celebrities

La verdadera guerra de Buckingham Palace: los útimos looks de Meghan Markle fueron su venganza contra la corona inglesa (y salió llorando de palacio)

"En libertad", el libro que narra la historia de amor de Meghan Markle y el príncipe Harry (y su abrupta huida a Estados Unidos) ha abierto la puerta al cotilleo. Y a la verdad. ¿Qué pasó realmente entre las paredes de Palacio? ¿Es Meghan tan mala como la pintan? Ahora sabemos que sus últimos estilismos fueron su carta de despedida y que la mala relación con su familia, le pasó factura en Buckingham Palace.

Pincha en la foto para ver los mejores looks de Meghan Markle, esos que tanto echamos de menos desde que se fue del Reino Unido./INSTAGRAM

Pincha en la foto para ver los mejores looks de Meghan Markle, esos que tanto echamos de menos desde que se fue del Reino Unido. / INSTAGRAM

Diana Matilla
DIANA MATILLA

Ayer se publicó "Meghan & Harry. En libertad. La forja de una familia real moderna" (HarperCollins), el libro que destapa todo lo que hay detrás de la misteriosa y apresurada huida de los duques de Sussex del Reino Unido, finalizando así su corta -pero intensa- etapa como miembros activos de la familia real británica. Los últimos meses han estado llenos de noticias del matrimonio: Meghan y sus apariciones para tomar conciencia sobre el movimiento #BlackLivesMatter, su larga cabellera, símbolo de que ya no tiene que cumplir con el protocolo o las escasas apariciones de la pareja (debido en parte al confinamiento), pero también, a un descanso de las portadas, han sido el tema de conversación en estos meses de encierro pandemial. Sin olvidar, claro está, las píldoras de información que se iban filtrando sobre el nuevo libro que estaba por llegar para contar toda la verdad sobre lo relamente ocurrido en la familia de Isabel II o la noticia de la nueva mansión de 15 millones de dólares de la pareja.

Ahora que lo tenemos entre manos, sus capítulos abren la puerta a la verdadera razón detrás de la marcha de la pareja: la mala relación que Harry y Guillermo llevaban manteniendo durante años sería la gota que colmó el vaso a la hora de tomar la decisión de abandonar la familia real británica. Aunque la nueva narrativa que Meghan introducía en la corte no ayudó: Guillermo y Kate se quedaron en un segundo plano debido al acoso mediático que sufrió la pareja en todo momento, algo que no gustó en absoluto a los Duques de Cambridge y que se agravó con las declaraciones que la propia familia de Meghan comenzó a hacer de ella cuando se dio a conocer su relación con el príncipe.

Vídeo. La polémica biografía sobre el príncipe Harry y Meghan Markle llega a las librerías

Según el libro, la Duquesa de Sussex no pudo creer comentarios que tanto su hermana y su padre comenzaron a hacer cuando su noviazgo con el prínipe Harry se hizo público. Es más, fue el mismo Harry quién se mostró absolutamente consternado por el huracán mediático en el que su suegro y cuñada les introdujeron cuando comenzaron a conceder entrevistas a la prensa. Meghan, tal y como explica la biografía, llevaba más de una década sin mantener relación alguna con su hermana, y para nada se separó de ella por su nueva relación amorosa. Además, la relación con su propio padre fue, durante años un fracaso, por lo que las delcaraciones de este sorprendieron tanto a Meghan, que no puedo contener su vergüenza, explica la obra.

Ni la actitud de Meghan para adaptarse a la familia real, ni los esfuerzos de la pareja por poder convivir en paz con los miembros royal de Buckingham y el papel cuché fueron suficientes. Harry no pudo soportar que su hermano se refiriera a Meghan como "esta chica" y aún menos, el trato que recibió del equipo de Guillermo durante su estancia en Kensington Palace. La popularidad de la pareja, el circo mediático, la tensión entre los hermanos y el miedo del propio príncipe de que Meghan se convirtiera en su madre, precipitaron la huida a Estados Unidos con la esperanza de que poner tierra de por medio fuese suficiente para calmar las tensiones.

