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¿Preparados para su primera vez?

Los adolescentes viven su primera experiencia sexual entre los 14 y 16 años. ¿Cómo afrontan este tránsito a la madurez?

Una pareja besándose. / getty

Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

Tener miedo y ansiedad ante el primer encuentro sexual es normal. También lo es sentir cierta desilusión, angustia o tristeza, pues las fantasías que tenían superan casi siempre a lo que realmente ocurre.

Frente a lo que piensan los adultos, los adolescentes no viven obsesionados por el sexo. En este período, cuentan más los sentimientos y la relación amorosa que el sexo. Consideran que mantener una relación sexual es una realidad que les hace sentirse más fuertes. La sexualidad, para la mayoría, solo tiene sentido con relación al afecto. Sin embargo, la relación sexual no se entiende como un compromiso a largo plazo. Cada vez son más conscientes de que mantener relaciones sexuales en el seno de un primer amor no implica que vaya a durar. Presienten que tras este vendrán otros.

El amor y el sexo son para ellos muy serios. Buscan información, quieren conocer las reglas de la conquista amorosa, experimentar sensaciones nuevas y, ante todo, determinar su identidad sexual, que les permitirá amar y ser amados.

Los chicos se preocupan de no “dar la talla”, las chicas de sentir dolor.

La pérdida de la virginidad suscita temores. Para ellas, es un momento importante y a veces tienen miedo de sentir dolor. Para ellos, está vinculada a demostrar su virilidad. La primera relación es un rito de paso en una sociedad que ya no festeja la entrada en la edad adulta. Parte de las tensiones se diluyen cuando se acercan a esa primera vez, intensificando los juegos preliminares con alguien de su edad con quien hay un compromiso afectivo. Si eso sucede en un clima de confianza y sienten ternura y afecto, las dificultades como el dolor o la eyaculación precoz serán poco intensas y la pareja tendrá progresivamente encuentros más satisfactorios.

Evitar errores

  • Recordar nuestras primeras sensaciones amorosas nos hace comprender mejor la actitud del adolescente.

  • Suponer que tiene información suficiente es un error.

  • No hay que emitir juicios, ni colgar etiquetas al comportamiento de un hijo. Es una de las peores cosas que podemos hacer en un momento en el que, precisamente, está construyendo su identidad interior.

  • Es un error creer que no hace caso. Pese a lo que diga, la imagen que le devolváis es determinante.

En cambio, estas primeras experiencias pueden ser fuente de desilusiones si el principal interés es saciar la necesidad de ser normal y hacer como todos. También puede jugar un papel la necesidad de escapar a un lazo amoroso incestuoso que, inconscientemente, mantienen con los padres y que, subjetivamente, crea una dependencia infantil demasiado agobiante. Si sucede esto, puede vivirse como portador de una sexualidad anormal. Si los padres interpretan la ansiedad del adolescente con inquietud, el acto sexual puede quedar marcado con angustia y sus relaciones posteriores no ser gratificantes.

Inseguridad y dar la talla

Diana tiene 16 años y lleva uno saliendo con Andrés. Quiere mantener relaciones sexuales con él, pero no se atreve por lo que pudieran pensar sus padres si se enteraran. Tampoco sabe si es demasiado joven y si debería esperar un poco más. Se quieren muchísimo. Está segura porque Andrés se lo ha demostrado, pero sus dudas la bloquean. Ambos conocen los riesgos que corren y las precauciones que deben tomar.

Tras el temor de Diana a lo que pudieran pensar sus padres se esconde el miedo a hacerse mayor, a dejar de ser niña, “la niña de papa”, y pasar a ser la chica con novio. Además, se une a el miedo a no cumplir con unas expectativas muy altas sobre el encuentro. Todo eso le impide por ahora tener una relación sexual completa, pese a que conoce a Andrés desde hace tiempo y su relación con él es un excelente marco para esa primera experiencia. Cuando se sienta más segura,y pueda aflojar el vínculo que le une a su padre, tendrá menos miedo de hacerse mayor y sucederá.

Los chicos se preocupan por no saber cómo comportarse con una chica que les gusta y por lo que tienen que hacer para quedar bien. Pueden ligar mucho y tener éxito, pero sufrir conflictos cuando se trata del encuentro sexual. La eyaculación precoz, habitual a esta edad, se produce por estar muy angustiados ante la demostración de su virilidad. Convierten el encuentro sexual en un examen, quieren “dar la talla” con la chica y su miedo a dejarla insatisfecha les bloquea.

¿Qué podemos hacer?

  • Es muy importante que confiéis en vuestro hijo, pero tampoco creáis que está libre de dar un paso en falso. Hay que hablar con él (el padre con el chico y la madre con la chica), porque es posible que tenga expectativas muy altas y sufra una decepción.

  • Aseguraos de que conoce bien los métodos anticonceptivos.

  • Hay que mantener la comunicación constante con vuestro hijo, transmitirle que puede confiar en vosotros. En general, esto representa el “trabajo” más importante de los padres durante la adolescencia.

Guillermo tiee 17 años y está muy preocupado. Liga bastante porque es guapo, pero tiene pánico a la relación sexual. La causa es que eyacula demasiado rápido y eso le preocupa: por la chica, a la que ve que no le da tiempo a disfrutar, y por él, que se siente avergonzado.

Guillermo teme no dar la talla, y por ello quiere dar la “supertalla”, lo que se convierte en un imposible. Ser un hombre no solo tiene que ver con lo atractivo que se sea, sino con una identidad masculina que se construye poco a poco.

Y es que las preguntas sobre cómo ser para quedar bien con el otro, qué quiere el otro de mí, qué va a pensar, cómo cambiará la relación, qué sentiré... son inevitables ante la primera vez. Después del primer encuentro sexual completo, la mirada sobre sí mismos cambia: han dejado de ser niños, pero todavía no son adultos. Van tomando posiciones poco a poco en relación a cómo quieren ser amados, a cómo les gusta ser deseados y a lo que desean.

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