«¡Guapa! ¡Viva la Princesa! ¡Viva Leonor! ¡Viva España!». Es 14 de julio y decenas de personas se congregan detrás de la catenaria ubicada a escasos metros del Ayuntamiento de Marín (Pontevedra). Lanzan vítores con voces exaltadas y enérgicas. Todo el mundo levanta su teléfono móvil para inmortalizar el momento y extiende su mano para intentar estrecharla con la de Su Alteza Real. La heredera al trono acaba de recibir la Medalla de Honor de Galicia en Santiago de Compostela y, ahora, unas horas después, va ser proclamada Hija Predilecta de esta villa, como ya lo fue su padre, el Rey Felipe VI, en 1986.
La prensa ha bautizado este furor popular por la heredera al trono como «leonormanía». Un fenómeno que ocupa portadas y crece, dentro y fuera de nuestras fronteras, a medida que ella cumple años. Veinte para ser exactos este 31 de octubre, el motivo de este reportaje y el especial que lo acompaña. De hecho, durante los últimos meses nos hemos convertido en su sombra y la hemos seguido en la práctica totalidad de sus actos, donde, poco a poco, la hemos visto tomar fuerza, levantar el vuelo.
En Galicia, la primogénita de los Reyes, vestida con el uniforme blanco de la Armada, se muestra muy cercana con los paisanos. Incluso se arrodilla, rompiendo el protocolo, para tomarse un selfi con una niña pequeña. Leonor sonríe siempre, aunque habla poco. La carga de responsabilidad histórica que soporta no es ligera.
«Servicio, compromiso y deber». Los tres pilares del desempeño como Rey de su padre, Felipe VI, los lleva grabados a fuego. Son como un mantra que se repite cuando duda. «Servicio, compromiso y deber». De cerca, sorprende su rostro tan delicado como una figura de alabastro, unos penetrantes ojos azules y un moño impecable, su peinado habitual. Todavía es tímida para posar ante los fotógrafos, pero las ráfagas suenan con cada movimiento. Por ejemplo, el que realiza cuando se encuentra con los miembros de la Escuela Naval Militar de Marín, cuya banda se ha encargado de poner el tono patriótico con sus interpretaciones.
El día anterior, la Princesa finalizó su formación a bordo del buque-escuela Juan Sebastián Elcano, con el que había navegado durante casi cinco meses los océanos Atlántico y Pacífico. No acudió ningún miembro de la Familia Real a recibirla, como sí ocurrió cuando, en mayo de 2025, cuatro meses después de zarpar desde Cádiz tras superar su paso por el Ejército de Tierra, su madre fue a su encuentro en Panamá. Doña Letizia esperó junto al resto de familiares de guardiamarinas para abrazarla.
La Reina es una madre sufridora y le ha costado separarse de sus hijas, porque, mientras Leonor surcaba los mares, la Infanta Sofía concluía sus estudios de Bachillerato en el UWC de Gales, antes de enrolarse este actual curso académico en la carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales del Forward College, un centro docente de la Universidad de Londres. El primer curso lo hará en Lisboa; el segundo, en París; el tercero, en Berlín.
Acostumbrarse al nido vacío ha sido una tarea dura para Su Majestad, cuenta un portavoz. Atrás han quedado los años de opacidad en los que ambas adolescentes estaban escondidas del escrutinio público, con una educación privada y un blindaje informativo, en especial, por parte de la Reina, que hacía lo necesario para proteger, en la medida de lo posible, la intimidad de sus hijas más allá de alguna contada salida.
José Antonio Zarzalejos, autor de la biografía Felipe VI. Un Rey en la adversidad (Ed. Planeta) y periodista con fantásticas fuentes en Zarzuela que le llevaron a anunciar en exclusiva la abdicación del Rey Juan Carlos, defiende el papel de Doña Letizia. «Se ha comportado con la máxima responsabilidad en relación con la educación y formación de la Princesa. A mí me parece que la influencia de su madre, en lo que podemos conocer, porque ha sido periodista y ahora está entregada a su misión, es positiva».
Pero, ¿cuánto conocen los españoles a la que será, si todas las previsiones no fallan, su futura Reina? ¿Cómo es la Princesa de Asturias en las distancias cortas? ¿Qué le hubiera gustado ser de no haberse convertido en la heredera al trono? ¿Quiénes son sus amigos? ¿Cuán honda será la adhesión popular que despierte en la sociedad? ¿Cómo vive la fama? «La conocemos todo lo que se puede conocer a una mujer joven de 20 años», defiende Zarzalejos, quien sostiene que la mayor fortaleza de Leonor es que es una persona «agradable, sonriente y receptiva».
