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Thomas Markle, el hombre al que le tocó dos veces la 'lotería'

Ni se droga ni va a sacar una línea de moda. Pero no calla ni debajo del agua y no para de meter en líos a su hija Meghan. Hasta el príncipe le ha echado la bronca.

Thomas Markle posando en su casa de San Diego, en California. / gtres

CARLOS GONZÁLEZ

Algunas personas tienen suerte y les toca la lotería. Otros, aún más afortunados, casan a su hija con un príncipe y esperan vivir del cuento el resto de su vida. Y luego está Thomas Markle, el único, que nosotros sepamos, al que le han ocurrido ambas cosas. Lástima que en lugar de aprovecharlas, él sea más de matar a la gallina de los huevos de oro y hacerse un caldito con ella.

Lo de la lotería le ocurrió en 1990. Ganó 750.000 dólares y en 2016 ya no le quedaba nada. Ni de eso ni de sus ahorros de toda una vida trabajando como director de fotografía e iluminación. Así que tuvo que declararse en quiebra.

Más o menos por esa misma época, su hija Meghan empezó a salir con Enrique de Inglaterra, aunque tampoco parece que Thomas vaya a sacar demasiado partido de la situación a juzgar por la avaricia con la que está actuando y por su filosofía de pan para hoy y hambre para mañana.

Sus apariciones en prensa

Cada dos por tres concede una entrevista y en cada una de ellas va subiendo el tono. En una de las últimas, con el periódico 'The Sun', llegaba a comparar a la familia real inglesa con la cienciología: «Son como una secta por su secretismo».

En otro medio, el 'Daily Mail', ha querido aclarar unos cuantos rumores, como que sí asistió a la primera boda de Meghan –recordemos que en la segunda, con el príncipe Enrique, no se le vio el pelo porque supuestamente le dio un infarto, aunque hay quien asegura que se lo inventó–. O que no tiene problemas con las drogas: «He tomado drogas pero nunca he sido adicto a ellas. No te podías mover por el Hollywood de los 80 sin ver boles llenos de cocaína por todas partes, pero yo no me drogo y apenas bebo».

Ha aclarado, además, que nunca colgó el teléfono a su yerno, como se dijo, pero que éste sí le llamó para echarle la bronca después de que él vendiera unas fotos en las que se probaba el traje que se estaba haciendo para la boda. Según la prensa americana, cobró 100.000 dólares por la exclusiva.

«Estaba en la cama del hospital, me acababa de dar un infarto. El momento no era el mejor. El príncipe Enrique me dijo: ‘Si me hubieras escuchado, esto no habría pasado’. Quería decir que yo no tendría que haber colaborado con los 'paparazzi' y tenía toda la razón. Cometí un error terrible por el que he pagado desde entonces. Pero no hubo gritos ni yo le colgué el teléfono».

Según Thomas, después de esa conversación no ha vuelto a hablar con su hija. Y no es extraño, tanto ella como su marido temen que venda a la prensa cualquier cosa que le cuenten. Justo lo que él sigue haciendo sin cortarse.

Como cuando en julio comentó que veía a Meghan «aterrorizada» después de haberse casado. «No me gusta la sonrisa que tiene ahora. Ni siquiera es una sonrisa falsa, es una sonrisa de pánico», dijo. O pocas semanas después, cuando volvió a quejarse de que ya no podía hablar con ella y, lleno de victimismo, aseguró: «Sería más fácil para Meghan si yo muriera». O cuando declaró: «Me niego a permanecer callado. Ella no sería nada sin mí. Yo hice de ella la duquesa que es hoy».

¿Y si Thomas aprovechara para trabajar un poco o montar un negocio en lugar de vender tantas exclusivas? Eso se dijo la semana pasada: el suegrísimo iba a lanzar su propia línea de moda. Algo que no le pegaba, pero como la noticia venía de Samantha Markle, hija de él y hermanastra de Meghan, todo el mundo se la creyó. Luego se supo que era una broma. «La única línea de ropa que tengo es en la que cuelgo mis camisas para que se sequen», ha respondido. Gracioso, ¿verdad?

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