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ENTREVISTA

Lauren Izquierdo, autora de novelas posrománticas: «Mi único objetivo con mis historias es que nadie muera de sobredosis de azúcar»

Es periodista de moda, estilo de vida y belleza, pero cuando se pone posromántica le salen novelones de «amor fou» muy siglo XXI. Caso de Madrid tiene los ojos verdes, su última entrega. Lauren Izquierdo es la reina del drama y de la literatura que engancha a la generación Z.

Lauren Izquierdo es periodista y reina del posromance. PATRICIA BLAS

Vienen tiempos de novela posromántica y posromances. Lejos, muy lejos, de la prolífica Corín Tellado y no digamos ya de Lord Byron o el Goethe de El joven Werther, hemos dado con una autora que se autodefine como la reina del drama, sin que esto tenga nada que ver con el culebrón, y que es capaz de montarse una película en cuestión de minutos en clave literaria. Rendida ante el amor, pero no ante cualquier tipo de amor. El título de su última entrega podría ser una cursilada, Madrid tiene los ojos verdes (Suma de Letras), pero es justamente su antídoto.

Lauren Izquierdo (1999) escribe -sirva el recurso poético- como arrastrada por las olas, que para eso es de Almoradí (Alicante), aunque ahora ande enamorada, o posenamorada, de la capital. Ella misma lo cuenta citando no a Shakespeare, que podría, sino a Pablo López, por lo que la intuimos pop, pese a que en un rato se despida para ir a la ópera. Un día, el cantante dijo en uno de sus conciertos: «Madrid, gracias por todas las puñeteras noches de mi vida». Y Lauren encontró una coincidencia, calcula, del 110%.

Se explica: «Madrid me ha declarado la guerra y el amor en mil millones de ocasiones. En Madrid me dieron mi primer beso y también el segundo». También fue en la capital donde David Guetta, otro referente que se le hace inevitable, «me dijo que era muy guapa cuando yo me sentía fea». Y donde se coció a fuego rápido su pasión por los libros, tanto da leerlos que escribirlos.

Lauren Izquierdo y Carrie Bradshaw en la era TikTok

Porque las historias de Lauren son algo así como su propio Fashion and the City; el Sex de Carrie Bradshaw y compañía se lo dejamos a los lectores. Con la salvedad de que la City a veces es París, con quien tiene un affaire que la lleva a abandonarse a la belleza más hedonista. También es verdad que la recibe con una copa de chardonnay y un beso al aire. Y así, como diría alguna de sus protagonistas, sí. Luego está la Fashion Week Paris, a la que no puede resistirse. De hecho, su última ruptura la pasó allí, «con mi amiga María enganchada al brazo y con la Torre Eiffel de fondo después del desfile de Saint Laurent». Muy de novela de Lauren Izquierdo. Por algo dice que París la devuelve siempre al centro.

Madrid tiene los ojos verdes, la sexta en su bibliografía, se presenta como «una romcom con tintes milenial para lectoras de la generación Z» y planteando una pregunta que suena definitiva: «¿Qué ocurre cuando te rompen el corazón y lo ve media España porque se ha hecho viral?». Con su autora, periodista graduada en la Universidad Carlos III, que se especializó en moda, estilo de vida y belleza, hemos hablado, en un guiño a Gabriel García Márquez, del amor y otros demonios.

MUJER HOY. ¿Cómo decide hacerse escritora de novelas y por qué? ¿Qué la llevó a dar ese paso?

LAUREN IZQUIERDO. Creo que estaba predestinada. De pequeña fui una lectora muy precoz y pronto empecé a interesarme por escribir, y fue porque odiaba el final de muchos de los libros que leía. A los doce publiqué mi primer relato con Rotary Club; a los quince, el segundo, y a los dieciocho me lancé a escribir mi primera novela. El destino me unió a mi antiguo editor en un brunch, y cinco años después, mi editora y yo nos encontramos en el camino de la otra. En cuanto a lanzarme a dar el paso, no lo tengo claro. Solo sé que tengo la imperiosa necesidad de escribir historias, y afortunadamente -y espero que sea así durante muchos años- he podido verlas materializarse en libros que ahora ocupan un hueco en muchas estanterías.

Lauren Izquierdo ha publicado recientemente Madrid tiene los ojos verdes. PATRICIA BLAS

Se define como la reina del posromance. Explíquenos eso y cómo se plasma en lo que escribe.