Meghan Makrkle con vestido de Safiyaa ‘Kalika'. / getty

Pero antes del adiós definitivo, Meghan saldría por la puerta grande. ¿Cómo hacerlo dado la poca libertad que tenía? A través de sus últimos looks. La elección de colores fuertes y llamativos y vestidos de diseñadoras femeninas con las que la propia duquesa se sentía identificada, no fue csualidad. Meghan quería despedirse haciendo historia, por ello escogió minuciosamente lo que se pondría en sus últimas apariciones públicas, tal y como cuenta la biografía, hasta el maquillaje estuvo cuidadosamente elegido.

La duquesa se gastó casi 24 mil libras en ropa para los eventos que tendría en su última gira de cinco días. Los medios describieron en su momento sus estilismos como "una masterclass en looks de venganza" y lo compararon con el mini vestido negro que Diana de Gales, lució en Serpentine Gallery la noche que el príncipe Carlos dio una entrevista en la que hablaba de Camilla. El vestido azul bebé de Victoria Beckham, su total look rojo firmado por Safiyaa ‘Kalika’ con cultch de Manolo Blahnik y su vestido verde con capa de Stella McCartney en el servicio religioso conmemorativo de la Commonwealth, celebrado en la abadía de Westminster fueron su carta de despedida. Nadie se viste de verde esmeralda para pasar desapercibido. El 'go out with a bang' que tanto quería Meghan, se consigió con creces. Y es que, ahora sabemos que el Megxit no fue improvisado, la pareja lo discutió antes de casarse. Parece que su huida no fue tan precipitada como pensábamos.

Portada del libro sobre Meghan Markle y el príncipe Harry. / D.R.

Para ojear en exclusiva el capítulo 5 de "El libertad" solo tienes que seguir leyendo.

El príncipe se planta

Cuando Meghan y Harry llegaron a casa de Jessica y Ben Mulroney el 30 de octubre por la mañana, al menos habían podido dormir unas horas mientras en Inglaterra estallaba la noticia. La noche anterior, después de que un asistente de Harry le aconsejara que se quedaran en algún lugar discreto donde a ningún periodista se le ocurriera buscarlos, habían decidido marcharse a la casa que los Mulroney tenían en la zona de Upper Canada. Meghan había estado mensajeándose con Jessica (o Jess, como la llaman los amigos) para que le diera apoyo moral, y su amiga le ofreció su casa como refugio. Ellos estuvieron de acuerdo en que era un plan perfecto. Hicieron las maletas y, a la mañana siguiente, muy temprano, abandonaron Seaton Village.

No era la primera vez que iban a casa de los Mulroney. Antes de que se hiciera público que eran pareja, habían visitado a menudo la casa de sus amigos en aquel barrio acomodado y tranquilo, donde la escolta de Harry llamaba menos la atención. Fue allí donde Meghan vislumbró por primera vez lo buen padre que sería Harry, al ver cómo se ganaba la simpatía de Brian y John, los gemelos de seis años de sus amigos, y de Ivy, la pequeña, de tres. El príncipe sabía cómo encandilar a los niños, y nunca aparecía con las manos vacías. Cada vez que iba de visita, les llevaba un pequeño obsequio. Pero no era solo su generosidad lo que le granjeó el cariño de los pequeños. Harry también estaba dispuesto a tirarse al suelo con ellos a jugar o a aplastar la cara contra la ventana y hacer muecas que siempre les hacían reír.

Ahora que se había descubierto su secreto, Meghan y él conferenciaron en torno a la encimera del salón diáfano de la casa, que comunicaba con la cocina, para que Jess y Ben estuvieran al tanto de todo. Para Meghan era una situación agridulce. Por una parte, le apenaba que se hubiera revelado su secreto: ya no estaban ellos dos solos. Aunque antes de conocer a Harry había pactado alguna que otra vez una foto con los paparazzi o había filtrado alguna información a la prensa, desde que salía con el príncipe había hecho todo lo posible por proteger su intimidad. Era consciente de que, si nada se sabía, tendrían oportunidad de conocerse el uno al otro sin presiones externas y sin que les preocupara que los periodistas informaran sobre su incipiente relación e hicieran comentarios sobre ella.

