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Esta mezzosoprano, que es fan de Maria Callas, ha alzado su voz en el Theatre an der Wien de Viena, el Théâtre des Champs‐Élysées de París o el Teatro Real de Madrid, y trabajado con grandes maestros como Rafael Frühbeck de Burgos o Alan Curtis. Además de tener un Grammy. Y, sin embargo, es cero diva. A Nerea Berraondo (Pamplona, 1988) le apasiona el barroco, pero también abandonarse líricamente al dramatismo de las rancheras. Sobre todo, si son de la mexicana Paquita la del Barrio. Sí, la de Rata de dos patas.
Este momento inesperado por parte de una cantante de ópera, acostumbrada a entonar el Così fan tutte, de Mozart, o al Giulio Cesare de Händel en los mejores teatros del mundo, también se vivió hace unos días en Televisión Española en pleno prime time. Nada menos que en el programa de David Broncano, que se convertía en improvisado escenario lírico cuando Berraondo se echó a cantar, con sus portentosas dotes interpretativas y gran presencia escénica, la famosa Habanera de la Carmen de Bizet. Una «noche en la ópera», fuera de su terreno habitual, que resultó ser, desde luego, una bella locura. Y qué mejor para ganar adeptos. En Sevilla, como veremos, también lo creen así.
La cantante empezó el año con una versión de La Traviata de Verdi en el Baluarte de Pamplona, pasó por la Quincena Musical de San Sebastián con el West Side Story de Bernstein y lo va a terminar en el Festival de Madeira cantando música portuguesa del siglo XVIII. Pero antes le toca Il Califfo di Bagdad, junto al tenor Juan de Dios Mateos, la soprano Leonor Bonilla y resto del elenco, con dirección musical de Alessandro D'Agostini y escénica de Guillermo Amaya. ¿Dónde? En un lugar sorprendente, el Real Alcázar de Sevilla, los días 26 y 27 de septiembre.
El motivo es la celebración del primer Festival de Ópera de Sevilla, impulsado por el propio Ayuntamiento, que ha programado trece títulos líricos en siete espacios patrimoniales de gran valor simbólico y arquitectónico, del 25 de septiembre al 12 de octubre, con la idea de acercar la ópera a la gente. La propia Berraondo ofrecerá además un recital en Casa de Salinas (casa palacio del siglo XVI) junto a la pianista Anna Malek, con quien actuó en La Revuelta. Será cuando caiga el telón, el Día del Pilar. Sonará nada menos que Música centroeuropea y eslava de inspiración española en la era de Carmen.
Por lo demás, Nerea Berraondo está casada con Ángel Peralta Astolfi, creador de espectáculos ecuestres y reputado asesor en la materia, que es nieto del mítico rejoneador Ángel Peralta y sobrino del jinete olímpico Luis Astolfi, el entrenador y gran amigo de la infanta Elena. Por lo que su vida, además de la ópera, también son los caballos. Y el escenario, otra vez, la mítica ciudad andaluza. Hablamos con ella justo antes de un ensayo.
MUJER HOY. ¿Qué le pasa a Sevilla con la ópera, que se adoran?
NEREA BERRAONDO. Es una de las ciudades en las que se han inspirado más obras. Hay más de cincuenta que se desarrollan en Sevilla.
¿Tantas?
Sí, sí. Podemos hablar de La favorita, de Donizetti; de Carmen, de Bizet, por supuesto; de Las bodas de Fígaro, de Mozart; de El barbero de Sevilla, de Rossini; de Fidelio, de Beethoven. Hay infinidad.
Digamos entonces que Sevilla es un gran escenario de ópera.
Así es. Y ahora, con motivo del Festival de Ópera de Sevilla, esta va a salir a muchos más. Vamos a utilizar el patrimonio arquitectónico de la ciudad como escenario. La Real Fábrica de Artillería, el Real Alcázar, la Maestranza, que para eso es el teatro principal, y casas palacio como las Dueñas o Casa de Salinas.
¿Piensa que hacen falta más iniciativas así para popularizar la ópera?
