AUTOAYUDA ARTÍSTICA
AUTOAYUDA ARTÍSTICA
Ya lo decía Picasso, que cada niño es un artista y que el problema reside en cómo seguir siéndolo al crecer. Del malagueño son también estas otras palabras igual de iluminadoras: «El que busca encuentra, pero también es encontrado por lo que busca». A partir de aquí, hay que rendirse ante la creatividad, que tiene mucho de duende y no poco de magia.
De trucos tratan precisamente estos tres libros, en su caso para hacer aparecer a las musas, tanto si se fueron sin despedirse y están tardando en volver como si nunca jamás se presentaron. La creatividad se lleva todos los piropos. Le toca echárselos a la veterana en estas lides y mujer de cine Julia Cameron: «No hay nada que haga que la gente sea tan generosa, feliz, vital, audaz y compasiva, tan indiferente a las peleas y a la acumulación de objetos y de dinero».
Estos libros son guías para dar con las ilustres habitantes del Parnaso y llevarlas a nuestro terreno. «Ser creativo es -a juicio, de Cameron-, una cuestión de fe». Hay que creer en uno mismo incluso sin haber visto.
El camino del artista, de Julia Cameron, es un clásico de la creatividad. Un libro de los noventa que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo. No es que sea una varita mágica, pero sí que se le atribuye el don de desbloquear, creativamente hablando, a grandes de las artes como el propio Martin Scorsese, su exmarido y padre de su única hija, además de a Natalia Lafourcade o Alicia Keys.
El método viene a completarse ahora con la publicación de Vivir el camino del artista (Aguilar), donde Cameron revela la cuarta herramienta para despertar a las musas: hallar tu propia voz. O dicho de otro modo: cómo conectar con el poder intuitivo dentro de ti y confiar en las respuestas que recibas.
Ya del anterior libro colgaban las otras tres llaves para abrir la puerta a la creación. Por un lado, la escritura diaria a mano, las llamadas páginas matutinas, para «desaguar el cerebro». Por otro, los encuentros con el artista (tú), reservando tiempo para «alimentar tu conciencia creativa». Es decir, ver a solas una película antigua, ir a una galería de arte o dar un paseo solitario por un lugar inspirador. Siempre teniendo en mente que el lenguaje del artista es una experiencia para los sentidos. Por último, embarcarse en una exhaustiva introspección guiada. Todo esto hará que «modifiquemos nuestra conciencia y nos abramos a un nuevo horizonte imaginativo».
Resulta curioso que lo escribiera en el Upper West Side, a una manzana de los antros que frecuentaba Duke Ellington y donde «los violonchelos son tan frecuentes y aparatosos como las vacas en Iowa». Parte del paisaje. Para Cameron, todos somos creativos: «Así como tener sangre es un hecho innegable de tu cuerpo físico, no lo has inventado, la creatividad es un hecho innegable de tu cuerpo espiritual, nada que tengas que inventar».
El autor de Los demonios creativos y cómo acabar con ellos (GG), Richard Holman, procede del mundo del diseño y la publicidad. Sabe de sobra lo que es generar ideas y ayudar a generarlas. Para marcar el proceloso camino que lleva a la creatividad, se sirve del arte, la filosofía, la naturaleza y la neurociencia, intercalando experiencias y anécdotas. Unas veces es Leonardo da Vinci el ejemplo. Otras, Marina Abramovic, la madre de todas las performances, o J.K. Rowling, la creadora de Harry Potter.
El objetivo es, como reza el título, decir adiós a dichos demonios, que no son otros que los de la procrastinación, la página en blanco, la duda, la convención, las limitaciones, la crítica, el robo, los accidentes, el fracaso y la decepción. Factores, a juicio del autor, «tremendamente bloqueantes, forjados y anclados en nuestra mente, que no hacen más que entorpecer nuestro fluir creativo».
Holman, que entrevista a artistas y creadores en el pódcast The Wind Thieved Hat, sostiene que «la creatividad no se aprende, se desaprende». La tuvimos de niños, la perdimos de adultos: «Cuanto mayores nos hacemos, más cuestionamos nuestras capacidades, sentimos cada vez más miedo de cometer errores, de quedar en ridículo. Y así, poco a poco, cada uno de nosotros desarrolla su propio y pernicioso grupo de demonios creativos». Picasso, después de todo, tenía razón.
Por lo pronto, Richard Holman recalca que ningún artista está libre de ellos, ni siquiera los más talentosos y exitosos. Que «cuanto más tiempo dejes a tus demonios sin control, más prosperarán y crecerán». Y, por último, que pueden ser vencidos. Llegados a este punto, se muestra entusiasta respecto a lo que la creatividad puede aportar: «Necesitamos ideas originales e innovación que ayuden a resolver los problemas a los que nos enfrentamos los seres humanos y todas las demás especies en nuestro planeta». Lo mismo que «libros, obras de teatro, películas, música, teatro y arte que nos unan y nos ayuden a comprender lo que significa estar vivos hoy».
Otro experto en la materia, en este caso el fundador y CEO de la startup del ramo Zealous, con sede en Londres, ha lanzado al mercado Despierta tu creatividad (Aguilar), con 7 pasos para desbloquearla. Guy Armitage, experto en inteligencia artificial y fotógrafo mucho más que aficionado, pone sobre el papel su experiencia en torno a la inspiración junto a infinidad de artistas e instituciones.
Y lo ha hecho a través de unas pautas que se presentan como «simples pero juguetonas», en las que no falta el humor y que, al parecer, son de probada eficacia, sobre todo si «quieres hacer de tu imaginación algo real» o necesitas un estímulo creativo. Estas herramientas, afirma, resultan «necesarias para que permitas que la creatividad brote en tu vida», y así dar alas a tus proyectos «de manera eficiente y con la retroalimentación adecuada de aquellos que de verdad puedan ayudarte». Porque no hay que olvidar que «los escritores, artistas, alfareros o fotógrafos nos enfrentamos constantemente a situaciones en las que requerimos de inspiración que nos incentive».
Se puede empezar por tomar conciencia de que «ser fiel a uno mismo es importante y permite que tu trabajo sea auténtico». «¿De verdad estás haciendo lo que quieres o lo que otros esperan que hagas?», se pregunta el autor. Luego habría que asumir que «obsesionarte con crear una idea original es una pérdida de tiempo y te llevará a bloquearte». Y aceptar, entre otras cosas, que «el cansancio puede llevarte a tomar malas decisiones y a perder el control de tus emociones». Lo que continúa se puede aplicar a todo: «Tu mente necesita descanso para poder funcionar como es debido».