En cambio, Carmen Remírez de Ganuza, la primera biógrafa de la Princesa de Asturias y autora de Leonor. El futuro condicionado de la monarquía (Ed. Plaza y Janés), matiza que, según ella, la heredera sigue «un tanto encapsulada» y subraya que su gran activo es no haber cometido errores. «Salvo lo que sucedió en Palma con su abuela [el rifirrafe entre Doña Sofía y Letizia, en el que Leonor se vio involucrada cuando intentó apartar el brazo de su abuela], que fue un acto reflejo, un hecho del que ya todo el mundo se ha olvidado. Su camino como Princesa arrancó con incertidumbre. La Monarquía no se había consolidado todavía y se encontraba en esa última etapa del Rey Juan Carlos, con el Rey Felipe todavía dando brazadas para sacar adelante la Casa Real. Pero, ahora, el futuro está muy despejado para ella y, pese a la situación política, la Monarquía es, quizás, la institución más saludable de nuestros días. A su edad, su trabajo es difícilmente mejorable. El hecho de haber estado en el Ejército, aunque a priori no se entendiera pues somos una sociedad desmilitarizada, se ha revelado como su mejor potencial. Es responsable, tiene disciplina y un carácter en apariencia fácil y sociable. Solo hay una cosa que yo siempre subrayo que todavía le queda por trabajar: hay un intangible que es la cercanía sentimental, el contacto químico con la gente. Echo de menos una visita a las plazas de los pueblos, así como una aproximación personal a cada una de las instituciones del Estado, aunque también hay que entender que lleva poco tiempo volando sola», cuenta esta antigua corresponsal.
Hablando de volar. El pasado 1 de septiembre, Leonor ingresaba en el Ejército del Aire y del Espacio cumpliendo un hito: es la primera Princesa de Asturias piloto de la historia de nuestro país. Un punto y aparte en su formación castrense que la convertirá, llegado el momento, en capitana general de las Fuerzas Armadas Españolas y Jefa de Estado. De momento, se encuentra librando una carrera de fondo para convertirse en una heredera rotunda y concitadora de afecto nacional.
Cuando acabe este curso, Leonor ya habrá aprendido a planear. En sentido estricto y figurado. Cuentan desde la Academia de San Javier en Murcia que podría pilotar su propio avión a finales de año, coincidiendo con la Navidad. Hasta entonces le quedan unos meses duros: compartirá habitación con tres compañeras, se levantará a las 6:30 de la mañana, tendrá clases hasta las 18:00 y practicará el silencio a partir de las 22:30.
La siguiente etapa en su construcción como futura reina del siglo XXI será, quizás, ir a la Universidad, como su padre, que estudió Derecho en la Autónoma de Madrid. O no. «¿Tendrá que hacer una carrera o será mejor profundizar en diferentes materias? Es un tema con sus complicaciones. Está en el aire si debería tener una licenciatura o formación en Derecho Constitucional, Nacional y Comparado; Historia de España y de la Monarquía; Geografía, Arte y Cultura o expertise en digital, que son temas que debe tener muy presentes de todos modos», responde Zarzalejos.
No gobernará, pero tendrá que defender lo mejor para España en sus relaciones diplomáticas. «Ella ostentará la representatividad del Estado. Además, esa tarea requiere de una habilidad que ya tiene: es políglota. Habla inglés, francés, catalán y tiene conocimientos de euskera y gallego. La eficacia de la acción exterior del jefe de Estado depende de su capacidad de trabajo y preparación. Y ella ya ha tenido que realizar alguno», cuentan. Una vez se atrevió con el árabe y también sabe chino mandarín.
De lo que no hay duda es de que, cuando pronuncia alguno de sus discursos, Leonor pone el dardo en cada palabra. «La forma de hablar muestra sobriedad y equilibrio, serenidad y confianza desde su infancia y ha completado con una creciente soltura expresiva y eficacia comunicativa frente al público», cuenta Daniel Berzosa López en el libro Felipe VI 2014 2024: Perfiles de un decenio, publicado por la Real Academia de la Historia.
Un portavoz desliza que la Infanta Sofía se sabe mejor los discursos que la Princesa, como prueba de la afinidad que tienen. De hecho, cuando viajan en avión – lo cual realizan por separado para no juntar a la primera y la segunda en la línea de sucesión al trono– «se despiden como si no hubiera un mañana para ir cada una en un vuelo de 40 minutos». El papel de la Infanta Sofía no es baladí y también tendrá mayor protagonismo a lo largo de los años. «Será una gran aliada de su hermana, aunque ha crecido más libre, sin el peso de tanta responsabilidad».
Volviendo a los discursos, Leonor brilla en la gran cita del año en Oviedo: los Premios Princesa de Asturias. El año pasado, emocionó al hablar de cada uno de los premiados. Especialmente conmovedoras fueron las palabras que le dedicó a Joan Manuel Serrat, a quien homenajeó rescatando algunas líneas de sus canciones en catalán. «Desde su asistencia por primera vez a la entrega en 2014, su participación en la vida de la Fundación se ha ido ampliando. Y eso también se ha visto reflejado en sus discursos. De hecho, el año pasado pudimos asistir al relevo en el elogio a la obra de los galardonados que, hasta ese momento, hacía Su Majestad el Rey. El propio Rey expresó la emoción que suponía para él, como Rey y como padre, ese relevo y destacó el aprendizaje continuo durante cuarenta años que para él había sido conocer a personas tan relevantes de una forma tan cercana», confiesa Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias, en conversación con MUJERHOY, y recalca que «Su Alteza Real la Princesa de Asturias dedica mucho tiempo al estudio de la obra de los galardonados de cada edición con anterioridad a su asistencia a los actos y para preparar su intervención de cada año».
