LA GRAN TRANSFERENCIA DE RIQUEZA

Los nuevos ricos: por qué los millennials serán los mayores herederos de la historia

Después de encadenar una crisis con la siguiente, los millennials por fin tienen algo que celebrar: serán la generación más rica de la historia. Aunque para eso, primero tendrán que despedirse de sus padres. Analizamos la Gran Transferencia de Riqueza.

Las mujeres heredarán más que los hombres. Ilustraciones: Abe THE APE.
Los nuevos ricos: por qué los millennials serán los mayores herederos de la historia
Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

El padre de Ana P., quien prefiere mantener el anonimato, murió de repente. Y, de la misma forma inesperada, ella se convirtió en la heredera de una propiedad histórica a las afueras de Barcelona. Hija única, sobre el papel no había duda: la masía, con sus viñedos y su capilla románica, era para ella. Aún así, hubo juicios y peleas con una parte de la familia, asesores financieros y fiscales y, entre tanto, una ambiciosa reforma. «Me ha complicado la vida», se sincera.

Entre otras cosas, porque esa herencia tiene poco que ver con su tren de vida, mucho más urbanita y de clase media. De hecho, aún no tiene claro qué hará con la propiedad a medio plazo. «No sé si tiene sentido mantenerla. Pero tampoco me puedo quejar: esto en cualquier momento te salva la vida. Lo vendo mañana y me compro tres pisos. Es una gran suerte», reconoce. También le ha permitido plantearse las cosas de otra forma. En lugar de buscar un trabajo fijo, ha preferido seguir siendo autónoma y, de hecho, ha dedicado sus últimos meses a escribir un libro. «Te da otras posibilidades. Puedes tomar decisiones desde una seguridad diferente», comparte.

Aunque no todas las herencias son como la de Ana —la mayoría son más modestas, aunque también las hay multimillonarias, claro—, su historia resuena con la de toda su generación gracias a un fenómeno que ya ha empezado y que marcará los próximos 20 años. Hablamos de la Gran Transferencia de Riqueza. O Great Wealth Transfer, porque es en Estados Unidos donde han bautizado la tendencia, pese a que sus efectos serán globales. En realidad, no es más que pura ley de vida: la muerte de los padres antes que la de sus hijos. Y la consiguiente herencia que los segundos recibirán de los primeros.

Qué es la Gran Transferencia de Riqueza

Sin embargo, la transmisión patrimonial más grande de la historia tiene varias peculiaridades. Para empezar, los primeros, que nacieron entre 1946 y 1964, son muchos. Por algo se les conoce como la generación del baby boom o boomers, cuando las familias de cuatro, cinco o seis hermanos no eran la excepción sino prácticamente la norma. Los beneficiarios, en cambio, son muchísimos menos. Dos o tres a lo sumo. La matemática es sencilla: a menos entre los que repartir, toca mucho más.

Pero no solo eso. «La generación baby boomer ha acumulado riqueza como ninguna otra, gracias a un entorno económico favorable y a una fuerte revalorización de la vivienda», explica Marina Asensio, consultora de Finanzas Públicas de Analistas Financieros Internacionales. Efectivamente, los boomers disfrutaron de trabajos estables, sueldos al alza, suficiente capacidad adquisitiva para convertirse en propietarios e, incluso, para adquirir segundas y terceras viviendas. Sin por ello renunciar a vacaciones ni planes de pensiones. Y no hablamos más que de la clase media. Trayectorias vitales que ahora se traducen en importantes patrimonios, tanto en ladrillo e inversiones como en metálico.

Pero, ¿de cuánto dinero hablamos exactamente? En Estados Unidos se estima que el fenómeno financiero puede suponer la transmisión de 60 a 85 billones de euros entre padres e hijos. Según la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España de 2022, en nuestro país los boomers acumulan alrededor de cuatro billones de euros.

