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Piensen en Andy Warhol, luego incluyan a Liza Minnelli y sitúenlos en el mítico Studio 54 de Manhattan. No tardará en aparecer en escena, con porte de diosa modernamente olímpica, Elsa Peretti (1940-2021). Ahora viajemos del gran Nueva York al pequeño Sant Martí Vell, donde está la Fundación Nando y Elsa Peretti, que Leonor y Sofía visitan hoy en el marco de los Premios Princesa de Girona.
Solo con este vuelo oceánico desde la ciudad de los rascacielos hasta el punto exacto donde Salvador Dalí selló su amor con Gala, allí donde se alza el santuario dels Àngels, estaremos dibujando la trayectoria exacta, y también algo celestial, de esta modelo y diseñadora de joyas única con vocación de mecenas y filántropa. No busquen a otra Elsa Peretti porque no la hallarán.
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Esta florentina de mundo se encontró con dicho pueblo medieval, de la comarca del Gironés (Girona), en estado de semiabandono y se puso manos a la obra. Precisamente a la manera de Dalí, aunque menos extasiada ante el surrealismo. La cosa es que Peretti hizo de esta localidad perdida en la Cataluña profunda un templo artístico, lo mismo que el de Figueras elevó a sus cielos al marinero Port Lligat. En su caso, comprando y restaurando casa tras casa, empezando por la propia, que adquirió en 1968, hasta llegar a la iglesia, de origen románico, y más allá. Siempre respetando la arquitectura original y con la misma pasión con que diseñaba joyas para Tiffany & Co.
De hecho, hacia 2017, la mitad de Sant Martí estaba reconstruido. No solo eso, sino que había conectado unos edificios con otros por un laberinto de galerías subterráneas y puentes aéreos alrededor del centro del pueblo, la Plaça del Poble. Lo que ella llamaba «una casa expansiva». Hoy todo esto es patrimonio de su fundación, que recibe este 24 de julio la visita real. Y no es de extrañar, involucrada como está en iniciativas culturales, sociales, medioambientales y científicas. Muy del gusto de la reina Letizia e hijas, la verdad.
Al fin y al cabo, es donde se guarda el legado de esta mujer apasionada que frecuentó a los creadores más iconoclastas de los sesenta y setenta neoyorquinos. Pero también a la gauche divine, el grupo de intelectuales y artistas que salió de las noches sin fin de la mítica Bocaccio, en Barcelona, lo que tuvo mucho que ver con que finalmente se instalara en este rincón gerundense. A solo diez minutos de Púbol, otra vez Gala y Dalí, quien se acercó a ella tras verla en una fotografía de Oriol Maspons. La foto de Elsa Peretti vestida de monja junto al pintor en su querido refugio de Cadaqués data de 1966. Ya entonces había sucumbido a los hechizos del Ampurdán. Y fue también gracias a una imagen, esta vez de la inolvidable Colita, como Elsa supo de Sant Martí Vell.
No es difícil imaginársela despachando con Xavier Corberó, el escultor que soñó el imposible Espacio Corberó sin miedo a que se hiciera realidad. Claro que Corberó, que además fue pareja de Peretti, con quien creó sus primeras joyas, había hecho migas con Marcel Duchamp y tenía un abuelo que tocaba el clarinete en un trío con Pau Casals. Un inciso: no hay que perderse el documental Viu, Viu, Viu, señor Corberó (2020), de Diego Postigo. En cuanto a esos dos, todo encajaba.
No hay más que ver los interiores de sus casas, donde una piedra de molino convertida en mesa de comedor cohabita como si tal cosa con obras de arte de sus amigos, de Dalí a Giorgio de Chirico, pasando por el fotógrafo Hiro. Y con piezas de artesanía indígena, joyería art déco, sus bocetos y objetos artísticos de sus viajes a Oriente, África y Oceanía. Tal era la visión estética de Peretti, a menudo con toques de Blau de Montserrat, ese pigmento tradicional que lo tiñe todo de azul.
Peretti no se quedó ahí, en el diseño de joyas casi mitológicas, muchas de los cuales han terminado en el Museo Británico, como el collar de escorpiones inspirado en la flora y la fauna de Sant Martí, cuando no en el de Bellas Artes de Houston o el de Boston. Cómo olvidar el famoso brazalete Bone Cuff, el esqueleto de la serpiente y aquel colgante nacido de un jarrón de flores de mercadillo. Tanto influyó esta tierra en su trabajo que dejó escrito: «Mis veinte años con Tiffany están ligados a Sant Martí Vell de una forma inseparable que resume todo lo que amo. Personas, animales, plantas, objetos y... recuerdos imborrables».
Porque a los trabajos de restauración de Sant Martí sumó su apoyo a la conservación de la ciudad griega y romana de Empúries, fomentando la protección del patrimonio histórico-artístico y artesanal, perfilándose así como mecenas, impulsando las artes visuales, creando el Teatre Akadèmia de Barcelona y la sala de exposiciones Lo Spazio. Echando siempre una mano en asuntos humanitarios y educativos. Y metida además a granjera y bodeguera, en consonancia con el terruño, con la etiqueta ecológica Eccocivi. Tanto entusiasmo dinamizador le valió en 2013 el Premio Nacional de Cultura del Consell Nacional de la Cultura i de les Arts (CoNCA). Por cierto, la primera persona no catalana en recibirlo.
Ya en 2000 había puesto en marcha la Fundación Nando Peretti en honor a su padre, a la que quince años después añadió su nombre. Era su deseo «abordar las crecientes desigualdades sociales y económicas y la degradación planetaria». Fue, sin duda, una adelantada a su tiempo, una ecologista espontánea, que se planteó la fundación como «una ventana abierta al mundo» para responder con rapidez a las necesidades de una sociedad cambiante. Los frutos están ahí. Se han financiado en total más de 1.380 proyectos por valor de más de 90 millones de euros. Y hoy «sigue siendo un lugar con una gran riqueza espiritual, donde el hombre puede convivir con la naturaleza y la historia en una experiencia atemporal», apuntan desde esta institución.
Atrás se había quedado el modelaje de la mano del divino Halston, para quien diseñó el frasco de su primer perfume e improbables joyas y por quien terminó siendo, como Anjelica Huston, una Halstonette. De una de sus fiestas había salido aquel disfraz de conejita que se colocó, en un arranque instantáneo, para posar ante Helmut Newton y su cámara en el ático de su apartamento en Nueva York. Lo combinó con un collar de diamantes de Tiffany, cómo no, y unos zapatos de Ferragamo que habían sido de su madre, Maria Luigia Pighini. Era 1975 y se estaba revelando un icono.
Elsa Peretti, hija de Ferdinando Peretti, un magnate del petróleo, que se había educado en Roma y Suiza, pasando por Milán, donde se licenció en diseño de interiores, falleció un 18 de marzo de 2021 en Sant Martí Vell. Lo había preferido a Manhattan, a Porto Ercole e incluso a la Ciudad Eterna. Su noción de la belleza era sublime, pero la derramaba entera aunque fuera sobre una jarra de agua.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.