Uno de los premiados de esta próxima edición, que se celebrará el 24 de octubre, será el escritor Eduardo Mendoza, quien ha confesado que la monarquía «cuenta con prestigio» y que la Familia Real «está compuesta de figuras mediáticas, cuyo trabajo consiste en dar realce a ceremonias para que los políticos se dediquen al trabajo mucho más árido de la gestión del día a día». La Princesa ha comentado que este verano ha leído La ciudad de los prodigios, la gran obra del literato catalán.
Cataluña ha sido, precisamente, otro de los asuntos que Leonor ha sabido gestionar con altura de miras. La Princesa de Asturias ya es consciente de las distintas sensibilidades históricas en algunos territorios españoles. «Los últimos estudios demoscópicos sobre la Corona –y concretamente sobre el Rey–, presentan en Cataluña y País Vasco menores niveles de adhesión que en el resto de España, que está en un 68 por ciento aproximadamente, aunque este es un problema que se da allí independientemente de quién sea el titular de la institución», desvela Zarzalejos. Leonor está ganando con su acción.
Por ejemplo, con los Premios Princesa de Girona. Celebrados el pasado mes de julio en el Liceo de Barcelona, se han transformado en un marco ideal para representar ese acercamiento de la heredera con la sociedad catalana. Por cierto, en otro orden de cosas, muchos se sorprenden del manejo del catalán de Leonor. «Hay mucho sentimiento de catalanes que se sienten españoles y, a su vez, abandonados. Espero que la Princesa de Asturias se acerque a ellos», promueve Esperanza Aguirre, quien no considera la ingenuidad de la Princesa un escollo en su ejercicio del poder. «Yo me considero ingenua y cercana y he conseguido que me votaran por mayoría absoluta los madrileños en tres ocasiones», declara la expresidenta de la Comunidad de Madrid, quien estuvo en el bautizo de Leonor y en su proclamación.
La que también fuera ministra de Educación del Gobierno de José María Aznar considera apropiado resaltar que la Princesa de Asturias se convertirá en la tercera monarca de España, después de Juana de Castilla y Aragón e Isabel II, tatarabuela de su abuelo, el rey Juan Carlos. «Imagino que ella no querrá parecerse a sus antecesoras. ¡Isabel II acabó en el exilio!», cuenta entre risas Aguirre, una de las pocas que sigue realizando el plongeon a la Familia Real cuando se encuentran con ellos, pese al notable cambio en la escenificación de los usos y costumbres de la realeza con una Reina, Doña Letizia, que se declara aconfesional, «como la Constitución del 78».
«Los monarcas han pasado de tener unos modos extremadamente aristocráticos, litúrgicos, simbólicos a tener una aproximación a la sociedad más cercana. Se llama un proceso de monarquía prosaica. Es mejor así, aunque la pompa y circunstancia no es dedeñable porque la identifica y es un depósito histórico», finaliza José Antonio Zarzalejos.
Una mujer como Reina de España no podía dejar de estar rodeada por un equipo de mujeres. En 2024 se inició el cambio tras la salida de Jaime Alfonsín, quien fue mano derecha de Don Felipe durante casi tres décadas. Se nombró como Jefe de la Casa de S. M. El Rey a Camilo Villarino, aunque se sumaron dos mujeres importantísimas: la número dos, Mercedes Araújo, y la consejera diplomática, Carmen Castiella Ruiz de Velasco. Desde este septiembre, la directora de Comunicación es Rosa Lerchundi y la secretaria de la Reina, Marta Carazo, ambas periodistas. «Doña Leonor tendrá su propia Secretaría a su debido tiempo», completan desde Zarzuela.
La consolidación de Leonor como Princesa ya es real, pese a que hace escasos años todavía era aquella niña que, con 13 años, leyó sus primeras palabras en público o la que le preguntaba a su madre de qué trabajaba y Doña Letizia respondía: «Por España, hija, por España». Ahora, la Reina presume de que Leonor «intenta sacar siempre provecho de aquello que tiene que hacer».
Pero no todo será un camino de rosas. La herencia del Rey Juan Carlos es todavía un asunto pendiente. «Creo que ese es un problema del padre, aunque habría que tomar una decisión de qué hacer con el emérito. La distancia ha favorecido a la Corona, pero, en términos históricos y sociales, puede volverse en contra si Don Juan Carlos muere fuera de España», comenta Remírez de Ganuza, quien añade: «Ahora el hándicap será preservar en la máxima intimidad las relaciones personales de la Princesa, que como toda mujer tendrá antes de elegir pareja. No creo que estemos en el punto de buscar un compañero definitivo». Otro vértice relevante será modificar el artículo 57 de la Constitución, aquel que discrimina a las mujeres en la sucesión de la Corona. Es su tiempo. Son sus desafíos. ¡Abran paso a la Princesa!