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Los Oscar nacieron paralelos al crack del 29. Fue en ese momento cuando se decidió premiar la excelencia cinematográfica de la incipiente industria de estudios hollywoodiense. La primera vez que tuvieron lugar, los galardonados se presentaron sabiendo ya que habían ganado porque el resultado se había comunicado con antelación. Sin embargo, al año siguiente decidieron que los nombres no serían desvelados hasta que empezara la gala, eso sí: le entregaban previamente a la prensa un listado completo. Cuando Los Angeles Times incumplió el embargo en 1940 y publicó los resultados antes de tiempo, se decidió implantar el sistema de sobres cerrados que conocemos actualmente.
El Oscar honorífico se incluyó desde el inicio para que algunos premios, que se consideraban merecidos, pero no habían obtenido suficientes votaciones, no se quedaran fuera de la gala. Los dos primeros Oscar en esta categoría fueron para Charles Chaplin y Warner Bros
Los Oscar son un usufructo. Aunque se entrega a los premiados, pertenece a estos y a su familia, pero no están en posesión de venderlo. Si quisieran deshacerse de él, tendrían que ofrecerlo en primer lugar a la Academia por el precio de un dólar.
Las figuras, que corresponden a un diseño de Cedric Gibbons –el que fuera director artístico de la Metro Goldwyn Mayer-, fueron recreadas en arcilla por George Stanley, quien tomó como modelo al actor mexicano Emilio “El Indio” Fernández.
Durante la contienda, los metales se dedicaban a los esfuerzos de guerra. Por eso, entre los años 1942 y 1945, las estatuillas que se entregaron estaban hechas con yeso. Una vez que terminó la guerra, los premios se devolvieron a la Academia y esta concedió galardones auténticos a los ganadores.
Los Oscar, a pesar de salir de un molde que mencionábamos más arriba (creado en 1928) son todos únicos y pertenecen a una serie limitada de la que ya se han fabricado más de 3.000 unidades desde el año 1929. Todos están numerados.
El diseño ha permanecido invariable a lo largo del tiempo. Sin embargo, cuando le concedieron el Oscar honorífico a Walt Disney (1939), la Academia entregó una figura normal y siete miniaturas como guiño a la película premiada (Blancanieves y los siete enanitos). En el caso de Edgar Bergen, premiado en la categoría honorífica por su creación del muñeco Charlie McCarthy, el premio fue un Oscar de madera con la boca articulada.
Fernando Trueba recogió el Oscar en 1992 por Belle Epoque y, durante su discurso, dijo que él no creía en Dios, solo en Billy Wilder. Al día siguiente recibió una llamada de Wilder que le dijo: “Fernando, soy Dios”.
En 1979 Meryl Streep recibió un Oscar por su interpretación en Kramer contra Kramer. Sin embargo, se lo dejó olvidado en el baño del teatro y allí estuvo arrinconado durante horas hasta que alguien cayó en la cuenta y acabó de nuevo en manos de su dueña.
Originalmente no tenía nombre y la gente se refería a ella como la estatuilla de la Academia. Fue la bibliotecaria de la Academia (Margaret Herrick) la que, al verla, expresó en voz alta que le recordaba a su tío Oscar. Poco a poco el nombre fue calando y terminó por instalarse cuando el periodista Sidney Skolsky lo utilizó en su columna para referirse al premio que le habían dado a Katherine Hepburn por Morning Glory.