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El calendario avanza inexorable hacia el próximo 3 de octubre. Ese será el histórico día en el que, tras veinticinco años de reinado, el gran duque Enrique de Luxemburgo abdique en favor de su hijo mayor, el príncipe Guillermo. Desde ese momento, él y su esposa, la todavía gran duquesa María Teresa comenzarán un nuevo capítulo en sus vidas. A sus 70 y 69 años de edad respectivamente, ambos se preparan para dejar atrás «una vida muy privilegiada, que también es una especie de jaula dorada en la que a veces se sufre por la falta de libertad».
Esas declaraciones las realizaba Enrique de Nassau en una entrevista conjunta con su esposa a la revista francesa Paris Match, donde hablan de cómo preparan ambos el cambio de trono y sobre su futuro. «No puede haber dos grandes duques en Luxemburgo», asegura en referencia a su primogénito y a su nuera, la princesa Estefanía, añadiendo que no quiere «ser en absoluto una carga» para Guillermo, dejando que su hijo vuele con sus propias alas.
Con los recientes retratos oficiales de los futuros grandes duques ya hechos públicos y el plan completo de actividades para conmemorar el relevo en el palacio gran ducal, todo está listo para la cesión definitiva de poderes. Y para una jubilación que los actuales ocupantes del trono quieren vivir juntos y con grandes planes tras celebrar con un gran evento de varios días sus 25 los de reinado.
«El 3 de octubre será el turno de Guillermo y de su esposa de estar en primera línea, lo que sin duda nos facilitará las cosas. La vida no se detiene, pero después de estas fiestas que el país ha hecho inolvidables, tuve la sensación de haber cumplido con mi deber», confiesa el royal. No en vano, cuando sucedió a su padre el 7 de octubre de 2000, Luxemburgo tenía 400.000 habitantes, frente a los casi 700.000 actuales. Bajo su impulso, este pequeño país, cuyo PIB se basaba principalmente en la siderurgia y el sector bancario, se diversificó y se abrió a las industrias espaciales y de alta tecnología.
«Dejaré de tener estrés». Esa será la primera consecuencia de su jubilación para el gran duque Enrique. «Qué privilegio y qué suerte haber podido reinar durante veinticinco años de paz y prosperidad», subraya su esposa, haciendo balance de una vida dedicada al trabajo, que no ha estado exenta de numerosas polémicas. Pero ella prefiere centrarse en las partes buenas y añade que «con la experiencia, pude definirme mejor en relación con este destino excepcional y empecé a entender mi papel de otra manera. Con gran respeto, pero a mi manera. No siempre gustó. No pasa nada«.
Ahora la royal de origen cubano asegura que su compromiso con las causas sociales no decaerá. «Tendré más tiempo para dedicarme a mi fundación para la educación y la asistencia a personas vulnerables en Luxemburgo». También podrá centrarse en Stand Speak Rise Up!, otra fundación internacional que ha creado para luchar contra la violencia sexual en zonas de conflicto. En cambio, su marido, ferviente defensor de la naturaleza y preocupado por el calentamiento global, tiene la intención de apoyar causas medioambientales y de ser más asiduo que nunca en el Comité Olímpico Internacional.
Pero son sus planes conjuntos los que de verdad sorprenden. Según confiesan a la revista gala, María Teresa y Enrique sueñan con viajes por carretera en coche por Europa y con escapadas en moto por el Himalaya. Abuela en plena forma, la gran duquesa también espera «visitar a mis hijos más a menudo y pasar más tiempo con nuestros nietos». Después de todo, «no hemos acumulado toda esta experiencia vital para no transmitirla a la nueva generación».
Por sus declaraciones, parece claro que los grandes duques quieren hacerse a un lado cuanto antes y dejar la primera fila a los nuevos ocupantes del trono. Al día siguiente de la firma del acta oficial de abdicación, Enrique de Luxemburgo se imagina imitando a su padre. Le gustaría, como hizo él, ponerse al volante de su coche para recorrer el país, «de forma totalmente discreta, y simplemente ir al encuentro de la gente».
La jubilación del matrimonio incluirá también una mudanza. Cuando abdiquen, la pareja gran ducal también abandonará su residencia oficial, el castillo de Berg, para regresar a Fischbach, a la casa donde nacieron sus cinco hijos, y que actualmente es donde viven los príncipes herederos.
La afición por la música que ambos comparten será una de las pasiones de las que disfrutarán juntos, además de reencontrarse con viejos amigos a los que confiesan no ver tan a menudo como les gustaría. Y según zanja Enrique de Nassau, está claro que no van a echar de menos la ajetreada vida de la corte. «No me da miedo, me he acostumbrado a ella», dice sobre la soledad. «Me gusta el contacto con los demás, pero también necesito aislarme en mi mundo. Cuando leo, cuando escucho mi música, estoy encantado».
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.