Pues eso, ni crisis ni separación, sino todo lo contrario. Y menos mal, porque la pareja compuesta por Irene Urdangarin, de 20 años, y Juan Urquijo, de 26, tiene todas las de ganar en cuestión de relumbrón social. A ver quién se puede poner a su altura, siendo ella hija de una infanta de España, además de nieta y sobrina de reyes. Y él, vástago de Beatriz Moreno de Borbón-Dos Sicilias, o sea, nieto de Teresa de Borbón-Dos Sicilias, prima a su vez de don Juan Carlos. Todo queda en casa (real).
Hasta ellos están emparentados. Eso sin desmerecer al padre, Lucas Urquijo Fernández de Araoz. Ni a la hermana, Teresa Urquijo, flamante esposa del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que acaban de ser padres, con lo que este árbol genealógico tan profusamente ramificado continúa creciendo. Íbamos a decir a Dios gracias, movidos por el impulso monárquico.
El noviazgo al que nos referimos, por lo que parece, también sigue su curso, viento en popa. Y sin peligro, por el momento, de caer en dique seco ya que este verano, como todos los veranos, el amor está dando sus frutos. Y cómo no si lo están regando por todas las grandes fiestas de la high society, que haberla hayla, a las que van. La alta sociedad no descansa ni en periodo estival. ¿La prueba? Allegra Hohenlohe, la hija mayor de Pablo Hohenlohe, el nieto de la duquesa de Medinaceli, ha escogido la temporada alta, no iba a ser menos, para concelebrar una fiesta a la gallega junto a sus íntimos en el pazo de Oca.
Esto es, en el llamado Versalles gallego, el pazo más señorial y mejor conservado de todos los pazos, al ladito de Santiago de Compostela, aunque se alza en Pontevedra (A Estrada), para mayor gloria de los invitados. Y allí estaban este último sábado, declinando ya el mes de julio, Irene Urdangarin y Juan Urquijo. Hasta altas horas de la madrugada además, al decir de las crónicas. Nos los imaginamos bailando como debutantes en este París galaico, al ritmo de los gaiteros y al amparo de este insigne edificio de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli.
No fue una escapada romántica anticipando una aún, suponemos, lejana luna de miel, los dos solos en amor y compañía, sino que eran dos más entre una multitud de íntimos que llegó a los dos centenares, según contó la madre de la anfitriona, María de la Luz del Prado Muguiro, hija de los marqueses de Caicedo y duquesa de Tarifa, en su Instagram. Algo así como «la buena sombra» que da título a su novela.
Y este no ha sido el único destino rutilante de su agenda veraniega. Como es sabido, la pareja estuvo en Madrid en otro sarao, esta vez de la inefable Piru Urquijo, la abuela de Juan, que cumplía la redonda edad de 90 años. ¿El escenario? La finca de Los Molinillos, su lugar en el mundo. Hasta tan preferente destino volaron juntos desde Londres, donde les esperaba con los brazos abiertos la abuela Sofía, para redondear la cosa.
Y, claro, también hicieron acto de presencia seguidamente en el bautizo de Lucas, el primer hijo de la ya madre Teresa con el alcalde Almeida, que tuvo lugar el pasado 18 de julio en la capilla privada de la finca madrileña El Canto de la Cruz (Colmenar Viejo), de infinitas hectáreas, donde también se casaron felizmente los orgullosos padres. Es más, el novio Urquijo lo hizo en calidad de padrino; la novia Urdangarin, de acompañante de padrino. En definitiva, ambos protagonistas de la celebración familiar. Lo que está claro es que la prima de la futura reina es, a estas alturas y casi dos años después, una más.
Ellos, con sus movimientos, no dejan de confirmar la teoría del círculo de amistades, dando vueltas continuamente sobre sí mismos. Porque Allegra, que les abrió las puertas del pazo, es amiga de la princesa Amalia de los Países Bajos, heredera como nuestra Leonor, aunque esta vez no acudió a la llamada de la tribu. Que sepamos, ya que sus movimientos suelen ser secretos. La princesa de Asturias, en cambio, ni estaba ni se la esperaba. Ella se mueve en otro círculo. Nada que ver con este, tan aficionado a la caza. ¿Más amigos testigos del idilio entre Urdangarin y Urquijo? Irini Fournier, cuyo padre estudió con el entonces príncipe Felipe en el colegio Santa María de los Rosales, y Jaime Barroso Silva o Alejandra Cortina Cué. No hay que decir mucho más. Por sus apellidos les conoceréis. En resumidas cuentas, algunas de estas o aquellas voces ya han dejado caer que entre los dos hubo más complicidad que distanciamiento.
Así que el cuñado de Almeida y la hija de Iñaki Urdangarin están saboreando las mieles de su noviazgo, siempre que sus compromisos académicos, en el caso de Irene, y laborales, en el de Juan, se lo permiten, aunque ambos suelen coincidir en el Reino Unido. A la nieta de los eméritos la tenemos en las aulas de la prestigiosa Universidad de Oxford, después de haber vivido en Washington, Ginebra y Barcelona. Al aristócrata, ingeniero agrónomo, que estudió en el mismo colegio que Victoria Federica, yendo y viniendo pues el trabajo manda.
Haciendo gala los dos siempre de esa absoluta discreción tan del gusto de Zarzuela, donde ella pernocta cuando está en la capital. Y no digamos de Letizia, a la que chirría tanto todo lo que tenga que ver con la exposición pública. Por el momento, también se les ha visto luciendo palmito, sin alharacas, por las calles de Madrid. Aún queda verano, así que no bajaremos la guardia por si volvieran a aparecer ya sea en pazo o en palacio.