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¿Hay que contar todo a la pareja?

Algunas personas tienen necesidad de mentir. Otras, sin embargo, cuentan demasiado. ¿Cuál es el límite entre la confianza y el espacio propio?

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Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

La buena comunicación es clave en una relación amorosa e implica compartir sentimientos y hablar de lo que nos preocupa o deseamos. Pero ¿hasta dónde tiene que llegar la sinceridad con el otro?

Hay cosas que pertenecen a cada uno y que se pueden decir, o no, según su importancia para la relación. El jardín privado donde habitan deseos, fantasías, ideales, pensamientos y afectos de todo tipo conforman la subjetividad que cada uno ha logrado construir. Parte de ella se puede compartir, pero no toda. Se necesita una cierta intimidad, un espacio psíquico íntimo. Sería conveniente hablar de esto al principio, aunque no sea fácil. La idea general es que ha de hablarse de todo, confundiendo la confianza con la pérdida del espacio propio.

Elena no hacía más que darle vueltas a lo que le estaba pasando con Alberto. Llevaban tres años saliendo y, no sabía por qué, pero había empezado a ocultarle cosas. Si llegaba tarde a casa porque se había ido a tomar algo con sus compañeros, le decía que había tenido mucho trabajo. Suponía que, si no le mentía, comenzaría a pensar que se había quedado porque le gustaba otro hombre. Cuando se conocieron, él le contó que su ex le había sido infiel, pero nada más. Ella, sin embargo, le dio demasiados detalles de sus relaciones anteriores y después se arrepintió.

¿Por qué Elena había empezado a esconderle información? Porque sentía que, más que querer saber lo que hacía, lo que deseaba era controlarla. Elena intentaba mantener para ella misma algunos aspectos porque, cuando la relación se volvió afectivamente intensa, empezó reproducir inconscientemente la relación que en su psiquismo aún mantenía con su madre, una mujer muy controladora, pero poco afectiva. No quería repetir con él una relación fusional, que no había podido resolver del todo con su madre. Al intentar guardarse cosas para ella, se sentía más libre, pero también culpable. Este movimiento inconsciente lo descubrió al acudir a una psicoterapia que se planteó cuando hablaron de vivir juntos, pues se dio cuenta de que le asustaba que la convivencia estropeara la relación.

Respetar la individualidad

Elena pudo resolver la dependencia que inconscientemente tenía hacia él cuando cambió la posición que mantenía con respecto a su madre. Estaba demasiado atada a ella pero, al distanciarse, fue capaz de construir con Alberto una relación con matices nuevos, donde cada uno podía tener un espacio privado.

En una relación amorosa conviene aprender a gestionar la intimidad con el otro respetando la individualidad. En ocasiones, se exige a la pareja que relate sus historias amorosas con el pretexto de que hay que contarlo todo. Pero esta petición puede estar al servicio de controlar al otro, a pesar de que sabemos que el control tiene muy poco que ver con el amor.

Contar a la pareja las relaciones sexuales que se han tenido promueve en ella una exigencia que no le corresponde y puede interferir en lo nuevo que se está construyendo. También se pierde, por parte de quien lo hace, la oportunidad de descubrirse siendo diferente en la relación que se empieza.

También se esconden otras razones tras la idea de contarlo todo. Si se decide relatar a la pareja un asunto que tenemos guardado, conviene tener claro a qué está destinado ese acto. Se pueden confesar algunas cosas por amor, pero también por venganza. También es posible contar una verdad para dañar al otro o desculpabilizarnos. Podemos hablar de algo que sentimos que no hicimos bien para ser castigados o para promover que el otro haga algo.

¿Qué nos pasa?

  • Algunas personas tienen la necesidad de callar cuestiones e incluso de mentir, porque eso les produce una sensación de mayor libertad. Estas personas se han sentido invadidas en su intimidad cuando estaban construyendo su identidad. Al omitir esa información, se defienden de la excesiva intromisión del otro.

  • Se coloca a la pareja en un lugar que no le corresponde, el de una madre o un padre controlador, lo que indica que no se ha salido de una posición infantil.

¿Qué podemos hacer?

  • Antes de revelar algo íntimo a la pareja, conviene reflexionar sobre por qué se lo contamos. Podemos confesarle algo que nos resulta complicado resolver, tratando de que tome la decisión por nosotros, pero el otro solo puede apoyarnos.

  • Cuando nos hemos hecho responsables de nuestros actos, podemos ser más sinceros, porque no hablamos para descargar aquello de lo que no podemos hacernos cargo, sino para compartir nuestra vida con nuestro compañero.

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