Un largo historial de tragedias
Un largo historial de tragedias
Tatiana Schlossberg, la nieta del que fuera presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy ha revelado que está muriendo de cáncer con solo 35 años. Madre de dos hijos y periodista especializada en asuntos climáticos ha reflexionado sobre cómo su enfermedad ha añadido una «nueva tragedia» a la vida de su madre, Caroline Kennedy, asegurando de forma dramática: «Y no hay nada que pueda hacer para detenerlo».
En un artículo publicado este fin de semana en la revista New Yorker, Tatiana Schlossberg reveló que en mayo de 2024 le diagnosticaron leucemia mieloide aguda, un tipo de cáncer de la sangre. La hija del diseñador Edwin Schlossberg y de la única hija con vida de JFK y Jacqueline Kennedy Onassis afirmó que no tenía síntomas y que era «una de las personas más sanas que conocía» cuando le comunicaron el duro diagnóstico. Los médicos solo detectaron la enfermedad mediante análisis de sangre rutinarios después de que diera a luz a su segunda hija.
Entonces, la periodista pasó cinco semanas en el Columbia-Presbyterian Hospital después de dar a luz a su bebé, antes de someterse a un trasplante de médula ósea de su hermana, pero el cáncer regresó. Pese a que se sometió a un tratamiento de quimioterapia, los médicos le comunicaron que tan solo le quedaba un año de vida.
Formada en las prestigiosas universidades de Yale y Oxford, Tatiana Schlossberg ha trabajado para medios como The New York Times y The Times y ha escrito varios libros sobre ciencia y medioambiente. En 2017, la neoyorquina se casó con el doctor George Moran en la finca familiar de los Kennedy en Martha's Vineyard. La pareja ha tenido dos hijos.
La periodista y escritora ha asegurado que ahora quiere centrarse en disfrutar al máximo del tiempo que le queda junto a su familia y aprovechado su columna en el New Yorker para criticar a su primo, el negacionista y antivacunas Robert F. Kennedy Jr, nombrado por Donald Trump como Secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos. «Desde mi cama de hospital observé cómo Bobby, contra toda lógica y sentido común, fue confirmado para el puesto, a pesar de no haber trabajado nunca en medicina, salud pública ni en el Gobierno», lamentó.
El diagnóstico terminal de Schlossberg a una edad tan temprana es tan solo la última de las muchas tragedias que ha azotado a lo más cercano a una familia real en los Estados Unidos. A lo largo de los años han sufrido asesinatos, sobredosis, trágicos accidentes y escándalos, lo que ha hecho que las desafortunadas vidas de esta dinastía se hayan ganado el apodo de la maldición de los Kennedy.
Sin duda la muerte más famosa de la familia fue la del presidente John F. Kennedy, que fue asesinado por Lee Harvey Oswald el 22 de noviembre de 1963. El político se encontraba en Texas con su esposa Jackie y el vicepresidente Lyndon B. Johnson el día de su asesinato, preparándose para pronunciar un discurso. El presidente recibió tres disparos mientras viajaba en una limusina descapotable, saludando a la multitud en Dallas. Sentada a su izquierda estaba la primera dama, que lo abrazó y gritó pidiendo ayuda tras el impactante magnicidio, que fue captado en directo por la televisión.
Tan solo cinco años después, el hermano menor de JFK, Robert, también fue brutalmente asesinado a tiros por un hombre llamado Sirhan Sirhan, que le disparó el 5 de junio de 1968 en el Hotel Ambassador de Los Ángeles, mientras él y su séquito atravesaban el vestíbulo, poco después de ganar las primarias presidenciales demócratas de California.
La tragedia volvió a golpear a la familia Kennedy una generación más tarde, cuando el hijo del difunto presidente, John John Kennedy, estrelló su avioneta Piper Saratoga en el océano, a unas siete millas de Martha's Vineyard, en 1999. El periodista, de 38 años, se dirigía a la boda de su primo con su esposa, la publicista de moda Carolyn Bessette Kennedy, y su cuñada Lauren Bessette.
Las drogas también han golpeado con dureza a la familia Kennedy durante varias décadas. David, el hijo de Robert F. Kennedy, de 28 años, fue encontrado muerto por una sobredosis en un hotel de Palm Beach en 1984 y casi 40 años después, Saoirse Kennedy Hill, la nieta de RFK, también murió tras una sobredosis accidental en 2019. Los descendientes de Robert Kennedy siguieron sintiendo los efectos de la maldición familiar y en 2020, Maeve Kennedy Townsend McKean, de 40 años, su nieta, y su hijo Gideon, de 8 años, se ahogaron mientras practicaban piragüismo en la bahía de Chesapeak.