Así se rompió la Familia Real española tras el escándalo de Botsuana: por qué Felipe y Letizia apoyan a la reina Sofía y las infantas Elena y Cristina prefieren a su padre

Todo cambió en abril de 2012, cuando el rey emérito Juan Carlos tuvo que pedir perdón por acudir a una cacería en África con su amante alemana en plena crisis económica. No solo se rompió la cadera: originó un cisma insalvable en la familia real.

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Elena de los Ríos

Hace diez años del escándalo que convirtió a un rey, el rey emérito Juan Carlos, hoy exiliado en Abu Dabi, en un meme. Para varias generaciones de españoles, su figura no será ya la del heroico monarca que defendió la democracia española en el golpe de Estado del 81, sino la del señor pillado in fraganti que tuvo que pedir perdón a todo un país en televisión. Se cumple una década del «Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a suceder», hoy un lugar común de las disculpas con guasa que, sin embargo, originó una crisis institucional de primer orden y un cisma familiar que se ha vuelto insalvable. Nada ha sido igual desde que Juan Carlos decidiera acudir a una cacería en Botsuana acompañado por su amante, Corinna Larsen, en plena crisis de la economía española, amenazada entonces por una intervención de Bruselas para aplacar la famosa prima de riesgo. El padre del actual rey no solo se rompió la cadera mientras perseguía elefantes con 74 años: rompió su familia en pedazos. En dos pedazos.

La rotura de cadera y la operación quirúrgica que siguió destaparon la que hasta entonces era una relación discreta entre Juan Carlos I y la comisionista Corinna Larsen. Supimos que esta vivía desde hacía años en La Angorrilla, un antiguo pabellón de caza en El Pardo (cerca de Zarzuela), con su hijo Alexander. El rey mantenía una familia paralela y convertía así su relación con la reina Sofía en una ficción para la agenda oficial. Más aún: tanto la reina como el heredero Felipe y las infantas Elena y Cristina sabían de esta vida alternativa del rey desde hacía años (al menos seis años), pero hacían como si no sucediera nada para evitar una crisis institucional que, finalmente, fue inevitable.

¿Por qué abdicó el rey Juan Carlos?

Durante dos largos años, Casa Real trató de superar la crisis reputacional infringida a la monarquía española debido a estas chocantes revelaciones sobre la vida privada del rey Juan Carlos. Este no cooperó demasiado: en enero de 2014 y de nuevo ante las cámaras, balbuceó penosamente en su discurso anual con motivo de la festividad Pascua Militar. Luego supimos que el día anterior había estado de fiesta en Londres y no había dormido: celebró su cumpleaños con Corinna Larsen, su hijo y varios amigos. En junio de 2014, tras confirmarse la imputación de la infanta Cristina por el caso Nóos que ya afectaba de pleno a Iñaki Urdangarín, Juan Carlos se vio obligado a abdicar para salvaguardar la institución.

Lo que sucedió en ese lapso de tiempo, de abril del 2012 a junio de 2014, no solo afectó a la monarquía española como institución, sino a una familia real que sostenía sus afectos con alfileres. El cisma íntimo tuvo rango legislativo al anunciar el rey Felipe VI que la familia real estaría formada desde su coronación solo por Letizia, la princesa Leonor, la infanta Sofía y él mismo. El resto de la familia Borbón quedaría así separada del núcleo con responsabilidad institucional y relegada al ámbito de lo privado. Este cordón sanitario, necesario para salvaguardar la Corona, no se ha relajado en esta problemática década en lo que se refiere al rey emérito, finalmente exiliado en Abu Dabi debido a una sucesión de escándalos sentimentales y financieros, y las infantas. Sin embargo, sí ha dado un giro notable en lo que a la reina Sofía se refiere.

A efectos prácticos, la reina emérita continúa ejerciendo como una reina madre en activo, con su propia agenda de actos benéficos, como enviada ocasional de los reyes cuando los actos se acumulan y sin duda bajo la protección económica de Zarzuela. Ante la opinión pública, la reina Sofía sí continúa en su cargo con la dignidad que siempre la caracterizó. ¿Por qué?

El cisma en la familia real, con el rey Felipe y su madre por un lado y las infantas y su padre, el rey emérito Juan Carlos, por otro, tiene que ver con la manera en la que la reina Sofía trató y educó a sus hijos: no recibieron la misma atención las infantas Elena y Cristina que el deseado heredero Felipe, sobre el que Sofía se volcó desde su mismo nacimiento. Ella misma fue objeto de la misma desconsideración en su infancia, pues su madre, Federica de Hannover, obró de la misma manera: se centró en su hijo menor Constantino, futuro rey, y relegó a sus hijas a un segundo o tercer plano. Esta distintiva dedicación al heredero al trono se ha señalada como el origen de muchos de los conflictos de los Windsor, como hemos podido ver tan perfectamente reflejado en la serie The Crown. Se trata de una dinámica del poder protegiendo al poder y desprotegiendo a los royal 'de segunda clase': una tragedia para los afectos y la estabilidad emocional.

¿Cómo se lleva la reina Sofíac con las infantas?

Las biógrafas de la familia real española han señalado siempre que la relación entre la reina Sofía y sus hijas es fría y distante, por lo que no es extraño que estas bascularan su afecto hacia su padre el rey, mucho más próximo a ellas y, además, mucho más comprensivo con sus problemas sentimentales y subsiguientes divorcios. La reina Sofía jamás quiso oír hablar de divorcio, ni propio ni de sus hijas. En sus planes jamás entró dejar de ser reina y sus esfuerzos siempre han ido dirigidos a mantener su estatus. Ser reina, ser madre de rey, es su vida.

De alguna manera, el rifirrafe entre la reina Sofía y la reina Letizia en la catedral de Palma en 2018 cerró todo este círculo de desajustes familiares. Allí se visibilizaron los esfuerzos de la reina Letizia por alejar a sus dos hijas de los modos y maneras que han caracterizado el conducirse de la anterior familia real, además presente en la salida de la catedral. Si en algún momento la reina emérita Sofía quiso servir de puente de reconciliación pública entre ambas, quedó claro que tal cosa no iba a producirse, y menos con la princesa Leonor y la infanta Sofía como vehículo. Fue el último intento de la reina emérita por reconstruir algo irreparable y, a la vista de los escándalos que han venido después, se confirma que Letizia acertó al no admitir tal cosmética.

El cisma familiar era inevitable, como estamos constatando en esta Semana Santa. La dirección de los afectos no puede estar más expuesta. La reina Sofía insiste en mantener viva la agenda tradicional de casa real (su agenda) con su visita anual a Marivent, acompañada por su inseparable hermana Irene de Grecia. Las infantas Elena y Cristina acuden a ver a su padre Juan Carlos en Abu Dabi. Y la familia real vuela lejos de España para disfrutar de sus vacaciones en la intimidad.

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Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.