ÚLTIMOS DÍAS EN EL TRONO
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Está claro que la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo quiere dejar su biografía muy bien atada antes de dejar definitivamente el trono, el próximo 3 de octubre. Lo ocupara sú hijo Guillermo. En este contexto se entiende el encuentro de 24 horas que ha mantenido con la revista francesa Gala para hablar del pasado, del presente y de su futuro. Ahora llega el momendo de su despedida y su nueva vida.
Encantadora con la periodista Katia Alibert, aunque durante su reinado se vio involucrada en distintos escándalos y se le acusó de tener un carácter difícil, se reunió con el mencionado medio a mediados de julio en su finca de Var, en Cabasson, donde suelen pasar los veranos para mostrarse tal cual es y sin cortapisas, algo que tratará de evitar su nuera, Stéphanie de Lannoy.
El relato comienza en su infancia, que para ella no fue nada fácil: «Viví el exilio de niña. Tenía tres años en 1959 cuando salí de Cuba con mi familia tras la toma del poder de Fidel Castro. Este desarraigo fue fundamental en la construcción de mi personalidad. Me separaron de mi cultura y de mis orígenes. Es una pérdida y un dolor que nunca desaparecen. De mis dos hermanos, lamentablemente ya fallecidos, y mi hermana, soy quizás la más latina de ellos».
La Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo regresó a sus raíces por primera vez acompañada por su hermana en 2002. Viajaron a La Habana, donde visitaron la casa de sus padres. Según relata, sus padres y abuelos eran grandes filántropos que vivieron, todo hay que señalarlo, que vivieron bajo la dictadura de Fulgencio Batista. La royal señala que sus familiares tenían plantaciones de azúcar, alrededor de las cuales construyeron aldeas, escuelas y dispensarios médicos perfectamente equipados.
«Cuanto más tienes, más puedes dar». Esta es la premisa que la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo aprendió de su familia, que se estableció en un gran apartamento en Central Park, en Nueva York, donde solía jugar cuando era niña. A los nueve años se mudaron a Suiza, en Anneoy, donde cursó el bachillerato francés. Una vida de lujjos, que ha mantenido en el trono, aunque en su día aseguró haberse sentido muy sola.
«En casa hablábamos español con mis padres, inglés con nuestra institutriz, que era inglesa, y francés y alemán en el colegio. Más tarde, aprendí italiano y luxemburgués. En Ginebra, hice muchas amistades que he conservado. Viví todas estas adaptaciones a estos diferentes países, continentes y culturas como un enriquecimiento», manifiesta la mujer de Enrique de Luxemburgo, quien inició el proceso de abdicación de manera inesperada en octubre del año pasado.
Elegir la carrera que quería estudiar fue el siguiente dilema que se le presentó a María Teresa Maestre Batista. Dudó entre Derecho o Ciencias Políticas y optó por lo segundo porque quería trabajar en el ámbito humanitario. Dio la casualidad que empezó sus estudios el mismo año que el que acabaría convirtiéndose en su marido. «Él visitaba a menudo a unos amigos españoles de sus padres, que eran los mejores amigos de los míos. Fue un flechazo. Al principio me resistí porque era consciente de que aunque mi familia era prestigiosa en Cuba no ostentaba ningún título nobiliario. Era realista en este sentido, porque los príncipes se casan con princesas, pero fue mi marido quien dio el primer paso».
En solo cuatro meses se habían dado cuenta de que estaban enamorados y cuatro años más tarde se comprometieron. Se casaron el 14 de febrero de 1981, día de los enamorados, pero fue casualidad. «En marzo había una visita de estado de la reina Beatriz de Holanda, así que había que elegir una fecha anterior o posterior y optamos por lo primero. Nos convertimos en los novios de San Valentín. Me convertí en la tercera plebeya en casarse con un heredero, después de las reinas de Noruega y Suecia, abrimos el camino para la reina Letizia, la princesa Kate y tantas más».
Sea como fuere, ahora la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo tendrá que quedarse en un segundo plano, pero también llevará la ventaja de no ser sometida a un escrutinio público que evidenció sus puntos débiles, como el informe Waringo que ponía sobre la mesa en 2020 el estrés que sentían sus trabajadores. Más de 50 dejaron de trabajar para la Gran Casa Ducal en cinco años. Baste como ejemplo, que en ese momento tenían 89 trabajadores fijos y 17 colaboradores.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.