En parte, sin embargo, también se sentía aliviada. Había procurado que sus amigos y compañeros de trabajo no se enteraran (solo unos pocos miembros del equipo de Suits conocían su secreto) y le desagradaba tener que mentir sobre el propósito de sus viajes a Londres. Harry, por su parte, sabía que aquel día tenía que llegar «inevitablemente» y así se lo había dicho a Meghan al poco tiempo de conocerse, para que «aprovecharan al máximo» el poco tiempo de que dispondrían para disfrutar de su relación en secreto. Ella, claro está, no entendía aún lo que significaba ser tan famoso como lo era Harry desde su nacimiento.

—Llevábamos unos seis meses saliendo, muy discretamente, cuando saltóla noticia —contaría más tarde Meghan en una entrevista con Vanity Fair—. Y fue muy sorprendente cómo cambiaron las cosas de repente.

Después de que se hiciera pública la noticia, en veinticuatro horas Meghan recibió cerca de cien mensajes de personas con las que no hablaba desde hacía meses, o incluso años. Todo el mundo quería saber si era cierto.

Sus padres, por supuesto, sabían desde hacía tiempo que salía con Harry. A Doria se lo había dicho nada más volver de Londres tras conocer a Harry, y ya le había presentado al príncipe en Los Ángeles. A su padre se lo contó más adelante, ese verano, después del viaje a Botsuana. Posteriormente, Thomas comentaría en una entrevista para el programa Good Morning Britain:

—Me dijo que tendríamos que llamarle «H» para que nadie se enterara. Pasado un tiempo hablé con él, y me pareció un chico muy majo, muy educado y amable. (Una fuente cercana ha confirmado que Harry habló varias veces por teléfono con el padre de Meghan durante su primer año de noviazgo).

Para el resto del mundo, en cambio, aquello era una noticia bomba. Meghan no solo recibió mensajes de amigos y conocidos; también se pusieron en contacto con ella unos cuantos periodistas con los que había tenido trato a lo largo de los años. No contestó a ninguno.

Durante los tres días siguientes —mientras amigos, vecinos y, sobre todo, compañeros de trabajo mandaban mensajes a Meghan avisándola del acoso al que los estaban sometiendo los fotógrafos y periodistas—, la pareja se quedó en casa de los Mulroney. Después, Harry tuvo que volver a Londres por motivos de trabajo, y Meghan se quedó en Toronto, donde tendría que enfrentarse sola a su nueva vida, sometida al escrutinio constante de la prensa.

Cada paso que daba se convertía en noticia de portada, como cuando iba a clases de yoga en el centro Moksha, o a comprar con Jessica a su centro comercial favorito, el Hudson’s Bay, donde antes podían pasarse horas y horas viendo tiendas. Universal Cable, la productora de Suits, le puso una escolta para sus desplazamientos a los estudios de North York, cerca del centro de Toronto, donde se rodaba la serie. Los paparazzi, aun así, se familiarizaron enseguida con su rutina diaria. Antes de conocer a Harry, Meghan solo había tenido que enfrentarse a las cámaras cuando rodaba o posaba en la alfombra roja. Y las escasas fotos que le habían hecho los paparazzi antes de que empezara a salir con Harry habían sido, en su mayoría, pactadas.

La seguridad era necesaria. Poco después de que se publicara la noticia, un fotógrafo de una agencia de Los Ángeles saltó la valla trasera de la casa de Meghan y la esperó junto a su coche, con la esperanza de fotografiarla antes de que se fuera a hacer algún recado. Ella, aterrorizada, llamó de inmediato a la policía.

—Va a ser así siempre, ¿verdad? —le dijo a una amiga en aquella época.

19 de febrero-20 de marzo

Piscis

Como elemento de Agua, los Piscis son soñadores, sensibles y muy empáticos. La amistad con ellos es siempre una conexión profunda que dura toda la vida... Si puedes soportar su carácter pesimista y su tendencia a guardar secretos y a ver siempre el lado negativo de las cosas. Ver más

¿Qué me deparan los astros?