Claro, lo más chulo de este festival, lo que más acerca a la gente a la ópera, es sacarla del teatro, porque de esta manera ya es algo que se convierte en otra experiencia. No es lo mismo decir: «Voy al teatro», que sabes más o menos lo que te vas a encontrar sentado en una butaca, que «me voy al Alcázar y encima voy a ver un espectáculo». La experiencia lo es todo.
Mucha gente sigue viendo la ópera como algo muy elitista.
La gente piensa que es elitista, pero al final las entradas se asemejan mucho a las de cualquier concierto de música moderna, de pop. Tenemos que pensar que en la ópera estamos trabajando muchísima gente. Hay un coro, hay solistas, está la orquesta, están los directores. Después, la gente que lo monta todo, los iluminadores... Cómo no va a ser cara, aunque hoy en día, con subvenciones, tenemos la suerte de que sea muy accesible.
Háblenos de Il Califfo di Bagdad que van a representar.
Es una comedia muy divertida, que creo que va a gustar mucho y va a hacer reír un montón. La hemos sacado de contexto, porque uno se espera el palacio de un califa en Bagdad y lo hemos ambientado en la sala Bagdad de Barcelona, que es donde se hicieron los primeros striptease, en los años 70. Tenemos la suerte de tener la partitura de esta ópera, que apenas se ha representado, ya que Manuel García (1775-1832), el compositor, era sevillano. Está bien que Sevilla diga: «Vamos a hacer una ópera de un compositor nuestro, ¿no?». Que además este señor tuvo muchísimo éxito en su época y fue famosísimo. Se rescata y se le da una vuelta de tuerca, y yo pienso que funciona.
Aparte tiene otra cita en el mismo festival, centrada en la música centroeuropea y eslava de inspiración española, junto a la pianista Anna Malek. ¿Cómo va a ser?
Es un encargo que nos hizo el director del festival, Curro Soriano. Entonces, nos pusimos a buscar música española de compositores alemanes, rusos, polacos. Y ¿sabes? Mucha gente que ha compuesto música se ha inspirado en España. Beethoven tiene canciones españolas. Son canciones ligeras, simples, pero que fueron compuestas por él. Tenemos también a Szymanowski, que es un compositor polaco; a Wolf, alemán, y luego a Shostakóvich, ruso.
Y todo a raíz de la Carmen de Mérimée y de Bizet.
Sí, la inspiración es Carmen. En el siglo XIX, sobre todo, hubo una gran ola de orientalismo. La gente quería lugares exóticos para inspirarse, soñar y escapar un poco de su vida, y entre ellos estaba España. La figura de Carmen se convirtió en un mito y una leyenda muy popular en Europa, que atrajo a mucha gente a Sevilla. Fíjate, Shostakóvich tiene un ciclo de canciones españolas, como Adiós Granada, por ejemplo, que es muy conocida aquí, aunque están en ruso. Su inspiración fueron los niños refugiados de la guerra civil española que se fueron a Rusia y las cantaban. Va a ser un concierto muy interesante porque se sale mucho de la norma.
Ha cantado en los mejores teatros del mundo, trabajado con músicos del máximo nivel, ¿cómo se llega hasta esas alturas?
Cuando una persona es seria en el trabajo e intenta hacerlo bien, una cosa te lleva a otra. Y en mi caso fue así.
Bueno, y porque tiene una voz prodigiosa.
Es más trabajo que otra cosa. Yo incluso cuando no tengo conciertos a la vista, porque al final esto es una carrera que hay temporadas que estás hasta arriba y otras no, como les pasa a los actores, siempre estoy estudiando y siempre intentando mejorar, que de eso se trata. En la carrera de canto, hay que estar en forma y al máximo nivel posible.
¿Cuándo se dio cuenta de que podía dedicarse a esto?
Me gustaba muchísimo la música clásica de pequeñita. Y ya con ocho o nueve años me sabía las óperas de Mozart de memoria.
Qué barbaridad. Pero ¿se lo inculcaron en casa?
No, no, qué va. No sé, me entró la curiosidad así de golpe, no sé de dónde, y empecé a escuchar y escuchar. Se convirtió casi en una obsesión. Me escuchaba los CD y me aprendía las óperas de memoria. Entonces ya estudiaba flauta y de ahí me metí a canto. Empecé en el conservatorio de Pamplona y después me fui a Barcelona. Y ya de Barcelona a Estados Unidos. Di el salto para buscarme la vida allá y me fue bien.