Sus hijos, en cambio, son una generación instalada en la precariedad y la incertidumbre. Los omnipresentes millennials, nacidos entre 1981 y 1996, y antes que ellos los X (1965-1980), han encadenado una crisis con la siguiente: la recesión global de 2008, la década que siguió al desastre, los consiguientes problemas para emanciparse, comprar una vivienda o formar una familia y, para poner la guinda al pastel, la pandemia y todos sus efectos colaterales. Son la generación que lleva toda la vida escuchando la misma matraca: vivirán peor que sus padres. Hasta ahora. O, mejor dicho, hasta que mueran sus padres.

La cuestión es qué harán con ese nuevo patrimonio. Para empezar, heredarán más ladrillo que cash. «El activo por excelencia que se va a recibir en España es la vivienda. Por eso, la Gran Transferencia de Riqueza va a tener un impacto muy directo en el mercado inmobiliario», ilustra Asensio. Y tendrán que decidir qué hacer con él. «Invertir en activos financieros puede ser más rentable que la vivienda, pero es más difícil de gestionar porque son más líquidos. Lo más sano es que haya un equilibrio entre bienes inmuebles y financieros», explica el coach financiero Eduard Conti. Algunos también heredarán empresas. «No tiene por qué ser un problema. Puedes ser accionista, nombrar a un gestor profesional, seguir con tu vida y cobrar dividendos. Lo que no puedes hacer es intentar gestionarla tú si nunca lo has hecho. Eso sí que es un error», advierte la especialista Isabel Iglesias.

El arte de heredar

Tanto Conti como Iglesias asesoran a personas que acaban de heredar o van a hacerlo pronto. Pero también a muchos boomers preocupados por el futuro de su patrimonio. «Falta mucha comunicación en las familias, especialmente entre padres mayores e hijos adultos. Y lo primero es hablar, porque eso es lo que permite planificar bien las cosas», cuenta Conti, que también recomienda dejar todo bien atado en un testamento. Incluso cuando se trata de un único beneficiario. Si hay hermanos, las razones son palmarias.

«Voy a heredar la mitad de la casa de mis padres, un tercio de uno de los apartamentos en la playa y medio de otro. Y puede que media plaza de garaje», explica Mar González (nombre ficticio), de 45 años y cuya madre todavía goza de buena salud, pero ya ha hecho planes. «A cambio de eso, seguramente me deje de hablar con mis hermanos», explica medio en serio. Pero poca broma. Todo el mundo sabe que las herencias rompen familias. Sobre todo, si no están bien planteadas desde el principio.

Un asesor financiero puede ayudar a descargar el proceso de emociones, facilitar la conversación entre padres e hijos (o entre hermanos) y aterrizarla en números contantes y sonantes. «Las decisiones económicas tienen un componente emocional enorme. Y lo que hace el asesoramiento es reforzar la parte analítica. Cuando heredas, lo que tienes que preguntarte es: ¿esto me da seguridad o me genera estrés? La mayor parte del trabajo no es financiero, sino psicológico. A menudo, lo emocional pesa más que el dinero», explica Iglesias, para quien es fundamental que los beneficiarios conozcan los detalles de lo que van a tener que gestionar. Las propiedades inmobiliarias son más obvias y conocidas, pero es habitual que el resto de bienes sean un pequeño misterio familiar. «Es fundamental saber dónde están las cosas, cómo están y cómo te gustaría gestionarlas», añade la experta, que recomienda hacer un inventario de bienes y actualizarlo una vez al año.

Para algunos, la inyección de cash puede derivar en un cambio radical de vida o, al menos, en repensar y rehacer algunos planes de futuro. «Una persona de 45 años que sabe que sus padres tienen propiedades reduce mucho su estrés económico a largo plazo, aunque su situación actual no sea tan boyante», ilustra Conti sobre quienes, por ejemplo, pueden empezar a considerar adelantar su jubilación para vivir de los pasivos que tarde o temprano llegarán. Es decir: vivir de las rentas. «Una herencia debe ser una oportunidad para organizarte. Un punto de partida. No tiene sentido invertir 40 horas semanales a ganar dinero y no poder dedicar una o dos a tomar buenas decisiones acerca de él», reflexiona el asesor.

