vuelve abby, vuelve la emoción
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Hemos soportado la despedida de un gran personaje, en directo y en diferido, hemos visto episodios de relleno en una temporada tan breve que no teníamos tiempo que perder y hemos llenado la semana, entre capítulo y capítulo, con especulaciones y anhelos, deseando que el siguiente fuese mejor. Y el final de la segunda temporada de The Last of Us ha llegado, no nos ha gustado y además nos deja con la intriga hasta 2027.
Resulta bastante frustrante echar la vista atrás y recordar cómo nos conquistó la primera temporada de la serie basada en el videojuego y comprobar ahora, casi dos años después, que su segunda entrega en realidad no ha estado a la altura. Las razones son varias, probablemente para cada espectador distintas, y más si has jugado al videojuego. Y esto precisamente, el producto en el que se basa, ha pasado de ser un aliciente para ver la serie a un lastre.
Para completar la sensación general de una temporada irregular, el último episodio nos ha dejado con la miel en los labios como sucedió con el videojuego, una decisión que, como aquella, no ha gustado a todo el mundo. Esto es lo que ha pasado en el final de la segunda entrega de The Last of Us.
Convergencia, el séptimo y último episodio, comienza con Jesse y Dina ocupándose de la flecha que le había herido a ella y, de paso, poniéndose al día. O sugiriéndolo. Tras el regreso de Ellie, la idea es buscar a Tommy para salir de la ciudad cuanto antes, pero mientras que Jesse se mantiene en la idea inicial, Ellie quiere comprobar si la poca información que le dio Nora sobre Abby es cierta.
Él se encuentra con el hermano de Joel, ella continúa con sus «diez negritos» particular, los chicos van a buscarla y regresan al teatro, donde se produce una despedida que no es tal, pero que suena así (y luego se confirma), y un esperado reencuentro.
Esta síntesis se debe a que, si no la hiciese, tendría que invertir palabras en hablar de lo ridícula que resulta la secuencia en la que Ellie va a dar a la orilla del lugar en el que viven los Seraphitas y no quiero hacerlo. Con ese momento como lo peor del episodio, las conversaciones entre Ellie y Jesse y la escena en la que el personaje de Bella Ramsey acaba con otros dos amigos de Abby son lo mejor del episodio.
Para aquellos que no hemos jugado al videojuego en el que se basa The Last of Us, la visita del personaje de Kaitlin Deaver a la guarida de sus perseguidores genera un cúmulo de sentimientos que empiezan por la tristeza de saber que no volveremos a ver a Young Manzino, pasando por el miedo, el desconcierto, las dudas de saber donde está Dina y, con el fundido a negro, la indignación. Pero como no es la primera vez en esta temporada, pues tampoco pasa nada y, más allá de «la fiel adaptación», tal vez solo tenga como objetivo que cuando The Last of Us vuelva, estemos ahí.
En las últimas semanas son varias las voces que han declarado que la tercera temporada de The Last of Us estará centrada en Abby. Y aunque Kaitlin Dever es una de mis actrices favoritas no tengo muy claro que me apetezca verla. Pero como falta mucho (los más optimistas hablan del año que viene, los que menos de 2027) igual se me pasa el que hayan hecho de Ellie una mocosa engreída que siempre necesita ser salvada por cuestiones narrativas. En el videojuego podía ser ella la única protagonista, en la ficción hay que darle gente que la rodee.
Paradójicamente, probablemente por ser una temporada tan corta, la serie no ha mostrado el más mínimo interés por desarrollar a todas esas personas que le rodean, dándoles algo más que una dama a la que salvar. Una dejadez que, sin duda, contribuye a la sensación de desencanto con la que se pulsa el stop al final del último episodio y, en silencio, nos preguntemos «¿en serio?»
La ausencia de otros personajes que generen interés contrasta con el tiempo perdido en otras historias que, tal vez, más que atraparnos nos han permitido pasar el rato. La cuestión es que resulta triste que, de algo tan comentado y tan visto, deje una sensación tan pobre. Y además, tengamos que esperar dos años, para ver si todo lo que hemos visto tiene en realidad sentido. Al menos hemos aprendido lo importante que es saber qué significa «transversal».
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.