EL TRAUMA CONTINÚA
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Existe una razón evidente por la que la infanta Cristina y su hijo mayor, Juan Valentín, continúen viviendo fuera de España: la memoria del caso Nóos, el proceso por corrupción que llevó a Iñaki Urdangarin a la cárcel sigue más que viva. Hablamos de una etapa traumática para la familia, que tuvo que exiliarse a Estados Unidos (durante la investigación) y Suiza (ya iniciado el enjuiciamiento) para que sus cuatro hijos pudieran vivir con cierta normalidad.
Las consecuencias íntimas de todo aquel escándalo jamás saldrán a la luz, a no ser que Iñaki Urdangarin decida en algún momento escribir unas memorias que se revalorizan más a cada año que pasa. Las públicas, sin embargo, fueron tremendas: la infanta Cristina y su marido fueron despojados de sus títulos de duques de Palma; ella fue humillada públicamente por la difusión de unos correos electrónicos escritos por él; ambos quedaron al margen del núcleo de la familia real, gracias al famoso 'cordón sanitario'.
Uno de los momentos más tremendos de aquella escandalosa circunstancia fue la imputación de la infanta Cristina por dos delitos fiscales y uno de blanqueo de capitales, razón por la cual se sentó en el banquillo de los acusados en 2015. Ella fue el primer miembro de la familia real que se vio en tal circunstancia, que se cifró en 900 preguntas por parte del juez Castro y 550 contestaciones similares: «No lo sé», «Lo desconozco» y «No recuerdo». Fue absuelta.
Por mucho que hayan pasado 20 años de aquel momento crítico para nuestra monarquía, la memoria sobre el mismo continúa más que viva. De hecho, el redondo aniversario ha propiciado la publicación de un libro en el que el juez José Castro, encargado de la instrucción, recopila sus conversaciones con el fiscal del caso, Pedro Horrach. Al hilo, el magistrado ha rememorado su actuación y ha vuelto a expresar sus conclusiones sobre todo lo vivido entonces.
No es la primera vez que José Castro da voz a lo que hace 20 años se juzgó y sentenció. En 2017, sus conversaciones con la periodista Pilar Urbano dieron lugar a un libro, 'La pieza 25', en el que ponía negro sobre blanco su íntima convicción al respecto del papel de Cristina de Borbón en los negocios corruptos de su marido, Iñaki Urdangarin.
«Yo siempre pensé, e incluso se lo dije a Horrach, que la infanta, para mí, no sólo estaba en el ajo de la trama y sus enjuagues, sino que era la eminencia gris. Eso sí, muy discreta, muy gris», dijo entonces. «Lo plasmé en mis Autos: que ella lo conocía todo y estaba al tanto de todo. Acaso no en detalles menores del día a día, pero sí en el quid esencial de los negocios de Iñaki con las instituciones públicas y en los magros resultados que cosechaba».
Ocho años después de aquellas declaraciones bomba, el juez Castro no se ha movido un milímetro de esta posición. En la promoción de su nuevo libro, de hecho, ha vuelto a explicar su percepción de aquella trama de corrupción, de nuevo enfocando su crítica hacia la infanta Cristina y su padre, el rey Juan Carlos. Su hipótesis es la siguiente: quien pagó con la cárcel fue más instrumento que cerebro. Evidentemente, los cerebros de aquella operación no vieron las rejas.
«Tengo muy claro que ella (la Infanta Cristina) y su padre (el rey emérito Juan Carlos) son los artífices de todos los hechos que se están investigando y que al pobre Iñaki le estará reservado el papel de pringado», dijo el juez Castro a El Mundo. «Al Rey nos es imposible llegar, pero llamar a declarar a la Infanta es obligado como cooperadora necesaria absolutamente de todos los delitos cometidos por su marido. Eso es lo que pienso y de lo que estoy plenamente convencido».
Se entiende, ante las declaraciones del juez Castro, que la infanta Cristina aún no se vea viviendo en España. E incluso que la familia real mantenga, más o menos tenso, el famoso cordón sanitario. Hacen falta más de 20 años para que comience a olvidarse este episodio que, además de sus consecuencias institucionales (precipitó, entre otros factores, la abdicación de los reyes eméritos), supuso un trauma para los cuatro hijos de la pareja: Juan Valentín, Pablo, Miguel e Irene. ¿Serán ellos los que, algún día, relaten lo que vivieron?
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.