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La mayoría de los productos que usamos para el cabello tienen compuestos químicos que pueden acabar dañándolo incluso si sabes cómo aplicarlos correctamente. Por ello, cada vez son más las marcas que procuran evitarlos. Pero si quieres asegurarte de que no hay ninguno, lo mejor es recurrir a un truco casero.
En este caso, basta con un par de ingredientes que seguro que tienes en la cocina: bicarbonato y vinagre. No, no vamos a cocinar, sino a lavarnos el pelo.
Echa una cucharada de bicarbonato en una taza o un bote y añádele una cantidad similar de agua. El resultado debe ser una pasta no demasiado líquida.
Llévate la taza contigo a la ducha y, una vez te hayas humedecido el pelo, aplícalo igual que harías con el champú. No saldrá espuma, pero eso no quiere decir que no sea efectivo.
A continuación, aclárate bien el pelo con agua en abundancia. Debes asegurarte de que no queden restos de bicarbonato o el resultado podría verse arruinado.
El siguiente paso es muy importante. El bicarbonato es una base, por lo que para mantener el PH del cuero cabelludo es necesario compensar con un ácido: el vinagre.
Nuestra recomendación es que uses vinagre de manzana, ya que el olor resulta menos intenso. No obstante, cualquier otro vinagre blanco resulta igual de eficaz.
Lo mejor es que lo tengas preparado en un difusor y disuelto con agua. Una vez te hayas aclarado el bicarbonato, distribúyelo por el pelo mojado y déjalo actuar uno o dos minutos.
El vinagre ejerce de acondicionador, por lo que te recomendamos que te desenredes el pelo tras haberlo dejado actuar. Por último, puedes volver a aclararte para asegurarte de que no te queda olor.
Puede que al principio el cabello no te dure limpio más de un par de días. Sin embargo, con el tiempo, tu pelo irá expulsando los químicos acumulados durante años y conseguirás que dure limpio hasta una semana.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.