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La imprescindible necesidad de la coeducación en casa

Para que la igualdad entre hombres y mujeres sea efectiva, es necesario un cambio también en las escuelas, con una coeducación real.

Una familia cocinando. / getty

Joaquina Dueñas
JOAQUINA DUEÑAS

Esta semana las miles de mujeres que han salido a la calle para reivindicar la igualdad efectiva entre hombres y mujeres han dejado meridianamente clara la necesidad realizar un cambio real en la sociedad. Un cambio que para que sea real debe empezar también en las escuelas con una coeducación real.

Es muy fácil escuchar a niños de primaria decir que un juguete es de niñas o que tal o cual ropa es de niños, algo que no puede atajarse sólo desde las escuelas y que requiere de la colaboración imprescindible de las familias. Cada día se vuelven más populares las celebraciones temáticas de c olor rosa sólo para niñas o deportivas sólo para niños. Sin embargo, también hay que reconocer que también podemos encontrar más roma unisex y un movimiento reivindicativo que pide que las niñas también lleven eslóganes aventureros en sus camisetas.

Coeducar es educar en común y en igualdad, más allá del sexo de las personas. Para ello hay que detectar los estereotipos de género y ser conscientes de ello para modificar las conductas y el lenguaje. Recientemente se hizo viral un video en el que vestían a bebés niños con ropa de niña y viceversa y se observa el comportamiento sexista inconsciente por parte de adultos que a los que se les anima a jugar con los pequeños.

Se trata de permitir que los niños desarrollen su afectividad y su profesionalidad en igualdad de oportunidades y con la misma seguridad en ellos mismos. Historias como Arturo y Clementina, Las princesas también se tiran pedos o la que quería escribir, Don Caballito de Mar o Cada familia, son algunos de los ejemplos de cuentos que las familias pueden utilizar para llevar la coeducación a casa.

Sin embargo, la mejor educación es siempre ejemplo. En la vida cotidiana de las familias, las mujeres y las niñas siguen asumiendo mayor carga de trabajo familiar, encargándose más de las tareas rutinarias y de los miembros dependientes. Además, las madres disfrutan habitualmente de menos tiempo de ocio y de peor calidad. Por eso también es interesante observar y reconocer en casa la distribución de tareas y procurar hacerlo de forma equitativa entre todos ya que la familia es un modelo de transmisión de valores, actitudes y formas de ser.

Algunas pautas interesantes por las que empezar son:

  1. 1

    Favorecer la comunicación y la expresión de sentimiento entre todos los miembros de la familia.

  2. 2

    Practicar deporte en familia, sin discriminación de género alguna.

  3. 3

    Procurar la corresponsabilidad en el hogar con obligaciones para cada uno de los miembros sólo en función de su edad y de su capacidad.

  4. 4

    Cuidar el lenguaje para evitar los comentarios sexistas y los estereotipos de género.

  5. 5

    Evitar los regalos, los juguetes y la ropa sexista. No se trata de quemar las faldas de tul de tu hija o los camiones de la estantería de tu hijo, sino de incorporar con la misma naturalidad otro tipo de ropa y de regalos.

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