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El verano puede ser una playa virgen paradisiaca entre palmeras, pero también el lago de Garda, que ofrece otra estampa de lo que es un sueño estival, digamos más arquitectónico. Esto nos lleva directamente a la región del Véneto, que es mucho más que Venecia, su capital; la soñada Venecia. De hecho, se extiende a lo largo y ancho de siete provincias por el norte de Italia, con 150 kilómetros de costa asomada al mar Adriático y un interior plagado de pueblos medievales preciosos.
Además de unas sobresalientes Verona, Padua y Vicenza, por supuesto, que nos recuerdan el síndrome de Stendhal y por qué tantos de los románticos se embarcaron en un viaje a Italia. Si nos ponemos naturales, entonces se alzarán ante nuestros ojos los imponentes Dolomitas, parte de los Alpes orientales, de los que nunca se ha sabido si son nubes o piedras.
Los lugares a los que ir en el Véneto son infinitos. Su costa presume de banderas azules en toda su Riviera: desde Caorle a Eraclea, pasando por Rosolina, Porto Tolle o el legendario Lido de Venecia. El lago de Garda, como decíamos, es una promesa de lujo estético y recreo emocional, donde destacan el propio Garda, referente del turismo más elegante, con el promontorio de Punta San Vigilio, que es pura inspiración.
Pero también Castelleto, Magugnano, Porto y Assenza, aldeas de Brenzone, a cual más bonita. O Bardolino, nombre asociado al vino, igualmente en la ribera veronesa del lago y con la estructura en forma de peine y la arquitectura típica de los pueblos de pescadores. O Lazise, presidida por la Rocca Scaligera y con un anillo amurallado con torres que resguarda el casco antiguo.
Hay en el Véneto muchísimos itinerarios naturales, como el Valle Millecampi, un humedal muy interesante por su biodiversidad en la frontera de las provincias de Padua y Venecia. O el Parque de las Cascadas de Molina, de nada menos que ocho hectáreas, en dirección hacia San Pietro, en Cariano, y después a Molina, dentro de Fumane. Una vez en esta arcadia, las rutas de senderismo son numerosas y también las cascadas. El agua, al final, es lo que nos salva de los rigores del verano. Ahí está el inmenso Delta del Po, donde, se dice, «la tierra no comienza y el mar no acaba».
En cualquiera de estos rincones conviene tener los ojos muy abiertos. Existen hasta 3.477 villas que integran el patrimonio artístico de la región, algunas de las cuales se pueden visitar. Se alzan sobre todo entre Venecia y Treviso a lo largo del Terraglio, en las colinas de Padua, Treviso y Verona, así como en la Riviera del Brenta, frecuentada, cómo no, por Lord Byron y D'Annunzio.
Por estos lares, la excelencia es algo habitual. Solo hay que pensar que la Unesco ha catalogado hasta nueve sitios como Patrimonio de la Humanidad. Y, desde luego, no hay que perdérselos. Puede ser el mejor itinerario del verano. El Jardín Botánico de Padua, Venecia y su laguna, la ciudad de Verona, Vicenza y las Villas del Palladio, los Palafitos del entorno de los Alpes, las colinas de vides del prosecco de Conegliano y Valdobbiadene, las fortificaciones venecianas de defensa de los siglos XVI al XVII: Stato da Terra - Stato da Mar Occidental, la serie de frescos del siglo XIV en Padua y los ya mencionados Dolomitas.
Seguimos en la que es, tal vez, la Europa más desconocida. Entre Viseu, un hito del arte sacro y la arquitectura religiosa, y Coimbra, ciudad universitaria por excelencia que rivaliza con la anterior en belleza, se halla el Montebelo Aguieira Lake Resort & Spa, un refugio perfecto para el verano que además está junto a un lago. El enclave geográfico, desde luego, es magnífico en medio de la más apabullante naturaleza. Y se encuentra a solo dos horas y media en coche desde la frontera con España, con lo cual puede ser un buen punto de partida para adentrarse en el vecino Portugal, que tanto sorprende, más allá de Oporto y Lisboa.
Hablábamos de la excelsa Coimbra y su patrimonio, que hay que verlo para creerlo, sobre todo cuando se está en su universidad, una de las más antiguas de Europa, en lo alto de la ciudad con vistas al río Mondego. Sin olvidarnos de la Mata do Buçaco, el bosque cercado por un elevado muro con once puertas de entrada, donde caben el verde más intenso y la exuberancia más mágica. O de la ecopista del Dâo, que fue la línea ferroviaria de la región del mismo nombre, para lanzarse a recorrer estas tierras en bicicleta. Se extiende a lo largo de casi 50 kilómetros, conecta Viseu, Tondela y Santa Comba Dâo, y tiene fama de ser una de las más hermosas ecopistas del país.
Hay tanto para ver que no se puede contar. Sí destacar las fabulosas quintas que abundan en la región, en donde se puede gozar del placer de una cata de vino. Para luego terminar descansando en un apartamento o una villa, con cocina equipada, amplias zonas de estar y balcones con vistas al lago o los jardines, en el Montebelo Aguieira.
Muy pensado, por cierto, para los mejores planes familiares. No solo por la piscina exterior, que siempre es una bendición en días de calor, sino por los paseos en barco que ofrece el resort, los senderos que lo rodean, así como las actividades del Kids Club o los pícnics junto al agua. Pero también para las parejas, con masajes relajantes y tratamientos para reequilibrar cuerpo y mente, o una velada romántica en el restaurante en una ambiente idílico. Y para todos, claro, la piscina cubierta, el gimnasio y un puerto deportivo privado para la práctica de deportes acuáticos.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.