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El coronavirus da un nuevo golpe a Esther Doña: fallece su padre ocho meses después de hacerlo su marido

Esther Doña pierde a su padre, víctima del coronavirus, ocho meses después de enterrar a su marido, Carlos Falcó, por culpa de la misma enfermedad.

Esther Doña junto a su familia en el funeral de su padre. Pincha sobre la foto para ver los famosos que nos han dejado este año.

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Esther Doña junto a su familia en el funeral de su padre. Pincha sobre la foto para ver los famosos que nos han dejado este año. gtres.
Anita Guerra
Anita Guerra

Esther Doña ha vuelto a perder a un hombre especial en su vida. El pasado mes de marzo, en medio de la travesía más dura de la primera ola del coronavirus, enterraba a Carlos Falcó, su marido. Ahora, es su padre quien ha visto cómo la misma enfermedad se lo ha llevado para siempre.

José Doña moría este martes. 17 de noviembre, después de varios días ingresado en la UCI de un hospital de Málaga. Luchando contra ese virus que nos ha cambiado la vida para siempre y que ha segado millones de vidas a lo largo y ancho del mundo, con la crueldad añadida de no poder dar una despedida como nos gustaría.

A la viuda del marqués de Griñón le pillaba este fallecimiento en Málaga, puesto que, nada más conocer el delicado estado de salud de José se desplazó desde Madrid. Allí hemos podido verla, de riguroso luto y pasando el dolor junto a sus seres queridos, absolutamente devastada. Pasando por un trance similar al de hace ocho meses y casi sin haberse podido recuperar de aquel otro mazazo.

Tanto ella como sus tres hermanos, Lorena, José y María, se ha mostrado muy unidos a las puertas del tanatorio donde han recibido el calor de su círculo más íntimo y siempre respetando esas medidas restrictivas marcadas por la expansión del coronavirus en esta segunda ola.

HORÓSCOPO

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.