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El lado oscuro del spinning

A pesar de que es posible regular la intensidad y la fuerza del ejercicio, si sobreentrenas puede acarrear graves consecuencias

Una chica, practicando en una bicicleta estática. / fotolia

SILVIA TORRES

Una clase de spinning puede parecer casi lo mismo que dar un paseo en bici por la montaña o pedalear por tu cuenta en una bici estática. Sin embargo, es un entrenamiento mucho más intenso y es muy fácil pasarse de rosca. Lo primero es que no hay muchos descansos en una clase de spinning. Cuando vas en una bici la propia realidad te obliga a aminorar la marcha de vez en cuando para esquivar obstáculos como los coches, pero en la clase de spinning no hay coches, no hay peatones, y tienes a un profesor delante y a muchos compañeros entusiastas dándolo todo y animándote a que cada vez vayas más lejos y aprietes más los pedales.

Es fácil salir baldado de la clase, haber quemado muchas calorías y haber practicado un ejercicio de altísima intensidad. Algunos aseguran que se pueden quemar hasta 700 calorías en una clase de 45 minutos. Esto pone al spinning a la cabeza de los entrenamientos más intensos que se pueden encontrar en un gimnasio. Un estudio realizado en el University Hospital de Suecia asegura que una hora de spinning es suficiente para liberar en la sangre los componentes químicos que se asocian con el estrés del corazón. La presencia de estos biomarcadores en la sangre son un símbolo de que se ha entrenado bien.

Es el tipo de hallazgo que también se encuentra en los corredores habituales de maratones y se cree que estos componentes tienen un papel en la reparación de los vasos sanguíneos. Además, pueden variar la composición del cuerpo, disminuyendo la grasa y disminuyendo la tensión arterial. En todos los estudios se ha visto que los que practican spinning habitualmente mejoran su capacidad cardiaca y pulmonar. Los que están a favor del spinning aseguran que se puede alcanzar la misma intensidad del running o del hiking con un menor impacto y menos riesgo de lesiones.

El lado oscuro del spinning está en que a pesar de que es posible regular la intensidad y la fuerza del ejercicio, también es muy fácil dejarse llevar por el entusiasmo y terminar sobreentrenando. Y las consecuencias pueden ser graves. El spinning se ha relacionado con el desarrollo de una enfermedad llamada rabdomiolisis, que se caracteriza porque los músculos se debilitan al punto de liberar una proteína que puede dañar a los riñones.

Se ha observado en personas que sienten inflamación en las piernas, problemas para caminar y dolores musculares en las 48 horas siguientes a una clase de spinning. El riesgo aumenta porque durante una clase de spinning se suelen consumir al menos un litro de agua . Incluso en atletas entrenados el spinning puede ser problemático. Un estudio publicado en la revista Journal of Strength and Conditioning Research concluye que el spinning puede arrastras a mucha gente a pasarse del punto en que el ejercicio deja de ser beneficioso para empezar a causar perjuicios. “Si fuera usado como un entrenamiento diario es posible que la intensidad extrema y demasiado alta causara problemas funcionales”, dicen los autores.

Lo que nadie discute es que el spinning es un ejercicio extraordinario pero hay que dosificarlo. Hay que dar tiempo a los músculos para adaptarse a la intensidad del entrenamiento, incluso si eres un atleta experimentado llevarte hasta tus límites de rendimiento en la primera o segunda sesión de spinning te puede dar problemas. E incluso una vez que has conseguido un buen nivel y una buena capacidad pulmonar practicar spinning a diario puede ser arriesgado. En cambio si lo que buscas es un entrenamiento para practicar algunos días de la semana, y especialmente si tienes que dejar el running por lesiones, el spinning puede ser una buena opción. Como en casi todo el secreto está en la dosis.

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