HUMOR MORDAZ CON LOS WINDSOR
HUMOR MORDAZ CON LOS WINDSOR
Los Windsor no se han caracterizado históricamente por tener el más sutil de los sentidos del humor, pero Carlos III y la reina Camilla parecen haber recogido ese guante y han cambiado esa imagen. Mientras que a Felipe de Edimburgo, consorte de la reina, le divertía muchísimo disparar mostaza al techo del palacio su esposa, la reina Isabel II, era conocida por sus dardos verbales.
Los cortesanos reales siempre han hablado del «humor mordaz» de la reina Isabel, cuando el resto de los mortales la hubiéramos tachado simplemente de borde. Un buen ejemplo se produjo cuando conoció a su nieto recién nacido, el príncipe Guillermo, y le dijo a su hijo Carlos, padre de la criatura, «gracias a dios no tiene tus orejas». LOL.
¿Pero de qué se ríen los actuales reyes británicos? Carlos III, desde su infancia, demostró que le gustaban las bromas básicas, eso sí, elevadas a un nivel principesco, porque no todo el mundo puede presumir de haber metido insectos en los bolsillos del abrigo de Winston Churchill, pero con el tiempo ha demostrado un humor más sutil y, lo mejor de todo, que comparte las bromas con su esposa.
La madurez y el gusto por el teatro del joven príncipe Carlos le convirtieron en adulto en el Windsor que mejor trabaja el humor en público. Él lo sabe y se aprovecha de ello. Para el recuerdo queda aquella vez en 2012 cuando presentó la sección del tiempo en la BBC declarando que gracias a dios la lluvia en Escocia no caía en festivo o cuando hizo una aparición estelar en un sketch cómico que se filmó para conmemorar el 400 aniversario de la muerte de Shakespeare, en el que distintos actores de la talla de Judi Dench aparecieron interpretando el célebre «to be or not to be» de Hamlet, para ser finalmente Carlos quien les diera la réplica sobre cómo recitar la célebre frase.
Aunque existe otra ocasión anterior aún más memorable que data de 1998, cuando en una gala en el Lyceum Theatre, Carlos se unió a Roger Moore y Stephen Fry en una representación. El entonces príncipe, vestido de camarero, preguntaba a los actores que hacían de comensales si habían disfrutado de la comida. El sketch concluía con Moore diciendo: «Sé quién se supone que es, pero tiene que trabajar un poco la voz».
Pero sus dotes como actor y su capacidad para reírse de sí mismo no hacen que el rey británico haya olvidado el fuerte de los Windsor: la rapidez en los comentarios. Por ejemplo, en una ocasión, tras asistir a un concierto benéfico en su discurso final mencionó que no iba a cantar porque conocía sus limitaciones pero que, por lo menos, había conseguido un palito luminoso (que se había usado en el público para animar a los cantantes). Y durante un tiempo su presentación habitual en los eventos públicos consistía en un «Hola, encantado de conoceros a todos. No me parezco en nada a cómo me retratan en Netflix».
Con los años, además, no ha querido renunciar a la comedia más «física». Con bastante menos sentido del ridículo que sus predecesores, al actual rey de Inglaterra se le ha podido ver en actos oficiales con gafas 3D, gorros rastafari con trenzas falsas incorporadas o incluso con una corbata de dinosaurios, eso sí, Tyrannosaurus «Rex», que para eso es el rey.
Por su parte, a la reina Camilla se la conoce por ser una persona «divertidísima», o al menos eso asegura el ex primer ministro Rishi Sunak. Es bien conocido que antes que por la tensión sexual no resuelta que existía entre ambos, Camilla conquistó a Carlos con su cerebro y su sentido del humor. De hecho, reírse juntos como pareja es algo que se les da muy bien, tanto que alguna vez les ha puesto en un aprieto. En 2017 el ataque de risa que les dio a ambos durante la representación de canto gutural de artistas inuit durante una visita oficial a Canadá casi les cuesta un incidente diplomático.
Como Carlos, Camilla no se toma muy en serio a sí misma. Según se recoge en el libro de Robert Hardman «Charles III: New King. New Court» en la propia ceremonia de coronación de Carlos el arzobispo le dijo al rey: «Si no dice nada, si no asiente con la cabeza ni hace ninguna señal, señor, no podré coronar a Su Majestad». A lo que Camilla respondió con ironía: «¡No se preocupe! Estoy muy contenta».
Pero la especialidad de la esposa del rey es, sin duda, los comentarios picantes y los chistes verdes que hacen que su esposo y el resto del mundo se partan de risa. Como muestra podemos hablar de aquella ocasión en 2022 cuando la reina Camilla visitó la casa-museo de Jane Austen. Una de las piezas de la exposición era la icónica camisa de lino que Colin Firth llevaba puesta cuando interpretó al señor Darcy en la adaptación de la BBC de 1995 de «Orgullo y prejuicio» y que en la escena en cuestión aparecía mojada y pegada al pecho del actor.
Al saber que se trataba de la camisa real de Firth, Camilla no pudo evitar hacer una broma picante y le dijo al director del museo: «Pero él no está dentro, eso es un poco triste». Un comentario que el director del museo respondió con un jocoso: «Lo sé, es triste, y además no está tan húmeda como lo estaba [en la serie de la BBC]» a lo que Camilla contestó: «Podrías rociarla bien rociada». Un comentario poco sutil, pero que hizo que todos se partieran de risa.