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ADIÓS AL PAPA FRANCISCO

El papa Juan Pablo II también murió en abril: así fue su funeral con representantes de 80 países y ocho casas reales hace 20 años

Estuvieron don Juan Carlos y doña Sofía, el presidente Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. No faltaron los reyes de Suecia, Dinamarca o Jordania. Hasta 300.000 personas se congregaron en la plaza de San Pedro para decir adiós al papa Wojtyla.

El papa Juan Pablo II fue enterrado el 8 de abril de 2005. gtres

Juan pablo II también murió en abril. Pero, en su caso, el día 2 y poco antes de las diez de la noche. El papa Francisco falleció el 21 y pasadas las siete de la mañana. Los dos en el marco de la Pascua, tan importante para los cristianos. El primero lo hacía a los 84 años, el segundo a los 88. Como ahora, aquel mes primaveral de 2005 hubo que poner en marcha toda la maquinaria protocolaria de la Santa Sede y entonar el canto fúnebre: capilla ardiente, funeral, entierro y cónclave. No contamos a Benedicto XVI porque renunció y al morir, digamos, no estaba en activo.

Se daba la circunstancia entonces de que hacía 27 años que no se vivía algo así, pues el polaco era pontífice desde 1978. Su predecesor, Juan Pablo I, había fallecido el 27 de septiembre de ese mismo año, tras estar solo 33 días, una cifra de por sí evangélica, en la cátedra de San Pedro. Un pontificado fugaz, uno de los más breves de la historia.

Un escenario que se va a repetir este sábado cuando a las diez de la mañana tenga lugar el funeral de Francisco. De nuevo, la plaza de San Pedro del Vaticano, el epicentro del catolicismo, volverá a llenarse de fieles llegados de todos los rincones del planeta. Así ocurrió hace veinte años, cuando hasta 300.000 personas se congregaron para dar el último adiós al obispo de Roma.

No faltaron, y no faltarán, representantes de casas reales y otras instituciones, jefes de Estado y las máximas autoridades de otras confesiones en una muestra clara de ecumenismo. Miles de peregrinos despidieron al carismático papa viajero, un apodo que se ganó a fuerza de recorrer kilómetros y kilómetros en sus casi tres décadas de papado. Llegó a visitar 129 países. Era el primer papa no italiano desde el siglo XVI y, por supuesto, el primero de Polonia. Francisco ha sido el primero latinoamericano.

Quiénes asistieron al funeral de Juan Pablo II

Lo que vamos a vivir este 26 de abril se vivió un 8 del mismo mes. En la Ciudad del Vaticano, el país más pequeño del mundo en extensión y población, no cabía ni un alma, o tal vez habría que decir cuerpo. Todos queriendo mostrar sus respetos a Karol Józef Wojtyla, el santo nacido en Wadowice. Entre ellos, los reyes Juan Carlos y Sofía, como parte de la delegación oficial de España, que completaban el presidente José Luis Rodríguez Zapatero; el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy. A esta comitiva se sumaron los presidentes autonómicos y otros políticos españoles. Más o menos como ahora, solo que fallará Pedro Sánchez.

Los reyes Juan Carlos y Sofía, junto a la reina Margarita de Dinamarca, en el funeral de Juan Pablo II.

Hubo mandatarios procedentes de más de 80 países. Ninguno de China, a donde nunca pudo viajar Juan Pablo II, pese a su «ardiente deseo» y sus esfuerzos por crear lazos de amistad. Tampoco acudió Vladímir Putin, gobernante de un país que también se le resistió al pontífice. Lo curioso fue que, por vez primera, un presidente de Estados Unidos hacía acto de presencia en las pompas fúnebres de un papa. Dicho honor le correspondió a George Bush, además de a su padre, y la secretaria de Estado en ese momento, Condoleezza Rice. Jimmy Carter, en cambio, cedió su puesto a la mujer del citado, a pesar de que fue el primer presidente en reunirse con el polaco. Esta vez se despedirán del jesuita tanto Donald Trump y señora como Zelenski, Macron o Lula.

