidad y previene lesiones causadas por la falta de movilidad. Genial a los 50.