Así ha sido el emocionante desfile del 50 aniversario de Giorgio Armani: sastrería desestructurada, al son del piano y un homenaje a toda su carrera

¿Qué pensamos cuando vemos la figura de Giorgio Armani? Sofisticación y elegancia, pero, sobre todo, leyenda. El señor Armani, fallecido a los 91 años, comenzó como escaparatista hasta que en 1975 fundó su propia casa de moda, al igual que otros grandes nombres como Gianni Versace, Jean-Paul Gaultier o Thierry Mugler. Su legado nos dejó un estilo que perdurará en la historia, especialmente por su minimalismo etéreo, el tailoring perfecto tanto para la mujer como para el hombre, y por haber trabajado en todas las vertientes posibles, desde el prêt-à-porter hasta la alta costura.

No podemos olvidar que Giorgio Armani también desempeñó un papel fundamental en el séptimo arte, como demuestra la colaboración de su firma con la película American Gigolo (1980), protagonizada por Richard Gere. Él diseñó todo su vestuario y consolidó un nuevo estilo masculino que Hollywood aprobó al instante. Asimismo, vistió a grandes estrellas como Cate Blanchett, Jodie Foster, Anne Hathaway y Nicole Kidman, todas ellas cautivadas por el uso del traje femenino como una parte esencial de su estilo.

Tras su fallecimiento, ha sido difícil imaginar la Semana de la Moda de Milán sin uno de sus grandes genios, aunque también se ha convertido en una ocasión para rendir homenaje a su figura dentro de la industria. El primer desfile sin su presencia tuvo lugar el jueves 25 de septiembre, con su firma más juvenil y fresca, Emporio Armani. Allí, las modelos, al finalizar el carrusel, no pudieron contener las lágrimas ni los aplausos hacia uno de los grandes de la moda.

Por este motivo, el desfile de Giorgio Armani se convirtió en un broche de oro para cerrar la última jornada de la Semana de la Moda de Milán, envuelto en una mezcla de nostalgia y reverencia. Como gesto simbólico y homenaje al diseñador, los invitados masculinos vistieron esmoquin, mientras que las mujeres lucieron vestidos largos y de color negro, en señal de luto y respeto hacia un desfile que quedará grabado en la memoria de la moda. Además, coincide con el 50 aniversario de la fundación de la firma, una conmemoración que no pasará desapercibida.

Los asistentes al desfile de Giorgio Armani llegaron con una caminata solemne hacia el interior del Palazzo Brera, ubicado al norte de la capital de la moda, en Milán, donde fueron recibidos por una iluminación tenue, con velas distribuidas por todo el patio central, rodeando las columnas y estatuas del claustro. Podría definirse casi como una procesión hacia ese último adiós, con un cierto aire de añoranza hacia la figura de un genio.

La llegada de celebrities del calibre de Cate Blanchett, con un vestido bicolor negro y dorado con maxi hombreras; de la modelo y actriz estadounidense Lauren Hutton, con un dos piezas blanco igualmente elegante; y de Glenn Close, con un traje negro y camisa blanca con botonadura negra, llamó la atención de todos los presentes. La llegada de Richard Gere, con un impecable esmoquin negro, acaparó todos los focos, y no es de extrañar: fue uno de los musos masculinos de Armani.

El desfile comenzó con una velada de piano al son de Nuvole Bianche, de Ludovico Einaudi, una pieza que simboliza lo etéreo, la nostalgia y la contemplación, emociones que evocaban al gran Armani. La pasarela fue encabezada por el top model Mark Vanderloo, y desde el inicio las modelos caminaron por parejas, algo muy inusual en casi cualquier show. Mantuvieron un semblante serio, pero se percibía claramente la emoción y la añoranza. Así como esa caminata al compás de la música, casi como un reverente cortejo.

Gervasio Pérez, director de moda y belleza de Mujerhoy, pudo disfrutar del desfile in situ para ofrecernos todos los detalles: «Ha sido un acto un poco solemne, respetuosísimo con la figura y el trabajo de Giorgio Armani durante 50 años. Todo el desfile, con más de 200 salidas y piezas, ha estado acompañado por un solo de piano. Ha sido un desfile de caminar lento en vez de a toda velocidad, como estamos acostumbrados hoy. Precisamente porque él era un hombre pausado, creía que la elegancia tampoco tenía un tiempo concreto, sino que era atemporal.»

Además, destacó que ha sido todo un recorrido por sus 50 años, pero desde una visión contemporánea. Según palabras del propio director de moda y belleza de Mujerhoy: «Ha sacado mucha sastrería, un poco desestructurada, sin los forros rígidos de la sastrería tradicional; tan sinuosa y elegante, tan fácil de poner, tan natural, por la que él se hizo tan famoso cuando empezó y que lo mismo servía para hombre que para mujer. Por eso el desfile ha sido en pareja casi todo el tiempo.»

En cuanto a los tejidos, predominó la lana fría y, sobre todo, las sedas. La mayoría de los estilismos se mantuvo en tonos monocolor: gris perla, azul y negro. Gervasio Pérez destacó que hubo varias pinceladas de color en los looks de cóctel y de noche, desde un lila en tonos malva hasta los brillos finales que cerraban la propuesta.

Tras el desfile y con el cierre de una de las musas de la firma, la modelo Agnese Zogla, no hubo afterparty ni celebración como tal; en su lugar, los invitados pudieron disfrutar de la exposición de la Pinacoteca de Brera, que el señor Armani había querido con tanta ilusión, pese a que le resultó difícil lograrla, y que finalmente se hizo realidad tras su fallecimiento. Según nuestro director de moda y belleza, todas las piezas de dicha exposición fueron elegidas por el propio creador, por lo que prácticamente estuvo trabajando hasta el último día.

Esta crónica tan emotiva no podía terminar de otra forma que con unas pinceladas de una entrevista que Gervasio Pérez le hizo hace unos años al propio Giorgio Armani, y que, sin duda, constituye un broche de oro a toda su carrera como diseñador, pensador y genio de la moda: «Ser moderno es vivir el presente, que no es tener nostalgia del pasado ni estar demasiado pendiente del futuro. En el desfile se respiraba esa filosofía que él siempre ha tenido: una elegancia y sofisticación desestructurada y sin artificios, con mucha naturalidad, como sus tejidos, que siempre caían perfectamente.»