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¿Por qué somos menos fértiles?

Decidirse a tener hijos cada vez más tarde es el principal motivo que lleva a las parejas hasta las clínicas de fertilidad... pero no es el único. ¿Conoces qué factores están afectando a tu fertilidad?

Pincha en la galería de imágenes para descubrir los mejores alimentos para ingerir durante el embarazo./getty

Pincha en la galería de imágenes para descubrir los mejores alimentos para ingerir durante el embarazo. / getty

Silvia Vivas
SILVIA VIVAS

Las españolas son de las europeas que más tarde tienen a su primer hijo: a los 30,8 años, una edad que solo superan las italianas, según los últimos datos de la oficina comunitaria de estadística Eurostat. Y nuestra tasa de fertilidad es la más baja de Europa: 1,34 hijos. Si combinamos los factores sociales que hacen que nos animemos cada vez más tarde a tener hijos con el hecho de que la fertilidad decae a medida que cumplimos años... el panorama se presenta poco prometedor. Pero al factor edad, aunque determinante, hay que añadirle otros que también contribuyen a reducir la fertilidad.

“A partir de los 35 años, la cantidad de óvulos disponibles en los ovarios va disminuyendo y se incrementan las anomalías cromosónicas. Y con 39 o 40 años, el 75-85% de los óvulos ya están alterados, además de ser escasos. Si, además, confluyen otra serie de factores ambientales, que hacen que esa reserva disminuya de manera precoz... las posibilidades de ser madre se reducen aún más”, resume la doctora Victoria Verdú, coordinadora de ginecología de la Clínica Ginefiv. Esta especialista, junto a otros dos expertos, nos enumeran todos los factores que pueden hacer que nuestra capacidad para concebir se resienta según la ciencia. Toma nota.

1. Tu peso importa: En este factor, las mujeres nos llevamos la peor parte. La obesidad afecta poco o nada a la capacidad masculina para ser fértiles. En cambio, si una mujer es obesa (si posee un índice de masa corporal superior a 30), las cosas se complican. Las mujeres obesas no solo tienen menos óvulos y de peor calidad, sino que, si finalmente tienen que recurrir a una clínica para poder ser madres, sus tasas de implantación embrionaria tras recibir tratamiento también son menores. “Nuestros datos, revisando más de 10.000 casos, confirman que la obesidad reduce significativamente las probabilidades de éxito de un tratamiento de reproducción asistida, además de aumentar el riesgo de aborto”, asegura el doctor Juan A. García-Velasco, director del IVI Madrid y catedrático de Obstetricia y Ginecología.

Los especialistas saben que una paciente con obesidad precisa mayores dosis de medicación para estimular los ovarios y que su respuesta suele ser inferior a la esperada. Además, las embarazadas obesas presentan un mayor riesgo de complicaciones durante la gestación, como la diabetes gestacional o el parto prematuro.

2. La contaminación afecta: Es un problema común, si tenemos en cuenta que el 92% de las personas que viven en ciudades no respiran un aire limpio, según la OMS. Estas partículas dañinas se han asociado a problemas cardiovasculares, cáncer e infecciones respiratorias. Pero la polución no afecta únicamente al corazón y los pulmones, también daña a los óvulos y los espermatozoides, que son muy sensibles a los tóxicos.

La alta polución provoca mayor riesgo de aborto.

“Existen publicaciones acerca del efecto nocivo de los contaminantes atmosféricos sobre la fertilidad. Dichos estudios parecen encontrar peores tasas de fertilidad e incremento en abortos en las personas que viven en ciudades con alta contaminación. Esto también ha sido descrito en pacientes que realizan tratamientos de reproducción asistida y viven en zonas contaminadas”, asegura la dra. Ana Gaitero Martínez, jefa de Servicio del Centro de Reproducción Asistida Sanitas Alcobendas. Irse a vivir al campo tampoco es solución ya que productos comunes en ambientes rurales como los fertilizantes también “envenenan” nuestra capacidad reproductiva.

3. Aléjate del alcohol y el tabaco: El tabaco es el factor ambiental más estudiado en fertilidad y lo que se ha descubierto de él no es muy halagüeño. Se ha comprobado que en las mujeres que fuman la reserva ovárica disminuye de forma precoz (les llega la menopausia hasta cuatro años antes que a las no fumadoras), sus ovocitos son peores y les cuesta más conseguir un embarazo. Si estas mujeres buscan ayuda para quedarse embarazadas, los números también van en su contra y sus probabilidades de éxito son menores.

“Las fumadoras necesitan más medicación para conseguir óvulos maduros y tienen una tasa menor de embriones por ciclo, porque en el líquido folicular dónde maduran los óvulos se acumulan tóxicos derivados del tabaco”, resume la dra. Ana Gaitero. Las fumadoras pasivas tampoco se libran. Un estudio publicado en Human Reproduction ha comprobado que en pacientes que se han sometido a una fecundación in vitro y son fumadoras pasivas se puede detectar cotinina (un producto de la combustión del tabaco) en el líquido folicular donde crecen los óvulos... y esta cotinina es tóxica para el embrión.

Si queremos completar el tríptico de los tres factores ambientales que más perjudican a la fertilidad, solo tenemos que añadir al tabaco la mala dieta (con el consiguiente sobrepeso) y el alcohol. “Hay trabajos que cuantifican la influencia de estos tres factores y afirman que fumar más de 15 cigarrillos diarios o beber más de 20 unidades de alcohol a la semana (lo que se considera ser un bebedor prudente) o pesar más de 70 kg reduce las posibilidades de embarazo. Y su impacto es aditivo: juntos tienen mayor impacto negativo que aisladamente”, explica el dr. Juan A. García-Velasco.

