Esta película francesa te va a emocionar: está rodada en Marsella y la protagoniza una abuela que roba para que su nieto pueda estudiar piano

El cineasta francés Robert Guédiguian vuelve a contarnos una deliciosa historia en Mi querida ladrona, a la que da vida su actriz fetiche, la gran Ariane Ascaride. Hay hurtos, un piano y unas ostras mientras suena un concierto apoteósico de Rubinstein. Sin duda, va a ser la película del verano.

La actriz Ariane Ascaride es la protagonista de Mi querida ladrona, de Robert Guédiguian. AGAT FILMS
Esta película francesa te va a emocionar: está rodada en Marsella y la protagoniza una abuela que roba para que su nieto pueda estudiar piano
Ángeles Castillo
Ángeles Castillo

Visto el argumento de esta película francesa, la verdad es que tenía que ser él, Robert Guédiguian (1953), quien la filmara. Y visto cómo es la protagonista y en qué líos anda metida, lo lógico es que fuera ella, sí o sí, la que la encarnase, Ariane Ascaride (1954). Por otro lado, el director y su actriz fetiche son pareja en la vida real. Así pues, en un mismo barco de nuevo, saliendo de su adorado puerto de Marsella y con este rumbo. Esta vez se trata de Mi querida ladrona, que se estrena en cines el 25 de julio, tras pasar por el Festival de Málaga. Un drama y, al tiempo, una comedia social en la que se exploran los límites morales de la necesidad.

La película, que te va a sorprender, cuenta la historia de la sesentona María, que trabaja cuidando a personas mayores, a los que adora y que la adoran, pero a quienes va robando poco a poco, unos euros aquí y otros allá, para que su nieto, que el cineasta define como «una luciérnaga en la noche», pueda estudiar piano. Pero también, faltaría más, para darse ella misma el capricho de probar unas ostras mientras escucha un concierto sublime de Rubinstein. Junto a Ariane, a la que vimos en Las nieves del Kilimanjaro (2011), La casa junto al mar (2017) o la inolvidable El cumpleaños de Ariane (2014), otro grande del cine francés, Jean-Pierre Darroussin, en el papel del Sr. Moreau. Ambos llenan la pantalla.

Vaya por delante que Guédiguian, hijo de armenio y alemana, es un director comprometido con las causas sociales más perdidas y, sobre todo, un gran contador de historias, haciendo de lo real algo maravilloso. A ser posible en Marsella, su tierra, o alrededores. De hecho, Mi querida ladrona está rodada en L'Estaque, que es un barrio al oeste, en el distrito 16, meca de pintores y de inmigrantes, y con un encanto único. Por aquí pasaron Braque y Cézanne.

El director ya rodó en este pueblo Las nieves del Kilimanjaro y proyectó recientemente su película Último verano (1980), en la que muchos se reconocían o reconocían su casa o a los suyos. Como acostumbra a ser tan radical (de raíz), siempre ha dicho que «hacía películas para devolver a mis padres lo que me habían dado». Y en esta ocasión ha añadido: «Hoy diría que la gente de L'Estaque son todos mis padres». O sea, hace las películas para ellos.

Ariane Ascaride, María en la ficción, en pleno hurto. AGAT FILMS

Por eso da tanta importancia a las casas donde viven los personajes. Sin ir más lejos, la de María y Bruno (Gérard Meylan), que le sirve para hablar de su larga historia de amor a la vez que de desempleo, un tema recurrente en su filmografía, y de deudas. «No entendían que el capitalismo era una máquina de sueños falsos, sueños no de vivir, sino de consumir para alimentar la carrera por el beneficio y el crecimiento. Todo a crédito: un salón, un sofá, una pequeña piscina, bonita y refrescante para el verano. Pero no pueden permitírselo y el agua se estanca como sus vidas», detalla el marsellés.

Por qué tienes que ver Mi querida ladrona

En este precario escenario es donde aparece la pasión por la música de su nieto como «una pequeña luz parpadeante». A sumar, en cuestión de hondas emociones, a las vistas que hay desde los hogares de L'Estaque. Robert Guédiguian se remite a su propia biografía: «Yo mismo crecí en un piso de 30 m² sin aseo, pero con un balcón que ofrecía una vista infinita del mar. Podía ver el castillo de If, las islas Frioul, el faro de Marsella». Y lo remata con palabras de cine: «Estábamos frente a una pantalla en la que se podía proyectar toda la belleza del mundo».

En la película hay un robo inicial y un suceso fortuito que pone patas arriba la vida de María y los demás. Ahora bien, Guédiguian aclara que «un robo cometido con violencia y pillaje es muy diferente de un pequeño hurto llevado a cabo por necesidad. Cuando se roba porque no hay más remedio, a mis ojos es totalmente legítimo». En este punto, alude a un momento en que la protagonista está cenando con su familia justo antes de marcharse con una anciana aterrorizada por la tormenta. Entonces, su hija y su marido le preguntan: «¿Te pagan las horas extraordinarias?». Y ella contesta: «Por supuesto que no». En cierto modo, admite el director, «María se paga a sí misma las horas extraordinarias». Y la han pillado varias veces. De ahí lo de Mi querida ladrona. Ladrona sí, querida también.

Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darroussin, juntos de nuevo en otra de Guédiguian. MATTEO SEVERI/AGAT FILMS

Luego están los otros personajes, como Audrey (Lola Naymark), a través de los cuales el director pone de manifiesto que, en el fondo, «no somos tan originales como nos creemos» y que «nuestra singularidad es limitada». Se explica: «Si a los 20 años no pensamos que somos excepcionales, corremos el riesgo de no desarrollar todo nuestro potencial. Aunque, más adelante, nos demos cuenta de que no es así. No hay ninguna contradicción. Son las etapas que hay que pasar para existir». Y el realizador, que tiene mucho de filósofo, termina tirando de Sartre y el final de Les Mots: «Un hombre entero, hecho de todos los hombres y que vale por todos ellos y por cualquiera».

Más allá de los actores ya mencionados, completan el reparto Grégoire Leprince-Ringuet como Laurent, Marilou Aussilloux como Jennifer, Robinson Stévenin como Kevin y Thorvald Sondergaard como Nicolas. Además, Jacques Boudet, fallecido en julio de 2024, interpretó al Sr. Toulouse, otro actor recurrente en las películas de Guédiguian. De él ha dicho: «Siempre fue nuestro hijo mayor. Era nuestra mascota. Ahora es nuestro ángel de la guarda».

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.