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¿Tú también bajas el volumen o cambias de canal cuando sale Antonio David Flores en la tele? No eres la única: por qué nos está afectando tanto el documental de Rocío Carrasco

El documental en el que Rocío Carrasco está relatando su experiencia de maltrato físico y psicológico nos está poniendo las emociones a flor de piel. Cientos de mujeres acuden a las redes para confesar que lloran, rabian o tienen que cambiar de canal cuando sale Antonio David Flores. ¿Qué nos pasa?

Pincha en la foto para ver la trágica vida de Rocío Carrasco en imágenes: la muerte de su madre, la pérdida de sus hijos, las mentiras y el sufrimiento en silencio que han dejado sin palabras a media España./gTRES

Pincha en la foto para ver la trágica vida de Rocío Carrasco en imágenes: la muerte de su madre, la pérdida de sus hijos, las mentiras y el sufrimiento en silencio que han dejado sin palabras a media España. / gTRES

Elena de los Ríos
ELENA DE LOS RÍOS

Cada episodio es una conmoción. La serie documental 'Rocío Carrasco. Contar la verdad para seguir viva' hace esta noche a las 22:00 horas un alto para que la hija de la más grande conteste en directo a las preguntas de los colaboradores de Telecinco, pero no se espera que la intensidad emocional disminuya ni un ápice. Al contrario. Ni siquiera se descarta una llamada en directo de Rocío Flores en la que, por fin, madre e hija se dirijan la palabra, aunque los directores del programa ya han bloqueado a 'la niña' por mostrar "poca empatía con el sufrimiento de su madre". Sea como fuere, se darán más datos acerca de los malos tratos físicos y psicológicos que Rocío Carrasco sufrió durante su matrimonio con Antonio David Flores, además de detalles no sabidos de unas complicadas relaciones familiares.

Llegados al ecuador de esta serie documental, cabe ya cierta mirada analítica sobre un programa que, sin duda, va a traer cola no solo en la crónica social, sino en la historia del tratamiento de la violencia contra las mujeres en los medios de comunicación. Es cierto: gracias al relato de Rocío Carrasco el país discute sobre hasta qué punto puede resultar dañina la violencia psicológica, la impune por invisible. Pero más allá de lo obvio el programa suscita dudas, reparos, emociones encontradas, nunca mejor dicho.

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'Rocío Carrasco. Contar la verdad para seguir viva' se hace llamar documental, pero cada episodio suscita una intensidad emocional pocas veces vista, con cientos de mujeres en las redes que dicen llorar o incluso tener que bajar el volumen o cambiar de canal cuando aparece en imagen Antonio David Flores, el denunciado ex marido de Rocío Carrasco. Sensibilidades a flor de piel, exclamaciones de solidaridad y manifestaciones de contrariedad no parecen las reacciones habituales a ese formato documental que Telecinco dice emitir. En realidad, son típicas de los programas que se han convertido en buque insignia de la cadena: los 'realities'.

Para despejar dudas sobre esta confusión de términos, consultamos a Eva Aladro, profesora de Teoría de la Información en la Universidad Complutense y autora de 'Comunicación y retroalimentación' (Madrid, Fragua, 2004), que estudia desde hace 20 años los programas de giran alrededor de la intimidad. Su conclusión es clara: "Siempre ha sido un 'reality show', aunque haya intentado parecerse a un documental. En realidad estamos ante un programa de sinceramiento personal, un relato en primera persona en el que no solo se desvela la intimidad relativa al maltrato, sino sobre la muerte de su madre o sus relaciones familiares. La intimidad desvelada es característica de los 'realities', pero también la dosificación en capítulos que favorece el suspense, genera impacto (que se canaliza en otros programas de la cadena) y consigue que el público focalice su atención".

¿Por qué, entonces, todo el equipo de 'Rocío Carrasco. Contar la verdad para seguir viva' insiste en que estamos viendo un documental y no un programa con la habitual dosis de 'reality show' que suele imprimirse al entretenimiento de Telecinco? "Los 'realities' tienen mucho impacto desde el punto de vista de las audiencias pero muy poco prestigio social. Enmascaran un ‘reality’ de género rosa como documental porque, sobre todo en las jóvenes generaciones, desde el punto de vista social es un formato que genera rechazo", explica la profesora Aladro. "Por eso estamos viendo cada vez más programas que se revisten de la etiqueta del interés público, como sucede con muchos programas con contenido médico o político, o incluso el de Jordi Évole, que son híbridos, porque coquetean con el 'reality show': buscan la espectacularización de lo emocional, y si no surge ese nerviosismo o esa violencia en el personaje, se provoca".

No hay lugar a dudas: si sentimos la necesidad de acudir a las redes para mostrar nuestro disgusto, pesar, odio, asco o lloro, es que nos están manipulando. "La gente tiene que saber que, cuando se enfrenta a este tipo de contenidos, están siendo absorbidos por unos estilos de comunicación que buscan precisamente aumentar esas emociones", aclara Eva Aladro. "En ese momento hay que distanciarse. Antes eran muy fáciles de identificar, pero ahora juegan a la confusión de géneros e intereses. En el fondo asistimos a una maniobra muy farisea, porque están utilizando el formato del maltrato psicológico por excelencia para denunciar maltrato psicológico. Es lo que vemos en esas tertulias y entrevistas agresivas y avasalladoras de programas 'reality' como 'Sálvame'".

En realidad, llevamos años recibiendo instrucciones para emocionarnos y canalizar esa emoción en todo tipo de comportamientos: estamos educados para reaccionar. "Con el peligro añadido de que, al recurrir tantísimo a las emociones, se destruye el discurso racional", continúa la profesora Aladro. "Lo vemos en las redes: lo que más se comparte son tuits con alta temperatura emocional y, sobre todo, emociones negativas. Asco, miedo, odio, eso es lo que la gente difunde. Eso se traslada a la calle: los movimientos sociales que tenemos están movidos por una altísima intensidad emocional. Pero jugar con las emociones tiene un precio, porque puedes terminar aplaudiendo a un totalitario solo porque sabe jugar con ellas".

La perspectiva, el menos en el ámbito de la ciencia, no puede ser más terrible. Eva Aladro explica que los científicos sociales hablan ya de 'ganadería social': las técnicas de amplificación o distorsión de las emociones de las personas para manejarlas políticamente o desde el punto de vista del consumo.

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