Cada vez nos convencen más las soluciones a largo plazo que nos ofrecen los centros de estética. Enumeremos los más apetecibles: las extensiones de pestañas, el microblading de cejas y los tatuajes semipermanentes que realzan la mirada o añaden las juveniles pecas. No es ninguno de ellos el que, ahora mismo, se ha convertido en el centro de atracción de las amantes de la belleza. Hablamos del microblading de labios, una opción que había volado bajo en la demanda y que ahora, con la obligatoriedad de las mascarillas, levanta el vuelo entre las clientas. Está claro: andar pendientes del labial, de si mancha o si se corre el color, es una faena. No vamos tranquilas ni con los pintalabios 'waterproof'. ¿Solución? Cambiar el maquillaje por un tatuaje semipermanente.
Es importante insistir en este extremo: no estamos hablando de un tatuaje para toda la vida. El microblading tiene una duración aproximada de dos años, con lo que después de ese tiempo tendrás que renovar el color o podrás prescindir de él. Una ventaja añadida de este tratamiento que nos va a permitir olvidarnos de la preocupación por el labial es que perfila el contorno del labios y permite ganar unos milímetros que pueden corregir y realzar su forma. En otras palabras: conseguimos un volumen extra de una manera absolutamente natural.
El proceso dura alrededor de hora y media y se aplica anestesia local (aunque tienes que preparrte para un rato molesto). Tras el primer mes, existe la opción de repasar el trabajo por si se ha reabsorbido gran parte del color o se quieren realizar correcciones. El único cuidado que requieren los labios recién pigmentados es una hidratación constante y evitar el sol. Importante: la clave está en elegir un pigmento lo más natural posible, que dé a los labios un aspecto jugoso y apetecible. Así puedes maquillarlos sin problemas cuando busques más intensidad. El precio merece la pena: desde 350-400 euros. Y te olvidas del labial.