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ménage à trois

El amor prohibido del príncipe Valdemar de Dinamarca y su sobrino Jorge de Grecia, tío abuelo de la reina Sofía

Es una de las relaciones prohibidas de las que más cosas se saben. Duró décadas y las esposas del príncipe Valdemar de Dinamarca y del príncipe Jorge de Grecia, su sobrino, también lo sabían.

La reina Sofía, en una imagen de su juventud. Gtres

Un tío, su sobrino y un «ménage à trois». Esta es la historia de uno de los más longevos amores homosexuales de la realeza europea. Los protagonistas: el príncipe Valdemar de Dinamarca, su sobrino, el príncipe Jorge de Grecia (tío abuelo de la reina Sofía), y la esposa de éste, la princesa María Bonaparte. Valdemar de Dinamarca era el hijo menor del llamado «suegro de Europa», el rey Cristián IX de Dinamarca, pariente de casi todos los herederos reales de su tiempo.

Era un príncipe Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, una rama menor de la Casa de Oldemburgo que había reinado en Dinamarca desde mediados del siglo XV. Accedió al trono, en 1863, cuando falleció Federico VII de Dinamarca, sin descendencia. Fue el primer monarca danés de la Casa de Glücksburg.

El rey era relativamente pobre en comparación con otros gobernantes europeos, pero consiguió matrimonios muy ventajosos para sus hijos. Los hermanos mayores de Valdemar se convirtieron todos en reyes y reinas: Federico (futuro Federico VIII) fue rey de Dinamarca, Jorge fue rey de Grecia, Alejandra, reina del Reino Unido, Dagmar, emperatriz de Rusia, y Thyra, princesa heredera de Hannover. Valdemar fue el único que no heredó ningún trono. Se dedicó a la Marina, en lugar de a la política.

Había nacido en Copenhague, en 1858. Su madre era la princesa Luisa de Hesse-Kassel. Fue educado en Palacio junto a su hermana Thyra. Criado en la Iglesia Luterana Danesa, se casó con María de Orleans, una princesa católica francesa procedente de la antigua casa real e hija del duque de Chartres, que no pertenecía a ninguna casa gobernante. La pareja tuvo cinco hijos y acordó criar a los cuatro varones como luteranos y a su única hija como católica.

Un amor profundo

Antes de su matrimonio, en 1885, Valdemar había llevado la vida de un oficial naval soltero, en su palacio, Bernstorff. Fue en esa época, un par de años antes, cuando su sobrino, el príncipe Jorge de Grecia, el segundo hijo de su hermano Jorge I y de la archiduquesa Olga Konstantinova Romanova, nacido en 1869, había sido enviado a Dinamarca para recibir formación y entrenamiento naval junto a su familia danesa. Tenía 14 años. Sus tutores pensaban que no era muy brillante.

El cambio, sin embargo, le sentó bien. Adelantó mucho en sus estudios, a pesar de que se sintió abandonado por su padre. El joven se instaló en casa de su tío Valdemar. Fue al poco de llegar a Dinamarca, cuando el adolescente se enamoró perdidamente de su tío. Esta relación duraría hasta la muerte de Valdemar.

En 1907, Jorge de Grecia contrajo matrimonio civil y, unos meses después, en una ceremonia ortodoxa, en Atenas, con la princesa María Bonaparte, que, con el tiempo, se convirtió en una renombrada escritora y psicoanalista. Desde el principio, Jorge aceptó que María administrara por entero su fortuna. El matrimonio fue organizado por sus padres con el dinero de María en mente.

El príncipe Valdemar de Dinamarca. GTRES

La pareja se instaló en París. María recordaría siempre el impacto que le produjo su noche de bodas. «Me tomaste esa noche con un gesto breve y brutal, como si te obligaras», le escribió más tarde a su esposo. «Luego te disculpaste: «Lo odio tanto como tú. Pero debemos hacerlo si queremos tener hijos». Aquel fue un matrimonio extraño. No podía ser de otra forma. María se quedó embarazada casi inmediatamente. Tuvieron dos hijos: el, príncipe Pedro y la princesa Eugenia.

La princesa María fue una de las benefactoras del príncipe Felipe, duque de Edimburgo, su sobrino, cuando sus padres tuvieron que exiliarse de Grecia a comienzos de los años veinte. Gracias a ella pudo terminar su educación. Felipe, sus hermanas y sus padres, el príncipe Andrés y la princesa Alicia de Grecia, se refugiaron en una casa en la finca que poseía María en Saint-Cloud, cerca de París. La extraña vida sexual de Valdemar y María se adivinaba en el día a día.

Juegos amorosos

Valdemar era 11 años mayor que Jorge y, a pesar de ser abiertamente homosexual no dejaba de divertirse con el sexo opuesto. Valdemar inició también una relación con María Bonaparte. El matrimonio organizaba tríos con el tío Valdemar. «Fue la profunda y dulce alegría de un «tête-à-tête à trois», escribiría María en una ocasión en su diario. «Jorge, yo y el dulce Valdemar». Valdemar y Jorge entraron en su habitación, donde ella estaba tumbada, y Valdemar empezaría a besarla, mientras Jorge se negaba a hacerlo de la misma manera. Eran «los juegos amorosos con Valdemar». Unos juegos que eran incestuosos, aunque ella nunca los calificó como tales.

«Desde el día que nos conocimos, desde ese momento, lo amé y nunca tuve otro amigo que él», le confesaría Jorge a Marie. De hecho, amaba tanto a su tío que lo invitó a su luna de miel. Y cada verano, durante muchos años, dejaba la casa de la pareja en Francia y viajaba al palacio de Bernstorff para reunirse con Valdemar. Maria siempre lo acompañaba. Pero nadie estaba al margen de aquel secreto. La esposa de Valdemar, María de Orleans, fue la primera en explicar a María Bonaparte qué clase de intimidad unía a tío y sobrino.

Era tan profunda que, al final de cada visita anual a Bernstorff, Jorge abandonaba la casa hecho un mar de lágrimas. Valdemar caía enfermo. Las esposas hicieron todo lo posible para no entorpecer la relación de sus esposos. En aquellas estancias, María flirteaba también con el príncipe Aage, el hijo mayor de Valdemar. Para el mundo exterior, el matrimonio de Jorge y María fue un éxito rotundo. Duró cincuenta años. Pero María, se embarcó en numerosas aventuras amorosas, aunque nunca pudo encontrar una verdadera satisfacción.

María Bonaparte murió en Francia a la edad de 80 años, en 1962, y fue enterrada junto al príncipe Jorge en el cementerio real del Palacio de Tatoi. Jorge se convirtió en alto comisionado del Estado de Creta durante su transición hacia la independencia otomana y su unión con Grecia. Fue también presidente del Subcomité de Deportes náuticos de los Juegos Olímpicos de Verano, en Atenas. Cuando Jorge falleció, en 1957, a los 87 años, su ataúd contenía una foto de Valdemar y un mechón de su cabello.