4. Cuidado con el café: Si quieres quedarte embarazada, quizá debas pensar en otra manera de espabilarte a lo largo del día que recurrir a la cafeína en sus múltiples formas y sabores. Un estudio realizado por científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nevada (EE.UU.) concluyó que esta sustancia puede reducir la fertilidad femenina porque disminuye la actividad muscular de las trompas de falopio, haciendo que los óvulos no se muevan de forma adecuada a través de ellas. Además, otra investigación publicada en la Revista Médica Británica observó que las embarazadas que consumían más de dos tazas de café o cuatro tazas de té al día tenían más probabilidades de dar a luz a bebés de bajo peso. Entre unas cosas y otras, si estás buscando un embarazo, los expertos recomiendan que moderes el consumo de cafeína durante una temporada y que lo bajes a 200-300 mg diarios, es decir, dos taza de café al día, como máximo.

Las dietas ricas en grasas aumentan el riesgo un 73%.

5. Atención a la dieta: Tener una dieta equilibrada es fundamental para la buena salud del organismo. La fertilidad no es la excepción a esa regla. Para que todo vaya bien, el aparato reproductor necesita calidad, en forma de fruta, verdura y ácidos grasos Omega-3. Y si algo le hace daño es la comida basura. Un estudio recién publicado en Human Reproduction afirma que las mujeres que toman menos de tres raciones de fruta al día aumentan el riesgo de infertilidad al 12%, mientras que las que ingieren comida rápida elevan ese riesgo al 16%. “Muchos estudios han demostrado que mujeres que ingieren elevadas cantidades de grasas insaturadas, en lugar de carbohidratos, tienen hasta un 73% más de riesgo de infertilidad”, asegura la dra. Ana Gaitero. Otras investigaciones muestran una asociación entre la ingesta de vitaminas y el tiempo que transcurre para obtener una gestación. Una investigación de la Universidad de Stanford (EE.UU.) comprobó, en un grupo de 30 mujeres que habían intentado concebir sin éxito durante 36 meses, que aquellas que tomaron durante tres meses un suplemento de vitamina C, L-argitina, folatos y minerales experimentaban un aumento de progesterona durante la fase lútea de su ciclo menstrual lo que mejora sus posibilidades. El 33% de ellas lograron quedarse embarazadas.

El poder de la dieta es tal que incluso influye en las mujeres que tienen problemas que afectan a su fertilidad. “En pacientes que sufren patologías ováricas, como el síndrome de ovario poliquístico, lo que comen influye en su capacidad para ovular. Por eso se les recomienda tomar más proteínas, frutas y verduras, porque este tipo de dieta les influye a la hora de ovular”, asegura la dra. Victoria Verdú.

6. El turno de trabajo influye: Nuestras hormonas saben que después del día viene la noche y se adaptan a esos cambios gracias a los ritmos circadianos. Pero si nuestro empleo interfiere con ese ciclo, por ejemplo, si trabajamos en un turno de noche a menudo, se pueden producir algunos desórdenes hormonales que afectan a la salud, especialmente a la femenina. Así se comprobó en Dinamarca, en un estudio en el que analizaron a mujeres que trabajaban durante años en este tipo de empleos y se vio que presentaban más patologías, incluso cáncer de mama, posiblemente por esa alteración del ritmo circadiano.

Alterar el ritmo puede afectar a algunos genes.

En cuanto a la fertilidad, en Reino Unido se revisaron todos los estudios publicados desde 1969 hasta 2013 y se observó que las féminas que trabajaban por turnos (alternos en tardes y noches) tenían un riesgo un 33% más alto de problemas menstruales y un 80% más alto de problemas de fertilidad que las que trabajaban en un horario regular. “Una posible explicación para dichos hallazgos es que la alteración en el ritmo circadiano del cuerpo, provocado por el trabajo por turnos, puede afectar a la función biológica de nuestros “genes reloj”. Y aunque es difícil probar que el trabajo por turnos sea la causa de dichos eventos, en general, es cierto que en las mujeres que buscan gestación se recomienda una rutina regular”, asegura la dra. Ana Gaitero. ¿Y en ellos? Pues, en principio, no se ha podido demostrar que madrugar o acostarse de día sea lo que más influya en su fertilidad. En ellos es la postura en la que realizan su trabajo lo determinante: aquellos que se pasan sentados su jornada dañan el ADN de su esperma.

7. El problema de las falsas hormonas: Los disruptores endocrinos son un serie de sustancias que “engañan” a nuestros receptores hormonales, de tal manera que acaban interfiriendo con nuestra producción hormonal. Estas sustancias llegan a nosotros a diario tomando múltiples formas: a través de los que comemos (en forma de los residuos de pesticidas que se cuelan en el plato), de los productos que usamos en los hogares (parabenos, productos de degradación de detergentes y tensoactivos asociados), en el contacto con plásticos (bisfenoles y ftalatos), con la ingesta de algunos productos farmacéuticos (dietilestilbestrol, píldoras anticonceptivas), en productos químicos industriales (PCB, dioxinas, benzopirenos) y en metales (cadmio, plomo, mercurio).

¿Cómo influyen estos disruptores a la fertilidad? “Aunque sus efectos deben ser estudiados en mayor profundidad, de momento parece que afectan al aparato reproductor y se han relacionado en el varón con cáncer testicular, disminución de la calidad del eyaculado...”, concreta la dra. Ana Gaitero. Hasta que se sepa más de cómo actúan estas sustancias en el organismo, los expertos aconsejan poner atención en seguir una dieta rica en vegetales, pero bien lavados y pelados, y no emplear plásticos ni para conservar ni calentar alimentos, además de reducir el consumo de químicos en nuestra vida diaria.

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