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¿Por qué durante la noche pensamos todo lo malo?

Si siempre has tenido claro que durante el día tu capacidad de razonamiento empírico es limitado, por la noche eres capaz de resolver ecuaciones polinómicas mientras recitas pasajes de Gillaume Apollinaire.

Una ilustración de Raquel Córcoles para La imperfecta. / Raquel córcoles

La Imperfecta
LA IMPERFECTA

Así me imagino nuestro cerebro por las noches, como un catálogo de Netflix. Una barra libre en la que se reproducen automáticamente cada ocho segundos una o varias secciones estancas. Las de música de bikram yoga, gatitos en sus cestos de mimbre y atardeceres en la playa hace tiempo que se descatalogaron. Cuando la cabeza entra en contacto con la almohada, nuestro Netflix mental activa departamentos fijos que pasan por discusiones, anécdotas humillantes, temores o largas listas de tareas pendientes. Y si no existen pensamientos negativos que reproducir el bucle, tranquila, existe un catálogo casi ilimitado de distracciones 100% a tu alcance: el ruido monótono de la nevera, la conversación de los vecinos, la canción del anuncio de leche... 

Si siempre has tenido claro que durante el día tu capacidad de razonamiento empírico es limitado, por la noche eres capaz de resolver ecuaciones polinómicas mientras recitas pasajes de Gillaume Apollinaire. ¿Cómo puedes desconectar de tu conectividad mental nocturna? Las técnicas de relajación a menudo se ven condenadas por el hecho de que, conscientemente, estás tratando de relajarte. 

Existe también la opción de la confusión cognitiva, que consiste en representar mentalmente una secuencia aleatoria de objetos. O también tienes la opción de tirar de música relajante, de grabaciones, de sonidos marinos, de autodiscursos positivos. Todas ellas inútiles cuando a tu cabeza le da por pensar. Porque, vamos a ver, cerebro: si a mí me parece muy bien lo de reflexionar, pero no te me pongas freudiano cuando estoy tratando de dormir. Gracias.

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