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Una película francesa con la ya bohemia y siempre deslumbrante Valeria Bruni Tedeschi en el papel protagonista y la dirección de la parisina Carine Tardieu, con su particular forma de ver la vida, promete. En su celebrada Los jóvenes amantes (2021), esta directora sacaba a relucir la insospechada y utópica aventura entre una elegante arquitecta de 71 años (Fanny Ardant) y un médico felizmente casado de 45 (Melvil Poupaud). Y ahora en Los lazos que nos unen, que se estrena este 26 de septiembre, indaga de lleno en las nuevas formas de familia. Pongamos los otros afectos, más allá de lo esperado y previsible. Todo en clave muy íntima y siempre moviéndose en la emoción.
Estamos ante una de vecinos, casi un género cinematográfico, que nos lleva directamente a La ventana indiscreta o, más al hilo de la actualidad, hasta Descalzos por el parque, una de las películas en las que nos enamoramos de Robert Redford, junto a una deliciosa Jane Fonda. Tardieu recurre de nuevo a la figura del arquitecto, ahora en masculino, para construir el personaje del vecino, Alex, que justo se acaba de quedar viudo y tiene dos niños, uno de ellos bebé. Sandra, la vecina, por su parte, es una librera que cultiva con mucho mimo su soltería.
Sin embargo, se terminarán viendo entrelazados en una relación resistente a las etiquetas. Porque ella, contra todo pronóstico, sobre todo el suyo, se encariña con la familia y especialmente con el pequeño Elliott (César Botti), de seis años, por su desarmante lucidez, dispuesto a aceptar este lazo emocional al no verlo como un «reemplazo» de su madre. Sandra es cero maternal y Elliott muy maduro, así que hablan como dos adultos. La cinta plantea así una aguda reflexión sobre los vínculos afectivos y cómo no siempre los elegimos.
En el papel de la vecina vemos a la actriz ítalo-francesa Valeria Bruni, hermana de Carla Bruni, con tres décadas ya a sus espaldas en esto de la actuación y dos en la dirección. Una Valeria, por cierto, que tuvo que contenerse para abordar el papel. O, en palabras de su directora, «frenar su naturalidad para mantener la esencia del personaje porque ella es extrovertida, pero Sandra es contenida».
Y como vecino tenemos a Pio Marmaï, a quien correspondió la complicada escena donde se revela la muerte de su esposa. «Le sugerí dormir mal la noche anterior para llegar al set agotado, y creo que lo hizo», desvela Tardieu. «Pierde a su esposa, conoce a otra mujer y se convence de que está enamorado para salir de su letargo y no hundirse del todo», define el propio Marmaï.
Fue precisamente Fanny Ardant, amiga de Carolina de Mónaco y, claro, musa de Truffaut, quien animó a Carine Tardieu a llevar al cine la novela L'intimité, de Alice Ferney, donde arranca todo. Eso sí, poniendo a Sandra en el centro de la historia. Lo que le atrajo, según ha confesado, es «la idea de retratar a una mujer moderna, libre de los mandatos del patriarcado, que asume con convicción su independencia y su decisión de estar sola, sin necesidad de dar explicaciones. Una mujer libre que se ve profundamente conmovida por el vínculo que surge con un niño y su padre viudo».
Tal vez porque también la cineasta tiene 50 años y «como muchas mujeres de mi generación crecí con cuentos que siempre terminaban en matrimonio e hijos», pero su camino fue otro, el de adoptar sola a una niña en otro país. A este respecto cuenta cómo descubrió que «el apego no es inmediato. Es un proceso que se construye poco a poco, a medida que nos vamos conociendo. Es algo tan hermoso como abrumador». Y es lo que le pasa a Sandra, que se reafirma en su independencia para que «el vínculo no se viva como una carga o una obligación solemne».
La propia Valeria Bruni ha hablado de su personaje: «Es una mujer que ha logrado aceptar su soledad. Enfrenta esa realidad reflexionando, leyendo, haciendo trabajar su mente. Su lado intelectual no le impide cuidarse; tiene una buena relación con su cuerpo. Todo eso le da una cierta sabiduría. Sin embargo, ha construido una coraza para no sufrir demasiado, lo que hace que te acabe conmoviendo. Esa coraza se derrite un poco al contacto con la calidez de la mirada que le dirige ese niño, ese hombre y esta extraña familia reconstituida que se le abre. Al final de la película, ya no será la misma del inicio, y ese trayecto es lo interesante».
De otro lado, es curioso lo importante que pueden llegar a ser a veces los objetos, por lo mucho que nos representan. A ello alude Bruni al hablar de Sandra y de cómo se metió en su pellejo: «Puede parecer extraño, pero me aferré mucho a las gafas de Sandra. Son simbólicas, y en general me gusta trabajar con símbolos porque despiertan emociones en mí. Las manipulaba mucho, pero era una manera de conectarme con ella, de estar en su mundo, su realidad y sus pensamientos». La también cineasta tuvo que hacer un gran esfuerzo de contención, como comentaba Tardieu, «porque no soy discreta por naturaleza, pero me parece muy grato trabajar en el borrado de uno mismo».
Al cine le gustan los vecinos. Ni compañeros de trabajo ni típico grupo de amigos ni familias al uso, que también tienen lo suyo. La directora lo ha hecho a conciencia porque «vivimos en una sociedad que construye muros. Quise una historia que los derribase, literalmente. Desde el momento en que las puertas se abren, Alex y Sandra casi viven bajo el mismo techo. La intimidad nace de un rellano compartido, de miradas, de gestos...». No solo esto, sino que «el montaje trabajó los ritmos de puertas como una coreografía y el sonido construyó los límites emocionales del espacio».
Aparte de la librera y el arquitecto viudo con los niños, desfilan más personajes por Los lazos que nos unen. Caso de Emilia (Vimala Pons), que le sirve a la directora para explorar la idea de la familia reconstituida: «Emilia quiere formar parte de la familia. Representa a una mujer para quien la familia siempre fue una meta, pero que descubre que quizá no es su camino, o no por ahora. Su origen rumano acentúa el peso de las expectativas familiares tradicionales y romper con ellas no es fácil».
Completan el reparto, además de la música, que añade más emoción, Raphaël Quenard como David, Catherine Mouchet como la madre de la fallecida Cecile, y Marie-Christine Barrault como madre de Sandra. Los lazos que nos unen, que pasó por el Festival de Cine de Venecia y el Festival de Cine de Málaga, es el quinto trabajo de Carine Tardieu.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.