Por qué las mujeres herederán más

Pero la Gran Transferencia de Riqueza no será, desde luego, un fenómeno homogéneo ni equitativo. De hecho, se prevé que contribuya a incrementar enormemente la desigualdad. «Va a beneficiar, sobre todo, a quienes ya tienen vivienda o patrimonio. Si cuentas con una casa y además vas a heredar otra, estás en una posición cada vez más ventajosa. Pero si no puedes ahorrar porque el alquiler te asfixia, quedas atrapado en una trampa de pobreza. Es un fenómeno que puede tener implicaciones profundas en el ascensor social, la cohesión y la estabilidad política», explica la economista Marina Asensio.

En el otro extremo, están los súper ricos. En 2024, Forbes detectó que, por primera vez desde 2009, todos los multimillonarios menores de 30 años que se incorporaban a su famosa lista lo hacían después de haber heredado. Es algo que también han notado las marcas de lujo como Ferrari, que empiezan a tener a los millennials entre sus mejores clientes, rejuveneciendo considerablemente su habitual cartera de compradores. Pero, además, estos nuevos ricos son muy diferentes de sus padres. Por un lado, están más concienciados con el medio ambiente y el futuro del planeta; por otro, no tienen tantas ataduras (y no creen en el trabajo para toda la vida) ni responsabilidades (no olvidemos que la tasa de natalidad, de apenas 1,12 hijos por mujer en España, es la más baja de la historia).

Sin embargo, lo más interesante del fenómeno no es tanto el factor generacional como el de género: las mujeres serán las principales beneficiarias de esta gigantesca transferencia de dinero. Según un estudio realizado por Bank of America, ellas recibirán el 70% de los 85 billones de euros que hay en juego en Estados Unidos. «Muy pronto las mujeres controlarán más dinero del que han tenido nunca», avanzaba el informe. Esto tiene una explicación sencilla. A menudo las mujeres heredan dos veces: de sus padres y de sus maridos (la explicación está en que en España ellas alcanzan los 85 años de media, mientras ellos solo rozan los 80). «Las mujeres tenemos un instinto muy bueno para las finanzas. Somos muy pacientes y sabemos muy bien lo que queremos para nosotras y para nuestros hijos. Los hombres son más impetuosos», explica Isabel Iglesias, autora del libro Finanzas en femenino.

Se trata de un cambio radical de paradigma y de un fenómeno histórico sin precedentes. Y plantea muchas incógnitas. Por ejemplo: ¿qué aspecto podría tener un mundo donde el dinero lo controlan mayoritariamente ellas? «Creo que nos va a conducir a una sociedad más próspera», opina Iglesias. La ciencia social tiene algunas respuestas. «Las mujeres tienen una visión de la riqueza diferente a la de los hombres. Los hombres lo ven como una demostración del éxito; las mujeres lo entienden como un medio para perseguir caminos que se ajustan a sus valores más profundos», explicaba Jeannie Infante Sager, directora del Women's Philanthropy Institute de la Universidad de Indiana, a esta revista el año pasado. Así se entiende la diferencia de criterio entre los hombres más ricos del mundo, obsesionados con las odiseas espaciales y la construcción de búnkeres, y multimillonarias como Melinda Gates, Mackenzie Scott, Alice Walton o Laurene Powell-Jobs, que están reinventando la filantropía y donando cantidades ingentes de dinero a organizaciones volcadas, entre otras cosas, en garantizar los derechos de las mujeres.

Isabel Iglesias traduce el fenómeno al caso español. «Antes, cuando abrías un testamento, muchas mujeres dejaban sus herencias a la parroquia o a una congregación de monjas. Hoy hay más conciencia y más herramientas para decidir adónde quieres que vaya tu patrimonio. Las mujeres siempre han tenido ese impulso filantrópico, pero antes no conocían otras formas de canalizarlo. Ahora buscan generar impacto y valor», analiza. Sobre todo, cuando no hay descendencia. Y cada vez más millennials no la tienen. Como Ana P. «Yo no tengo hijos y pienso mucho en qué va a pasar con este patrimonio y esta casa en el futuro. Le doy muchísimas vueltas», reconoce. Otra transferencia que promete ser histórica: la de los millennials a los alfa. Pero esa será otra historia…

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.