la señorita Manos
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Descendiente de una destacada familia de la aristocracia griega, Aspasia Manos fue la única consorte real griega de ascendencia enraizada totalmente en el país. Sin embargo, fue rechazada por la familia real por no tener sangre real. Fue la esposa del rey Alejandro I y solo le fue concedido el título de Su Alteza Real la Princesa Aspasia de Grecia y Dinamarca tras la muerte de su marido. La pareja se casó en secreto en una ceremonia civil.
Tras enviudar, Aspasia tuvo que vivir lejos de su país y soportar el rechazo y el desprecio de la familia de su esposo, para quien era solo «la señora Manos». Vivió en Inglaterra y murió en Venecia, donde fue enterrada, antes de que sus restos fueran trasladados al cementerio real de Tatoi.
Aspasia nació el 4 de septiembre de 1896, en Atenas. Hija primogénita del coronel Petros Manos —caballerizo mayor del rey Constantino I de Grecia– y de Maria Argyropoulos. Tanto su padre como su madre eran descendientes de las familias más prominentes de los Fanariotas, familias afincados en Constantinopla y descendientes de los príncipes de Walaquia y Moldavia, que luego se instalaron en Grecia, copando los puestos sociales más relevantes. Dada la posición de su padre, Aspasia creció muy cerca de la familia real. Su padre formaba parte del consejo de asesores del rey Constantino I.
Aspasia creció en Atenas, y estudió en Francia y en Suiza. Bella y cosmopolita, conocedora de varios idiomas, Aspasia se convirtió en foco de atracción de la sociedad ateniense más selecta, tras terminar sus estudios. En una de las fiestas a las que la joven acudió, se reencontró con el príncipe Alejandro, el segundo hijo del rey Constantino y Sofía de Prusia, con el que había compartido juegos en la infancia. En 1915 se prometieron en secreto. Alejandro se convirtió en rey el 10 de junio de 1917, pero su reinado resultó un tormento para él, alejado de sus amigos y de su familia, que estaban en el exilio.
Alejando tan sólo reinó tres años. Cuando llegó al trono, tras abdicar su hermano, prometió esperar al final total de la I Guerra Mundial para casarse con Aspasia. Sin embargo, contrajeron matrimonio en secreto en 1919. Al enterarse de este casamiento, los reyes desaprobaron totalmente la relación y se produjo un gran escándalo político. El Gobierno había apostado por un casamiento arreglado con la princesa María del Reino Unido, pero Alejandro se negó. Aspasia tuvo que exiliarse en Roma y París, tras la boda, y regresó a Atenas en 1920, embarazada de su hija Alejandra.
El matrimonio se instaló en Tatoi. Sin embargo, la felicidad de Aspasia y Alejando fue breve. Pocos meses después de que Aspasia regresara a Atenas y antes de que naciera su hija, el rey sufrió un accidente con un mono doméstico en el jardín del palacio. El animal estaba atacando a su perro alsaciano y al defender a éste, el mono le mordió en el brazo y en el pecho y le provocó una septicemia de la que murió días después. Tenía 27 años.
Solo pudo despedirse de él, cuando ya había fallecido, su abuela, la reina Olga de Grecia, el único miembro de la familia real al que se permitió la entrada en Grecia. Olga actuó como regente hasta que el rey Constantino I retomó el trono, tras un referéndum. Alejandra, la hija de Alejandro y Aspasia, nació en 1920. El matrimonio fue reconocido, en 1922, y Aspasia se convirtió en princesa de Grecia y Dinamarca y Alteza Real, aunque nunca fue reconocida como reina. Fue su suegra, la reina Sofía princesa de Prusia, quien intercedió ante el rey. Alejandra nació con el título de Princesa.
Poco después, en 1924 la familia real regresaba al exilio. Aspasia y Alejandra se reunieron con la reina Sofía en Florencia. Tras la invasión nazi de Grecia, madre e hija pasaron por Creta, Egipto y Sudáfrica y, más tarde, se instalaron en Londres. Fue allí donde Alejandra se comprometió y se casó con el príncipe Pedro II de Yugoslavia y ella se convirtió en la última reina de ese país.
Tras la II Guerra Mundial, Aspasia se instaló definitivamente en su finca italiana de Venecia. Regresó poco a Grecia. Sus relaciones con la familia real nunca fueron buenas. Su situación económica era complicada y las autoridades griegas no quisieron darle una asignación. Fue en esta época en la que padeció numerosas depresiones.
Aislada, tuvo que vender casi todas sus pertenencias para sobrevivir. Pasaba los inviernos en un hotel porque no podía hacer frente a las facturas de la calefacción. Falleció en 1972 toralmente arruinada y fue inicialmente enterrada en Venecia y, más tarde, en 1993, trasladada al cementerio real de Tatoi.
HORÓSCOPO
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