Una vida de película
Una vida de película
El relevo en el trono de Luxemburgo ya está inscrito para siempre en los libros de historia tras la abdicación de Enrique y la coronación como Gran Duque de su hijo mayor, Guillermo. Una visión ente bastidores del evento, al que asistió una importante representación de la realeza y las instituciones europeas, era compartida más tarde por la gran duquesa María Teresa de Luxemburgo en su cuenta de Instagram.
«Una mirada retrospectiva en imágenes a una hermosa velada de gala», rezaba el texto con el que la royal de origen cubano se despedía de un puesto que ha ocupado durante los 25 años de reinado junto a su marido. Un destino improbable para aquella niña nacida en La Habana en 1956, que tan solo tres años después se veía obligada a acompañar a sus padres a un exilio forzoso tras la llegada al poder de Fidel Castro.
Recordando aquellos días lejanos y tumultuosos en una entrevista con el Foro Económico Hispano-Luxemburgués aseguraba que «el cambio que provoca el exilio siempre es inquietante para quien lo experimenta. Creo que la gente rara vez deja su país, su familia y sus raíces por placer. Este cambio es aún más inquietante para un niño. Un ejemplo me viene a la mente con emoción, se remonta a la época en que salimos de Cuba y estábamos en Nueva York, yo debía tener cuatro años. Mi madre había escrito en mi libro de recuerdos: 'María Teresa pregunta a menudo cuándo volvemos a casa'. El hogar era Cuba, por supuesto».
Aunque reconoce que solo tiene «vagos recuerdos» de su vida en La Habana, hay algo que la ha marcado profundamente y es según ella «el temperamento cubano», asegurando que ha sido «una verdadera suerte crecer en una familia cubana, por su calidez, su vivacidad, su ritmo de alegría y vida». Del mismo modo, agradecía haber crecido en un ambiente de filantropía, con unos progenitores que le transmitieron la frase que más la ha marcado: «Cuando has recibido mucho, debes dar mucho».
María Teresa Mestre nació el 22 de marzo de 1956 en La Habana, en el seno de una familia acomodada de ascendencia española. Por parte de su padre, es descendiente de los Espinosa de los Monteros y se cree que por parte de madre sus antepasados se remontan al rey Fernando I de León y Castilla. Fue nieta del millonario y filántropo cubano Agustín Batista, fundador de la Trust Company of Cuba, el banco más poderoso de la isla antes de la revolución. Sus padres fueron José Antonio Mestre Álvarez (1926-1993) y María Teresa Batista Falla (1928-1988), pertenecientes a la alta burguesía hispano-cubana.
La década de 1950 fue una época convulsa en el país caribeño. La familia de la futura gran duquesa era propietaria de varios bancos y explotaciones azucareras durante la dictadura militar de Fulgencia Batista, pero sus bienes fueron confiscados tras la revolución cubana. Ante el futuro incierto en su país natal, los padres de María Teresa se la llevaron del país junto a su hermana Catalina y sus dos hermanos Antonio y Luis.
María Teresa solo tenía cuatro años cuando llegó a Nueva York con su familia. Asistió a la escuela Marymount antes de continuar su educación en el Lycée Français de la gran manzana. Tras pasar cinco años en Estados Unidos, la familia se mudó de nuevo, esta vez a un hogar más permanente. Tras un breve paso por Santander, se instalaron definitivamente en la ciudad suiza de Ginebra. Allí, el padre de la royal trabajó en el sector de las finanzas, mientras que su madre se dedicaba a su joven familia, transmitiendo a sus hijos el amor por las artes y la literatura.
María Teresa pronto obtuvo la nacionalidad suiza y continuó su educación en el internado Marie-Thérèse de Ginebra, donde se graduó en 1975. Fue en la Universidad de esa ciudad donde conoció a su futuro marido, el príncipe Enrique de Luxemburgo. Ambos estudiaron Ciencias Políticas durante cuatro años y su romance surgió tras una larga amistad. Recordando el comienzo de su relación, María Teresa diría: «Cuanto más tiempo pasábamos juntos, más claro teníamos que íbamos a pasar nuestra vida juntos». Ambos se graduaron en 1980 y la feliz pareja anunció su compromiso poco después.
Las primeras etapas de la relación de la pareja se mantuvieron en secreto, pero finalmente el primer ministro luxemburgués, Pierre Werner, anunció su futura boda el 8 de noviembre de 1980. Hacer oficial su relación no fue precisamente fácil. En aquellos tiempos se esperaba que los miembros de la realeza se casaran dentro de sus propios y limitados círculos sociales. Y aunque María Teresa encajaba perfectamente en el perfil de una joven culta procedente de una familia acomodada de ascendencia noble, le faltaba el título.
Célebremente enfrentada a su suegra, la gran duquesa Josefina-Carlota, se rumoreó en aquel momento que Enrique incluso quiso renunciar a sus derechos al trono para poder casarse con María Teresa, pese a la oposición de su familia. Finalmente, la boda tuvo lugar y la hermana menor de María Teresa, Catalina, fue la dama de honor. Olav V de Noruega, Balduino y Fabiola de Bélgica o Rainiero y Grace de Mónaco fueron algunos de los asistentes a aquella ceremonia que tuvo lugar en la catedral de Notre-Dame de Luxemburgo.