Una elección de última hora
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Fueron cerca de trescientos los invitados que se reunieron el pasado fin de semana en Sevilla para arropar a Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan en su día más especial. El aristócrata y la organizadora de eventos contraían matrimonio a mediodía del sábado en la Iglesia del Cristo de los Gitanos, un templo de gran valor sentimental para la Casa de Alba, ya que allí reposan las cenizas de Cayetana Fitz-James Stuart. Hasta allí llegaba la radiante novia en un carruaje de caballos junto a su padre, el empresario libanés Javier Mirjan.
Mientras Cayetano repetía el uniforme de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla que ya llevó en su primer enlace con Genoveva Casanova, Bárbara apostaba por un diseño a medida de Navascués que conjugaba modernidad, romanticismo y una sutil conexión con la historia de la familia a la que ya pertenece, con un bordado del manto de la Virgen de las Angustias. Pero más allá del vestido, tampoco pasó desapercibida la elección de unas joyas sobre las que se había hablado mucho desde meses antes de la boda.
La corona ducal, una de las piezas predilectas de Cayetana de Alba, o la tiara de la emperatriz Eugenia, realizada en diamantes y perlas, eran dos de las joyas propiedad de la familia que podría haber lucido la novia en su gran día. No así la tiara rusa, la gran favorita de la duquesa De Alba, que fue vendida en la década de los 90 por la fallecida aristócrata para comprarle un caballo a su hijo Cayetano. Con él participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y rozó la medalla al quedar en cuarta posición.
Inicialmente, la novia no tenía pensado lucir ninguna pieza a modo de diadema. De hecho, las últimas novias de la casa de Alba, Sofía Palazuelo, futura duquesa, y Belén Corsini, condesa de Osorno, optaron por no lucir tiara el día de su boda y llevaron, en su lugar, dos sencillos recogidos: un tocado de plumas, en el caso de Sofía Palazuelo, y una trenza decorada con un prendedor, en el caso de Belén Corsini.
Finalmente, Bárbara Mirjan optó por no elegir una pieza del joyero familiar y se decantó, durante la última prueba del vestido, por una joya muy especial, como hemos podido saber por la revista ¡Hola!: una pulsera de oro blanco y diamantes, montada en forma de diadema. Esta exquisita pieza de la joyería Grassy se convirtió en el complemento protagonista, acompañada de un velo de tul de seda natural de cuatro metros de largo.
A la entrada de la iglesia, pudimos ver a la ya esposa del aristócrata aparecer con la tiara ceñida sobre el recogido, una pieza ligera y refinada que enmarca su rostro con delicadeza. Su estilismo transmitía la serenidad de una novia clásica, pero con un aire moderno y personal que la distingue.
Como mandan los cánones, Barbara Mirjan completó su look nupcial con algo nuevo y algo prestado. Lo primero fueron unos pendientes de inspiración art déco, que fueron un regalo del novio para la boda, elegidos en la misma prestigiosa firma de joyería madrileña que también diseñó la tiara nupcial.
Lo prestado en este caso fue una discreta pulsera de diamantes que la novia lució en su muñeca izquierda. Ella, por su parte, regaló a Cayetano un reloj Cartier para conmemorar la ocasión. El resultado fue un equilibrio perfecto entre clasicismo y modernidad, entre la sobriedad de las líneas del vestido y el brillo atemporal de las joyas.
En cambio, entre las invitadas a la boda de Cayetano y Bárbara no fueron las joyas las que brillaron, sino un complemento mucho más modesto. Un abanico de fibra natural, delicado y elegante, se convirtió en el accesorio más repetido entre las asistentes a la ceremonia. Un obsequio pensado para ofrecer comodidad en una jornada soleada, pero que terminó siendo el detalle más comentado del día.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.