A un rey lo corona el pueblo o la tradición. En mi caso, creo que todavía es pronto para reinar. Pero digamos que vivo mi proceso creativo como si fuera una república. Tengo afiliados y escépticos, como sucede en cualquier ámbito. Aunque estoy dispuesta a que mi vida se transforme en la de Mia Thermopolis. El posromance es el futuro del romance tradicional. Mi único objetivo con mis historias es que nadie muera de sobredosis de azúcar, ni que entre en un psiquiátrico. Quiero que la forma de entender el amor, las relaciones o a una misma sea la más sana posible.

El romanticismo que quiere la generación Z

¿Reniega de la novela romántica tradicional?

No reniego de ellas, cada uno que lea lo que quiera. Pero el mundo avanza, y la literatura y la ficción tienen que hacerlo con él. El cine y la novela romántica de hace años homenajeaba muchos patrones tóxicos que han hecho a miles de personas suspirar: Hache en Tres metros sobre el cielo, Chuck Bass en Gossip Girl, Mr. Big en Sex and the City...

Creo que la Gen Z busca otra cosa a la hora de soñar con algo que la enamore, o al menos debería hacerlo. Si alguien te trata como si no le gustas, es que no le gustas. Si alguien no te responde, es que no le gustas, y si alguien te engaña con otra, por Dios, ¡claro que no le gustas! Las redes sociales han tenido algo que ver. No hay que esforzarse hasta el límite para convencer al otro de que tiene que quedarse.

Hay que reinventar entonces lo romántico.

Vivimos rodeados de términos como ghosting, benching, love bombing… Y nos hemos olvidado de mirarnos a los ojos, de ser valientes y de asumir que el valor debe ir por delante del rechazo. Por lo que creo que la literatura romántica de la actualidad, o al menos la mía, debe recordarnos lo bonito que puede ser estar cagada de miedo, pero ser valiente y vulnerable a la vez por alguien que merece la pena. Eso y tener presente que sin amor propio y sin salud mental no vamos bien a ningún sitio.

Una autora prolífica y de novelas de amor. ¿Qué le parece una denominación como la Corín Tellado de la generación Z?

Como ella hay muchas: Nora Roberts, Megan Maxwell, Elísabet Benavent, Alice Kellen… Vivo rodeada de autoras increíbles con miles de historias con las que soñar.

¿Prefiere el jaleo de la redacción, un café en París con regusto literario o un coworking de último diseño donde dar alas a su último drama?

He escrito en lugares inimaginables. De momento, el espacio no me cohíbe mientras haya inspiración. He terminado capítulos de madrugada interrumpida por un sueño, en la sala de espera por una gastroscopia, y los agradecimientos de mi último libro los escribí en un vuelo a París en las notas de mi móvil. No soy disciplinada y no tengo rituales. Si hay una historia en mi cabeza, no importa dónde.

Lauren Izquierdo, 26 años y seis títulos publicados ya. PATRICIA BLAS

¿Se canta lo que se pierde, como decía Machado, o es más de escribir al amor vivo, eterno y apasionado?

Me gusta escribir sobre el amor de verdad. Me da igual si es a un familiar, a los amigos que se convierten en familia, al de una pareja o al de una misma. No creo en las historias edulcoradas ni en las historias apasionadas que acaban en himnos como Toxic de Britney Spears. Pero no soy estoica. Quiero decir, he pasado por dos duelos muy importantes en mi vida, me han roto el corazón y he aprendido que la gente que me quiere cuida de mí cuando lo necesito. Ese es el amor real en el que creo.

¿En qué se inspira?

No hay nada que me fascine más que la gente. Cómo se relaciona, cómo siente y cómo ama. Es lo que nos define.

Las referencias culturales de una autora posromántica

¿Hasta qué punto lo que escribe es autobiográfico?

No hay nada autobiográfico, pero, obviamente, sentir es humano, y yo soy humana, como diría Chenoa. Si escribo sobre duelos, sobre relaciones, sobre referencias culturales con las que me identifico o sobre ilusiones, a veces una tira de lo que sabe y de lo que ha vivido.

Escribe sin parar, pero ¿lee también sin parar? ¿Cuáles son sus autores favoritos, esos que la han marcado para siempre?

Sí, me encanta leer. Este año llevo 68 libros, según Goodreads. Mi libro favorito es un tópico, pero no por ello menos verdadero, El principito. Cada vez que lo leo, aprendo algo nuevo sobre la vida, los humanos o yo misma. De hecho, cada vez que voy a París voy a una librería y me traigo una edición nueva. Ya me conocen y siempre me guardan los mejores tesoros. Lo tengo en todos los idiomas.

