ESTO VA EN SERIO (O NO)
ESTO VA EN SERIO (O NO)
Desde hace ya varios años, noviembre me pone en mi sitio con ayuda de una tarta. Este mes, mi madre y mi hija soplan las velas, y en ese gesto sencillo, en el aire que comparten al hacerlo, me convierto en eslabón entre dos generaciones que se construyen un poco a través de mí, y yo también a través de ellas.
Una me enseñó a caminar y la otra, a vivir corriendo, recordándome que mis logros deportivos residen, sobre todo, en la capacidad de existir sin romperme nada. Con ellas entendí que no hay escapatoria entre una madre que insiste en que me abrigue y una hija a la que debo suplicarle que se ponga el abrigo. Ambas, convencidas de que la historia debería ajustarse a su versión de los hechos, me discuten con idéntico entusiasmo.
Mi madre todavía recuerda lo que hice mal a los quince; mi hija señala lo que hago mal ahora. Y yo, al final del día, me descubro siendo las dos: la madre que insiste y la hija que protesta.
En Apegos feroces, Vivian Gornick recorre Nueva York junto a su madre, discutiendo con la misma intensidad con la que se aman. Nosotras no necesitamos Manhattan; nos basta el pasillo de casa, donde mi reloj inteligente registra picos de estrés dignos de Wall Street.
Gornick lo describe bien: no hay moralejas ni treguas definitivas. Lo feroz no es solo el apego, sino convivir con él y asumir que lo que nos une no es la sangre, sino la ternura que surge cuando comprendemos que ninguna tiene el manual correcto y que hacemos lo que podemos, intentando no arruinar el experimento mientras aprendemos.
El camino hacia la comprensión mutua puede ser tan agotador como sorprendente nuestra capacidad para, un día, repartir el néctar de la paciencia como Hebe y, al siguiente, recordar a todos quién manda con la autoridad de Hera (y la cara de cansancio que acompaña a la deidad doméstica promedio). Pero cuando la alcanzamos, nos devuelve lo realmente esencial: nos enseña a situarnos en el mundo y a entender que los límites no son muros, sino el espacio en el que podemos seguir queriéndonos.