joyero windsor
joyero windsor
La reina Camilla escoge hacer un sentido homenaje a la reina Isabel, en la mayoría de las ocasiones, a la hora de seleccionar sus joyas. La hemos visto luciendo la impresionante «parure» de zafiros azules o la espectacular tiara Greville de diamantes y el collar que hace juego con ella.
Los zafiros, pertenecientes a una magnífica colección de zafiros victorianos que regaló Jorge VI a su hija Isabel, fueron los elegidos por Camilla para el primer banquete de Estado –ofrecido al presidente de Sudáfrica– al que asistió como reina, celebrado en Buckingham. En su primera visita oficial a Francia, optó por la tiara de diamantes Greville, firmada por Boucheron y una de las más impresionantes del joyero de Isabel II.
Sin embargo, Camilla posee también una colección de joyas propia, procedente de su madre y de regalos del rey Carlos III, compuesta por piezas de gran belleza y valor. Entre ellas figura la tiara floral o tiara Cubitt-Shand –con la que se casó con su primer marido, Andrew Parker Bowles– o la gargantilla de la serpiente, un moderno diseño de diamantes con dos pequeños rubíes que es un regalo de Carlos III y que ha lucido en público desde 2001.
Una de estas joyas, regalo también de su marido, es el impresionante conjunto de topacios rosas, formado por un resplandeciente broche con esta piedra rodeada de diamantes, que funciona como cierre de un «choker» de perlas y unos pendientes a juego. El broche y los pendientes son una de sus joyas favoritas. Fueron compradas en una subasta, en junio de 2000, por 25.000 euros, en Sotheby's. Según la casa de subastas, las piezas datan de 1830, y tienen un diseño típico de esa década, y se cree que formaban parte de una pieza más grande, como una tiara o un collar.
No se sabe con exactitud quién adquirió las joyas, pero los observadores señalan que, dada la fecha en la que Camilla empezó a lucirlas, en 2006, no sería arriesgado deducir que el comprador fue el propio Carlos III. Se dice que pudo ser un regalo de boda de Carlos a Camilla.
La fecha de la ceremonia, el 9 de abril de 2005, encajaría con esa teoría, puesto que, según cuenta la web The Royal Watcher, Camila lució los pendientes, por primera vez, en 2006, en una cena en Islamabad, en Pakistán, y el broche, como decoración lateral de un collar de perlas de varias vueltas, al año siguiente. Desde entonces, ha lucido los topacios en numerosas ocasiones.
En 2008, empezó a lucir el broche con su collar favorito, de cinco vueltas de perlas, como cierre delantero. La primera vez fue en la boda de Peter Phillips, hijo de la princesa Ana, y luego repitió accesorio en el Trooping the Colour de ese año y en Ascot. También escogió esta joya para la cena de celebración de los 60 años del rey Carlos, que tuvo lugar en Buckingham, en 2008, así como para el 90 cumpleaños de la reina Isabel, celebrado en el castillo de Windsor, y para la boda de Harry y Meghan, entre otros acontecimientos. En estas ocasiones, Camilla ha vestido de blanco o de rosa pálido y, casi siempre, con grandes pamelas de plumas, flores o rafia.
En 2015, en un banquete oficial de la Commowealth celebrado en Malta, la reina llevó el collar con el broche junto con la tiara Greville de diamantes, en la cena de Estado en honor de Países Bajos. Desde que se convirtió en reina, lo ha llevado en Ascot y en varias «garden party» celebradas en el palacio de Buckingham. El gran tamaño del broche junto con las perlas compone una joya de gran elegancia. Una de las últimas veces en que lucirlas fue en el último día de Royal Ascot, en 2024.