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Han vivido todos estos años en una nube, fuera de los cielos aristocráticos, eso sí, pero nube. Aunque ahora todo parece indicar que el príncipe Harry y Meghan Markle están a punto de bajar a la tierra para darse un baño de realidad. Hasta se podría hablar, tratándose de quien se trata, de estrellarse. Habían volado alto gracias al contratode 100 millones de dólares firmado hace un quinquenio con Netflix, que les permitía llevar esa vida fuera de palacio aunque dentro de Montecito, su tierra prometida, donde viven las aristocracias no de sangre. Pero ya no podrán hacerlo si es que el gigante audiovisual les corta las alas.
«Se rumorea que el acuerdo de Harry y Meghan con Netflix expirará discretamente. Me imagino que ninguna de las partes quiere anunciarlo a los cuatro vientos. Esperarán que sea una transición tranquila», adelantó la locutora y fotógrafa británica Helena Chard en Fox News. A su juicio, su tirón «ha caído en picado», algo que corroboran los datos de audiencia. Y dijo más, ya metiendo el dedo en la llaga: «La opinión pública es clave. El público no los ve con buenos ojos. Destrozaron a su familia, causaron un daño enorme y se lucraron con los ataques».
Por lo que se sabe, la plataforma de streaming habría decidido no renovar en septiembre el acuerdo que convirtió a esta pareja en productores estrella con su Archewell Productions. Porque, realmente, no han arrastrado a tanto público como se esperaba y hasta puede que el futuro ya no pase por ellos. O no de esa manera. Algo que ya vivieron en sus propias carnes cuando finalizó su contrato con Spotify en 2023 por una sencilla razón: no era rentable.
A decir verdad, sus últimos proyectos, Heart of Invictus, con acusaciones a los Windsor graves; Live to Lead, inspirado en Nelson Mandela; la «elitista» Polo y el With Love, Meghan, con una Markle en su salsa, han sido más un fracaso que otra cosa. Nada que ver con el éxito primero de su docuserie Harry & Meghan, que en 2022 les llevó a saborear las mieles de la fama, a costa, por supuesto, de poner al aire, y no precisamente a secar, todos los trapos sucios.
Así que la pregunta es obligada: ¿de qué van a vivir los duques de Sussex, y duques de la televisión, a partir de ahora? Se hacen apuestas. Con otro interrogante más: ¿les ha terminado pasando factura su salida de la Casa Real y sus «traiciones» varias? Y hablando de facturas, esta vez en términos monetarios, les tocará hacer cuentas para afrontar los gastos estratosféricos de su descomunal mansión. Porque es evidente que el tiempo les ha ido relegando al segundo plano, a pesar de haber engordado las polémicas a ritmo de culebrón. Y eso que es sabido que estos, por fortuna, tienen un cantado final. No como el halo de glamour, perfilándose eterno, de su pareja «rival», los impecables Guillermo y Kate Middleton.
Otro especialista en casas reales, Ian Pelham Turner, también en Fox News, les ha echado, sin embargo, un cable al afirmar que «Meghan se ha convertido en la Harry Houdini en cuestiones de seguridad financiera», por lo que «otras plataformas de igual prestigio podrían hacer contraofertas». Para rematar con un esperanzador, para el dúo, «aún no están en quiebra». Sí reconoce Turner que el no renovar dicho contrato será «un gran golpe» y que podría ser el desencadenante de su regreso al Reino Unido, como se viene rumoreando.
Ellos aún no se han pronunciado, pero otra experta, Jennie Bond, calificó, para GB News, el megacontrato de «gran logro, extremadamente lucrativo», hasta el punto de que «a la mayoría de personas les permitiría vivir de por vida». Pero para ellos ha sido la gallina de los huevos de oro, que les ha hecho posible vivir en el lujoso y caro Montecito. Resumiendo, tendrán que buscar otras fuentes de ingresos.
Un fin de era que puede ser más difícil para Harry, acostumbrado a vivir entre algodones. Porque, al fin y al cabo, Meghan es una influencer en toda regla. No muy diferente de Gwyneth Paltrow, con su firma de estilo de vida, As Ever, donde vende velas, infusiones, mermeladas y demás; con su página de Instagram y con las mil y una posibilidades de ganar mucho dinero a través de su relación con las marcas.
Lo de Archewel Productions, en cambio, ha ido cuesta abajo y sin frenos. Imposible seguir el ritmo del principio, cuando eran sus majestades mediáticas de lejos. Hasta 28 millones de hogares vieron la docuserie Harry y Meghan en diciembre de 2022, batiendo todos los récords de la plataforma de streaming, según datos del medio Honey. Unas cifras que no mantuvo ni mucho menos Heart of Invictus, con solo 300.000 visitas. Ni Polo, que llegaba a las 500.000, pero no más. Ambas con el príncipe Harry a la cabeza.
Y otro tanto le ocurrió a la madre de sus hijos, Archie y Lilibet, que no consiguió entrar en la lista de los 300 programas más vistos de la plataforma en la primera mitad de este 2025 con With Love, Meghan. O sea, Con amor, Meghan. Solo que el amor era a ella misma, tal y como se encargaron de destacar las críticas, que lo tacharon de forzado y pretencioso. La serie en cuestión, en la que da recetas y consejos para el hogar como la perfecta ama de casa -de Montecito, eso sí- se quedó en el puesto 383 del listado. Y aún queda una temporada por emitirse, a estrenar este otoño próximo. Según las voces autorizadas, llamada a fracasar.
Hay una experta más que se ha sumado a esta oleada de comentarios sobre los duques. Hilary Fordwich, quien da en la clave al señalar que el público estaba «más interesado en las escabrosas traiciones reales. La fascinación pública se vio impulsada simplemente por la controversia y los detalles internos de la realeza revelados, pero ni Harry ni Meghan han demostrado ser de interés». Y continúa por ahí: «Su traición a su propia familia fue de mal gusto. Y este sentimiento negativo también se sintió a ambos lados del Atlántico».
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.