Ni la reina Isabel II de Inglaterra ni los de Mónaco

Será un hito histórico. Durante el funeral de Wojtyla, ya vimos a los reyes, príncipes y princesas sentados en primera fila, y a las delegaciones de los distintos países, por orden alfabético, detrás. Estaban los reyes de Bélgica, los de Dinamarca, Jordania, Noruega y Suecia, así como los grandes duques de Luxemburgo. Se echó de menos a la reina Isabel II de Inglaterra, pero en su lugar acudió su hijo Carlos, el príncipe de Gales. Como anécdota, comentar que se vio obligado a aplazar su boda con Camilla, que terminó celebrándose un día después, el 9 de abril. Precisamente, la pareja real anda de aniversario.

Tampoco se desplazaron los de Mónaco. El motivo de su ausencia era de peso: el grave estado de salud del príncipe Rainiero, que moriría cuatro días después. De hecho, su muerte fue eclipsada en cierta manera por la de Juan Pablo II. Corría 2005 y el mundo perdía a dos figuras principales: el príncipe casado con la actriz y el papa que había sido actor, poeta y hasta filósofo.

Los presentes en las exequias del Santo Padre pudieron escuchar las palabras de Joseph Ratzinger, uno de sus grandes colaboradores, en su calidad de decano del Colegio de Cardenales. Quiso la providencia que unos días más tarde, el 19 de abril, fuese elegido papa con el nombre de Benedicto XVI. A este, por su parte, le despidió el propio Francisco, que lo sustituyó tras su renuncia en 2013. A él le tocó también presidir su funeral el 5 de enero de 2023.

El papa Francisco será despedido el sábado 26 de abril. gtres

Juan Pablo II, Benedicto XVI y el papa Francisco

A la hora de la homilía, volviendo a la ceremonia de Juan Pablo II, Ratzinger se centró en el pasaje de los evangelios en el que Jesús resucitado se presenta ante Pedro, que le había negado tres veces antes de que cantara el gallo, y le dijo: «Sígueme». Así habló Benedicto XVI ante la multitud reunida: «Sígueme… Esta palabra lapidaria de Cristo puede considerarse la llave para comprender el mensaje que viene de la vida de nuestro llorado y amado papa Juan Pablo II, cuyos restos mortales depositamos hoy en la tierra como semilla de inmortalidad, con el corazón lleno de tristeza, pero también de gozosa esperanza y de profunda gratitud».

No se trataba de una palabra evangélica más. Ese «sígueme» tenía mucho que ver con el joven estudiante Wojtyla. La semblanza la trazó su sucesor: «Trabajando en una fábrica química, circundado y amenazado por el terror nazi, escuchó la voz del Señor: ¡Sígueme! En este contexto tan particular comenzó a leer libros de filosofía y de teología, entró después en el seminario clandestino creado por el cardenal Sapieha y, después de la guerra, pudo completar sus estudios en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica de Cracovia».

Una plaza abarrotada el día del funeral del papa Wojtyla

Pero el clamor popular en la abarrotada plaza vaticana llegó con las últimas palabras de Ratzinger: «Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del Padre. Nos ve y nos bendice». Fue justo ahí cuando se desataron los gritos de «santo súbito» que hicieron retumbar San Pedro. Unas palabras estas para pedir la santidad por la vía rápida. Juan Pablo II también despertaba pasiones.

A este papa sí se le enterró siguiendo la tradición de los tres ataúdes. De ciprés y revestido de terciopelo carmesí el primero, introducido en otro de cinc y, por último, en uno de roble. No así a Francisco, que descansará en un único ataúd de madera. Lo dejó escrito en su testamento. Su sepulcro «debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus».

En las primeras imágenes difundidas por el Vaticano, se le ve con la mitra, la sotana blanca, la casulla roja y el palio blanco. En las manos, un rosario. Al papa viajero se le enterró con un velo blanco cubriéndole la cara, con unas monedas acuñadas durante su pontificado y con un documento sobre su vida en un cilindro de plomo.