¿Alguna vez imaginó que le podía pasar todo lo que le está pasando?
No, muchas veces me he dicho que ni en mis mejores sueños me lo hubiese imaginado. El haber tenido la oportunidad de estrenar óperas de Vivaldi era un sueño. También llegué a estrenar una ópera de Gluck en Viena, que estaba también guardada en los archivos. Y eso es lo más maravilloso, que te den una partitura que lleva sin escucharse trescientos años y te digan: «Venga, monta el personaje». Lo mismo que con Il Califfo di Bagdad. Son unas oportunidades muy chulas, porque, al no haber referencias, los personajes son más tuyos. No es como hacer una Carmen, que se hace todos los años en miles de teatros.
Ahora incluso ha sonado en el programa de Broncano. Eso sí que es acercar la ópera a la gente.
En realidad, me enteré pocos días antes de adónde iba. Me sorprendió mucho porque pensaba que íbamos a hacer la mitad de la Habanera y me dijeron: «No, no, la vas a hacer entera». Y yo: «¿Como que entera? Si eso es un montón de tiempo en televisión, que son cuatro minutos casi». He alucinado con la repercusión que ha tenido.
Tiene pasión por el barroco, ¿no?
Uy, sí, me encanta. Es lo que más me gusta estéticamente en todo, tanto en música como en arquitectura y en pintura. Me gusta, me conmueve el claroscuro. Y la música es de dioses, preciosa y, de repente, dramática a más no poder. El contraste ese tan brutal me encanta. Ese dramatismo...
¿Qué es la música para Nerea Berraondo?
Es por donde canalizo todo. Ya puedo tener un día horroroso, que la música siempre está ahí. Y siempre hay música para todos los sentimientos que tengas. Para todo lo que te pase en la vida, hay una respuesta en la música. Es como una meditación, algo más profundo que estar escuchando un disco. Va mucho más allá.
¿Y canta otro tipo de música, además de su repertorio?
A mí me gusta cantar rancheras. Me gustan las de Paquita la del Barrio.
Son muy dramáticas también.
Son dramáticas, son graves, me van muy bien a la voz, y siempre que hay una fiesta, me da por cantar las rancheras de Paquita.
¿Cómo es el día a día de una mezzosoprano?
Normalmente, por la mañana, llevar a la niña al colegio, lo normal, y luego ya me pongo a estudiar. También muchas veces ayudo a mi marido (Ángel Peralta Astolfi) si estoy en casa, porque él se dedica a los caballos. Voy a verle montar y ayudo en la cuadra. Y si tengo ensayo, pues tengo que ir al ensayo.
¿En qué consiste el estudio?
Al final, nuestro instrumento es el cuerpo. Somos como atletas de la voz y tenemos que entrenar el cuerpo, las cuerdas vocales, el diafragma. Trabajar todos los músculos para que estén en forma. Lo mismo que las obras, que siempre las tenemos que tener frescas porque te pueden llamar en cualquier momento y decirte: «Oye, que tienes que ir a cantar tú Las bodas de Fígaro». Y vas.
¿Cómo cuida la voz?
No hago nada especial. Vida normal y ya está.
De la ópera se dice que es elitista y de las cantantes de ópera que son divas. ¿Qué le parece?
Yo cero de eso. A mí me gusta llevarme bien con todo el mundo, ser lo más normal posible y dejar a cada uno que trabaje. Que esto es un engranaje. Somos un puzle, un montón de profesionales, y cada uno tiene su parte. Y hay que colaborar y ayudar a que todo el mundo haga su trabajo lo mejor posible.
Díganos uno de sus referentes.
Yo soy muy fan de Maria Callas. Y también me gustan mucho Elena Obraztsova y Tatiana Troyanos, pero sobre todo la Callas, sin duda.
El siguiente destino después de Sevilla.
Me voy al Festival de Música de Madeira, donde voy a ofrecer dos conciertos de música portuguesa del siglo XVIII. Otra aventura.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.