Hace 30 años, el autor noruego-británico Roald Dahl publicó ‘Matilda’, la historia de una niña extremadamente inteligente (¡y con poderes telequinéticos!) que tenía que luchar contra su tóxica familia y la terrorífica directora del colegio. Lejos que quedarse anticuada, Matilda sigue siendo un ejemplo único de sabiduría infantil frente a la brutalidad adulta. Y estas son nuestras razones para recomendarte su lectura, tengas la edad que tengas:
Antes de cumplir seis años, Matilda había leído 16 clásicos de la literatura anglosajona que todos deberíamos conocer (apunta en tu lista: ‘Grandes esperanzas’, de Charles Dickens, ‘Kim’, de Rudyard Kipling, ‘Jane Eyre’, de Charlotte Brontë...). Sus lecturas le descubren el mundo, la ciencia y los muchos colores del alma humana, y algunos de sus momentos más felices transcurren en soledad y entre páginas. Un buen recordatorio, para niños y adultos, en estos tiempos de hiperconexión.
Si hay una novela indignada por el menosprecio y ninguneo hacia la población infantil, esa es ‘Matilda’. Y no nos referimos solo a la espantosa familia de la protagonista, que se olvida de inscribirla en el colegio y se irrita cuando demuestra lo lista que es. En la escuela, los niños padecen abusos y torturas sin fin a manos de la monstruosa Mrs. Trunchbull y nunca lo cuentan a sus padres porque, sencillamente, saben que no les creerían. ¿Exageración o llamada de atención? Habrá que reflexionar.
‘Matilda’ narra el mayor deseo de todo niño aplastado por la bota pedagógica: un motín en la escuela. Y ni siquiera lo inicia la protagonista, sino Bruce, el niño que convierte su castigo (comerse una enorme tarta de chocolate) en un desafío a la autoridad. Y, sí, todos los demás le apoyan en el levantamiento. ¡Viva la hermandad infantil!
Mucho antes de que la tercera ola del feminismo reivindicara la necesidad de mujeres fuertes en nuestra literatura y nuestro cine, Roald Dahl dio a la pequeña Matilda todas las herramientas necesarias para desenvolverse sola en la vida. Es inteligente, tiene criterio propio, se apoya en otras mujeres y no necesita ser rescatada. La novela pasa el test de Bechdel con nota y ovación final.
¿Quién no ha sentido alguna vez que su familia no le comprende? ‘Matilda’ lleva al extremo esta premisa y nos demuestra que crecer es abrazar quienes somos, sin disculparnos ni sentirnos responsables por las expectativas ajenas (sobre todo, cuando esas expectativas son que nos dediquemos a ver la televisión y permanecer calladas). Padres tóxicos, abstenerse.
A pesar de su inteligencia, sus poderes telequinéticos y sus libros. ¿Qué habría sido de Matilda sin la señorita Honey? La maestra descubre su potencial, le da consejos, la rodea de cariño, la alimenta con conocimientos, intenta convencer a sus padres para que la traten como merece. Y convierte a la solitaria, extraña, inadaptada niña en una criatura feliz y atendida. Qué sería de nosotros sin los maestros.
Además de ‘Matilda’, escribió otros clásicos muy queridos de la literatura infantil: ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, ‘Cuentos en verso para niños perversos’, ‘James y el melocotón gigante',‘Las brujas’ o ‘Dani campeón del mundo’. Su visión de la infancia, tierna, oscura y sin pelos en la lengua, tierno y sin pelos en la lengua, le granjeó el amor de niños de todo el mundo. Merece la pena, también, acercarse a sus relatos para adultos, dotados de la misma cualidad tierna y cruel.
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21 de marzo-19 de abril
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