¿Y libros que me hayan marcado? A ver: Conversaciones contigo, de Claire Daverley; La lista de arrepentimientos de Clover, de Mikki Brammer; Las frases robadas, de José Luis Sastre; Otra vida, de Jodie Chapman; Las 27 citas de Charlotte May, de Abril Camino; Un sexo llamado débil, de José Luis Martín Vigil; Me alegro de que mi madre haya muerto, de Jennette McCurdy; Book Lovers, de Emily Henry… Y así podríamos seguir durante horas.

¿Y sus referencias culturales?

Me encanta la cultura pop. Me he nutrido con miles de estímulos: música de los 80, clásica, libros, cine y stickers. Lo mismo te sorprendo escuchando el preludio de 'La traviata' que te mando un sticker con el «¿perdona?» de Belén Esteban. Cómo conocí a vuestra madre es mi serie favorita; Notting Hill, mi película de culto (¿quién puede resistirse a ese Hugh Grant de los 90?), y Ave María, de David Bisbal, la canción que pongo cuando estoy triste, junto a Maria, de Blondie, o el Himno (para los que están jodidos), de La La Love You. Me gusta ser camaleónica y tener tantos registros. Cuando era adolescente me daba miedo que me etiquetasen, ahora quiero alimentarme de todas ellas.

¿Qué papel juegan el humor y la ironía en sus historias?

Creo que forma parte de mi esencia. Soy sarcástica por naturaleza, y eso es algo que quería plasmar en mis novelas, al igual que el humor. La vida ya es demasiado dura, triste e injusta como para tomársela en serio todo el rato. Hay que reírse. De lo que nos pasa y de una misma. Al final, si algo o alguien te hace daño, por lo menos que te dé dinero.

La portada de la última novela de Lauren Izquierdo.

Háblenos de su primer libro. 

'Silencio' fue mi primer libro. Lo escribí con 18 años en la clase de segundo de bachillerato de lengua porque me aburría un poco. Es la historia de Hera Harrison y plantea un dilema a la hora de vivir. Imagina que todo en tu vida son esferas: la laboral, la emocional, la intrapersonal, la de amistad, amor, sexo, dinero… Tienes dos formas de vivir, destacar en unos ámbitos a pesar de que eso provoque que no puedas hacerlo en otros; o llenar todas las esferas a la mitad a pesar de no destacar en nada. Es una historia romántica, complicada y ambiciosa.

Y del último.

Madrid tiene los ojos verdes es el libro con el que he dejado de sentirme novel. Creo que hay un momento en la trayectoria de una escritora en el que algo hace clic y creo que ha sido con este. Eso no significa que no tenga nada que aprender, porque tengo muchísimo, pero quien ha leído todos mis libros y lee este, se da cuenta de la evolución; lo que es normal, por otra parte.

Pero eso ha sido posible gracias a mi querida Ana Lozano, mi editora, y también a todo el equipo de Suma, en Penguin Random House. Ellos creen en mí, y me contagiaron la ilusión y las ganas de la historia de Rocío y Germán, trama que, afortunadamente, ha enamorado a toda una generación y que me ha dado -de momento- dos ediciones. Me siento muy feliz, muy agradecida y muy honrada de todos los mensajes que me llegan a diario. Es una locura.

¿Cuál será el siguiente?

No puedo contarte mucho. Solo decirte que haberlo lo hay.

¿Hasta dónde quiere llegar como escritora?

Eso es algo que decidirá el tiempo. No tengo un objetivo fijo. Quiero seguir escribiendo, y mientras se me permita y mis lectores continúen disfrutando, habrá Lauren Izquierdo para rato. Y si por el camino, alguna plataforma llama a mi puerta para hacer una adaptación, será recibida con ilusión, ganas y una reverencia.

¿Qué lugar cree que ocupa la literatura entre la gente de su generación?

Precisamente por lo que hemos hablado, creo que mi generación está recuperando la ilusión por leer. Lo veo en el metro, en los parques, en las cafeterías… Todos tenemos o hemos tenido el síndrome del corazón congelado, como lo llaman ahora. Y la literatura, sea del género que sea, nos da ese ratito de introspección para parar, respirar y perdernos. Para conectar con nuestra imaginación y evadirnos de un mundo que, a veces, no logramos entender del todo.

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