Los veranos más polémicos de los Windsor: la Ibiza de Kate, el refugio de Diana de Gales y el barco de los 45 millones

Mientras aquí en España los reyes y sus hijas ponían fin a su tradicional estancia de verano en el Palacio de Marivent, los príncipes de Gales regresaban de su lujosa escapada a Grecia, en un viaje que ya parece destinado a convertirse en una de las vacaciones más emblemáticas y controvertidas de la familia real británica en los últimos años.

Aunque no se conocen todos los detalles, sí sabemos que Guillermo y Kate pasaron sus vacaciones en las idílicas islas Jónicas en un espectacular yate valorado en 45 millones de euros y que es propiedad de un jeque de Abu Dabi. El heredero al trono, su mujer y sus hijos viajaron primero a Cefalonia antes de ser vistos frente a la costa de la pequeña isla de Ítaca.

Más allá de saber quién paga las lujosas vacaciones privadas de los príncipes de Gales, estas vacaciones nos dejaron una curiosa anécdota. Un bote fue lanzado al agua con una misión especial para el príncipe George que, al parecer cansado de los platos típicos griegos como el souvlaki y la musaka dría haber tenido ganas de comerse una hamburguesa del McDonald's. Este detalle es tan solo uno más de las muchos que han jalonado los viajes al extranjero de los Windsor: unos causaron escándalo y otros, incluso, estuvieron marcados por la tragedia.

La isla tropical preferida por los royals ingleses es el paraíso caribeño de Mustique, propiedad de Lord Glenconner. Este regaló a la princesa Margarita una casa de vacaciones allí como regalo de boda. Esta se convirtió rápidamente en el refugio de la hermana de Isabel II, donde entretenía a sus invitados con lujosas fiestas. Pero la isla se vio envuelta en un escándalo real en 1976 cuando se publicaron unas fotos de la princesa divirtiéndose en el mar con un joven llamado Roddy Llewellyn, que a la postre acabarían costándole su matrimonio con Lord Snowdon.

Las playas de medio mundo fueron también escenario de las vacaciones de Carlos y Diana desde su boda en 1981. Esta incluyeron múltiples viajes a Mallorca, donde la princesa de Gales se refugiaba en la compañía de la familia real española como vía de escape para no lidiar con su suegra, la reina Isabel II.

Aunque quizás las vacaciones más famosas de la pareja fueron su visita a Italia en 1991. Aquella escapada fue bautizada como su segunda luna de miel, ya que se produjo poco después de que la pareja celebrara su décimo aniversario de boda. Allí disfrutaron del enorme yate Alexander, en compañía de Constantino y Ana María de Grecia. Pero un año después, ambos se separarían definitivamente.

Tras su divorcio, el refugio favorito de Diana fue la pequeña isla de Barbuda, donde pasó sus vacaciones en múltiples ocasiones. En reconocimiento al amor de la princesa por este rincón del Caribe, una playa apartada de la isla pasó a llamarse Playa Princesa Diana en 2011, en lo que habría sido su 50 cumpleaños. Imposible olvidar tampoco las últimas vacaciones de la malograda royal, cuando pasó el verano de 1997 navegando por el sur de Europa con Mohamed al Fayed y su hijo Dodi al Fayed, apenas unas semanas antes de morir.

En los últimos años, las vacaciones de verano de la realeza británica han sido mucho más discretas, pero eso no significa que no hayan acaparado titulares. En 2006, Guillermo y Kate pasaron sus vacaciones en Ibiza, utilizando la villa de 4 millones de euros y el lujoso yate de Gary Goldsmith, el polémico tío de la princesa de Gales, donde fueron fotografiados tomando el sol juntos en la proa.

Más comprometidas fueron sus vacaciones de 2012. Mientras disfrutaban de unos días de descanso en un castillo francés, la revista Closer publicó unas fotos de Kate Middleton en topless. Tras un juicio celebrado en Francia, la publicación fue condenada a pagar 100.000 euros a los príncipes.

Ese mismo año, se filtraron unas fotos del duque de Sussex en Las Vegas en las que se veía al príncipe, entonces de 27 años, jugando al billar casi desnudo. The Sun fue el único periódico británico que publicó las fotos en ese momento, a pesar de la advertencia de la familia real de que se trataba de una invasión de la privacidad.

Otras vacaciones muy mediáticas tuvieron lugar precisamente cuando el príncipe Harry se llevó a Meghan Markle a Botsuana en 2016. El viaje al país del sur de África, que Harry había visitado en anteriores ocasiones siguiendo los pasos de su madre, fue su tercera cita.

En aquella escapada africana, ambos se alojaron en una tienda de lujo a razón de 2.000 euros por noche en el campamento de safari Meno a Kwena. Para celebrar el 36 cumpleaños de la duquesa, la pareja volvió al mismo lugar un año después, donde se fotografió a Meghan equipando a un elefante con un collar de seguimiento por satélite.

Pero quizás la imagen más conmovedora de unas vacaciones de los Windsor fue la que compartió la familia real británica tras la muerte del príncipe Felipe en 2021. En la foto, tomada por Sofía de Edimburgo en 2003, se puede ver al matrimonio, con aspecto relajado, disfrutando de un día en la finca de Balmoral. Según se dice, era una de las fotos favoritas de la difunta reina.